La honestidad profesional en el Periodismo

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Una de las obligaciones éticas en la labor periodística es dar versiones que no rompan el equilibrio ponderado que se debe guardar entre los diferentes aspectos positivos y negativos que pueden tener los sucesos.

Cuando se destacan en una manifestación, por ejemplo, los actos de violencia y represión de la policía y se omiten o minimizan las actitudes agresivas de los manifestantes – que motivaron esa represión- el periodismo no practica lo que yo considero es la honestidad profesional.

Un programa de televisión dio varias notas sobre el preparador físico, acusado de haber violado a una de sus contratantes. Todas las notas estuvieron dirigidas a sostener que se produjo la violación, omitiendo en ellas la pericia médica legal que afirmó que la denunciante no mostraba indicios de una reciente actividad sexual. Lo que, sin duda, motivó que la autoridad judicial dejara en libertad al preparador físico.

Honestidad periodística es diferente de imparcialidad (dar la versión de todas las partes involucradas en el suceso) ya que se pueden dar las versiones de una manera desigual, con la finalidad de favorecer una posición.

Cuando se destacan las declaraciones o hechos referentes a un hecho y, para cumplir, se minimizan las refutaciones de la parte afectada, casi desautorizándolas, el periodismo no está actuando honestamente.

Cuando se publican y difunden diariamente versiones en contra de algo o alguien, como una verdadera campaña de presión periodística, y no se muestra el mismo afán en dar versiones distintas, indudable que no se está actuando honestamente.

En mi experiencia profesional recuerdo la información dada por un redactor sobre la manifestación de un grupo político que no era de su simpatía. La versión en ningún momento faltó a la verdad de lo expuesto por el orador; sin embargo insertaba detalles, como que, en el momento que el líder se refería a un tema importante, vendedores ambulantes voceaban sus productos, o que niños lloraban. Es decir, sin faltar a la verdad – hubo vendedores ambulantes y lloraron niños- la versión consiguió en los lectores un impacto de seriedad menor.

En los últimos tiempos, en el periodismo peruano se está apreciando lo que bien se pueden considerar como casos demostrativos, sobre todo en el campo político. Se hace despliegue, por ejemplo, de congresistas “caseritos” que reciben la frecuente y amplia atención para dar versiones refutadoras de lo que alguien afirmó. Varios contra uno.

 

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