Recuerdo de Mario Vargas Llosa

El Premio Nobel hizo un programa dominical en Panamericana

Uno de los episodios de la intensa vida de Mario Vargas Llosa no se conoce mucho. Fue el de su paso por Panamericana Televisión en 1981.

Los medios de comunicación había sido devueltos a sus propietarios por Belaúnde, al término del régimen militar, y Genaro Delgado Parker quiso demostrar el nivel televisivo que podía mostrar el canal 5 en manos privadas y decidió contratar al ya laureada escritor para la realización de un programa dominical llamado “La Torre de Babel” .

Mario Vargas Llosa hizo decenas de ediciones, con la producción de su primo Luis Llosa, causando un gran impacto en la teleaudiencia por la calidad y ambición del programa. Genaro Delgado Parker no escatimó su apoyo económico, basado, desde luego, en un gran soporte publicitario.

Mi recuerdo de Mario viene de esa época. Acostumbrábamos coincidir en los desayunos que Genaro ofrecía en su oficina todas las mañanas a sus principales colaboradores. Mario dedicaba varias horas a la posproducción de su programa en el canal, luego de hacer sus entrevistas en el campo, a veces en el extranjero, como la que le hizo a Corin Tellado en España.

Visita del Presidente

Por esos meses el Presidente brasileño Joao Baptista Figueiredo llegó invitado a Lima y con él numerosos periodistas, entre ellos reporteros y camarógrafos de la poderosa cadena O’Globo.

Los colegas me visitaron en Panamericana para solicitar nuestra colaboración en facilitarles contactos y orientarlos en su cobertura, algo muy común cuando los periodistas viajan al extranjero.

Una de sus mayores preocupaciones era conseguir una entrevista con Mario, quien estaba a punto de publicar su formidable novela “La Guerra del Fin del Mundo”, cuya acción transcurre en Brasil.

Tuve la impresión de que mis colegas pensaban que era una tarea muy complicada y difícil de lograr. Para su sorpresa les dije que Mario estaba en el edificio y que yo iba a hablar de inmediato con él. En efecto, fui a la isla de edición donde estaba Mario y le comuniqué que periodistas de O`Globo lo querían entrevistar.

Mario recibió la solicitud con entusiasmo. Me dijo que era una excelente oportunidad para divulgar la pronta aparición de su libro en Brasil, un enorme mercado. Dejó de editar y se trasladó a mi oficina para ponerse a las órdenes de los colegas brasileños, que no imaginaron jamás que podían cumplir con su misión tan rápidamente.

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