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Una mirada a la Evaluación censal docente

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En los últimos meses hemos sido testigos de un largo y controvertido proceso de evaluación a los docentes del sector público nacional donde han manifestado sus opiniones, principalmente, el Gobierno, el SUTEP y los medios de comunicación. Entre ellos ha surgido una serie de “mea culpas”, acusaciones y cuestionamientos, los cuales han formado parte del contexto en el que se ha desarrollado esta evaluación y nos lleva a plantear algunas observaciones sobre lo que el Gobierno presenta como un primer paso para realizar una reforma educativa real.

Remontándonos a la Directiva Nº 177-2006/DM/SPE sobre la Evaluación Censal Docente, observamos que estuvo dirigida a:
• Todos los profesores de Educación Básica Regular de los niveles de Inicial, Primaria y Secundaria que trabajan en Instituciones Educativas públicas, o en Convenio con el Ministerio de Educación, en condición de nombrados o contratados o destacados y que tienen aula a cargo u horas de clase; por eso los Directores de Escuelas unidocentes o multigrado dan la prueba porque tienen aula a cargo. Lo mismo ocurre con los Coordinadores en Secundaria, sólo si tienen horas de clase.
• Los profesores con aula a cargo o con horas de clase, que están de licencia y quieren presentarse a la evaluación, lo solicitan a la UGEL la que los añadirá a la lista respectiva.

En el mismo documento se explica la estructura del instrumento de evaluación de carácter objetivo (opción múltiple):
• Primera parte: comprensión lectora, razonamiento lógico matemático y conocimientos sobre currículo (20 preguntas cada tema).
• Segunda parte: Conocimiento del currículo de cada nivel educativo (20 preguntas).

Asimismo, se afirma que tiene por finalidad obtener información para diseñar un conjunto de acciones para el desarrollo profesional del docente, como parte del Programa “Mejores Maestros, Mejores Alumnos”, para mejorar la calidad de la educación peruana. Vemos, por lo tanto, que según la Directiva, el proceso de evaluación a docentes está enmarcado en la mejora del docente peruano como profesional, palabra ambiciosa que nos haces suponer al docente como algo más que un maestro de aula, realidad de por sí ya bastante compleja. Y ello con el propósito de la búsqueda de la calidad educativa peruana, demanda y necesidad sumamente nombrada en varios informes sobre la realidad educativa peruana.

Por otra parte, el Ministerio manifestó que la evaluación serviría para conocer las condiciones, habilidades, capacidades y conocimientos del área que enseña; si conoce los contenidos; si muestra solvencia en el manejo del currículum; si tiene conocimiento en profundidad del desarrollo físico, psicológico y social de sus alumnos; si maneja con destreza los textos con los que trabaja; y si muestra capacidad para resolver situaciones problemáticas (Chirinos, 2006).

He aquí nuestra primera observación. ¿De qué manera un instrumento de opción múltiple con la estructura que contiene podrá evaluar todos estos aspectos? Si se desea observar al docente como un profesional, ¿no estamos subestimándolo e ignorando elementos que podrían catalogarlo como tal? ¿Considera un instrumento cerrado y único, la diversidad de la población docente nacional, sus características, contextos, necesidades, propósitos educativos, necesidad de preparación y formación, etc.? En otras palabras, ¿fue realmente un instrumento elaborado para el propósito que afirma el Ministerio de Educación?

Dejemos estas observaciones y planteamientos a un lado por un momento y pasemos a observar los resultados de la evaluación. Según informó el Ministerio de Educación:
• Casi el 50% de los docentes que rindieron la evaluación censal obtuvieron un nivel intermedio y alto en comprensión lectora, de los cuales el 24.3% registraron mayores habilidades en esta área, informo el ministro de Educación, José Antonio Chang. Según el sistema de evaluación, los indicadores de desempeño en la prueba fueron clasificados en tres niveles de logro según su dificultad: Nivel I, el cual refleja que se tiene menores habilidades o menores competencias, mientras que el Nivel III tiene mayores habilidades en el desarrollo de las áreas.
• El 16% de los docentes evaluados se encuentra en el Nivel I, este grupo necesitará mayor reforzamiento en este nivel de aprendizaje durante la capacitación docente que se iniciará a inicios del mes de abril.
• El 33% de los maestros evaluados se encuentra por debajo del Nivel I, es decir, no alcanzaron a resolver todas las preguntas necesarias para ubicarse en el nivel básico.
• El mayor nivel de comprensión lectora se encuentra en secundaria, mientras que en primaria sólo el 20% alcanza el Nivel III y el 38% no alcanza el Nivel I.
• A nivel de profesores del área urbana o rural, el 28% de los docentes evaluados de la zona urbana alcanza el Nivel III y lo mismo ocurre con el 17% de docentes del área rural.

Tras la aparición de estos resultados diversas autoridades del Gobierno y el SUTEP empezaron a dar reacciones diversas. Los primeros señalaron la obviedad de la realidad educativa resaltando el término “crisis” y trataron de no incidir en maltratar la imagen del docente, aunque los datos arrojados fueron ya bastante lapidarios. Aprovecharon también para mostrar una señal de autoridad ante el SUTEP y colocar a la opinión pública contra ellos. Por ejemplo, Alan García destacó el trabajo del ministro de Educación, José Antonio Chang, para sacar adelante la Evaluación Censal Docente y aprovechó el marco para calificar al SUTEP como un pequeño sindicato. Además, sobre las licencias sindicales de los dirigentes del SUTEP, dijo que todos debemos trabajar por la educación del país, “el que no trabaja no come”, manifestó (Conferencia de prensa, 28/02/2007) .

El SUTEP, con Caridad Montes a la cabeza, se opuso desde un inicio a la evaluación aunque luego reconoció como negativa la falta de participación de los miembros del sindicato. Si bien fue sumamente cuestionada su posición, tanto el Gobierno como los medios de comunicación acentuaron su descalificación por parte de la opinión pública.

En realidad, los medios de comunicación han jugado un papel muy importante y en buena medida la mala imagen del docente peruano se debe a la fuerza, parcialidad y desconocimiento de educación con la que los medios han tratado el tema. Así, Rosa María Palacios afirmó el SUTEP sabía más de política que de pedagogía y que los docentes que no comprenden un texto deben regresar a la universidad y reexaminar su vocación (Prensa Libre, 28/02/2007). Por otro lado, Augusto Álvarez Rodrich exaltó el papel del Gobierno para sacara adelante al evaluación pese a las oposiciones del SUTEP y comentó que esto sería el inicio, por parte del Estado, de la tan ansiada reforma educativa peruana.

Estos comentarios son solo una muestra de semanas de argumentaciones sobre los resultados de la evaluación. Se realizaron también muchas críticas sobre la construcción de la prueba y la falta de participación de personas competentes, cercanas a la realidad e instituciones o instancias que deberían estar involucradas como las DRE, por ejemplo (Chirirnos Ponce, 2006). Sin embargo, la mayoría de comentarios estuvieron dirigidos a los puntos mencionados: la fuerza y la autoridad del Estado, la controvertida posición del SUTEP y los resultados negativos de los docentes.

Aparentemente, hubo un objetivo tácito en la evaluación que dista mucho de la simple obtención de información para desarrollar programas de capacitación. Las culpas han sido echadas en forma sumamente directa y es muy ligero el análisis de los resultados. Así, pareciera que se brindan relaciones de causalidad superficiales sobre la falta de calidad educativa: si hay malos docentes, tenemos malos alumnos; y si el SUTEP se mantiene su fuerza y poder, con Patria Roja a la cabeza, tendremos malos maestros.

Por otra parte, no hay un verdadero plan de mejora visible por parte del Estado. Más allá de la pronunciación de resultados, no se ha manifestado las acciones que seguirán. ¿Realmente un programa de capacitación resolverá el problema de la educación nacional? ¿Lo evaluado y en la forma hecha será suficiente para diseñar un plan de solución adecuado, viable, efectivo y eficiente? ¿Tenemos una verdadera imagen del docente peruano o sólo lo que nos han querido mostrar?

Nadie niega la importancia de un proceso de evaluación para la mejora de la Educación; sin embargo ¿por qué se ha construido tan mal la prueba si se tienen muchos expertos e investigadores en Educación que pudieron participar? ¿Por qué no se consideran los diversos informes de la situación educativa para el proceso de evaluación? ¿Es una evaluación impuesta y tan autoritaria el mejor camino para realizar un diagnóstico y elaborar un plan de mejora adecuados? ¿Debe adoptar la evaluación un tinte tan político? Y en caso de hacerlo, ¿hasta que punto facilita o dificulta el proceso de evaluación?

Esperemos que ante todos los comentarios realizados, el Gobierno tome las medidas necesarias para replantearse los procesos de evaluación futuros y planifique acciones integradas que verdaderamente ayuden encaminar los esfuerzos dispares hacia una educación nacional de calidad.

Referencias
Consejo Nacional de Educación (2007). Evaluación y Formación Docente. Fecha de ingreso: 05/04/07. http://www.cne.gob.pe/debate1.htm

Chirinos Ponce, Raúl (2006). Cuidado con la evaluación docente en el Perú. Fecha de ingreso: 05/04/07. http://colombia.indymedia.org/news/2006/11/53173.php

MINEDU (2006). Evaluación censal a docentes de los niveles de inicial, primaria y secundaria de educación básica regular. Directiva Nº 177-2006/DM/SPE
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