Consejos para acabar con las discusiones

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En cualquier relación entre dos personas, siempre existe la posibilidad de entrar en discusiones y desacuerdos que parecen no tener final.

El desarme unilateral es un método que la Dra. Lisa Fireston, psicóloga clínica, propone.

Consiste en dejar de defender el propio punto de vista momentáneamente y acercarse al otro a través de una posición menos defensiva. La comunicación ineficiente genera tensión y da paso a las discusiones. Y a la larga a resentimientos que provocan un punto de quiebre. La discusión comienza y empeora gracias a la frustración que ha ido creciendo con el tiempo. Estos momentos acalorados no son recomendables para resolver problemas o hacer que el otro escuche ya que a veces las personas terminan diciéndose cosas de las que luego se arrepienten.

El desarme unilateral requiere dejar de centrarse en las palabras y en el comportamiento del otro sino centrarse en el propio. La única persona a la que se puede controlar en una discusión es a uno mismo y lo único que puedes hacer en un momento de tensión es ablandarte un poco. La comunicación es clave.

Estos son los 5 pasos de este método.

Relájate

Cuando algo te provoca, puede que sientas como empiezas a enojarte y como la ira te va envolviendo. Puede que en estos momentos escuches a tu crítico interior decirte que tomes acciones destructivas, como desquitarte o decir lo que quieras. Puedes enfrentarte a esta situación calmándote, respirando profundamente o contando al revés desde 10. Aprende a detenerte. Encuentra una forma para centrarte en ti mismo antes de responder.

No tienes que ganar siempre las discusiones

Cuando hay una relación entre dos personas, usualmente saben que decirse para enojarse o provocarse. Evita morder el anzuelo cuando te digan algo. Hazte responsable de tus acciones y no le entregues tu poder al otro. (Él/ella me hizo perder la cabeza, o me hizo actuar de esa manera). Cuando optas por esto, puedes sentirte bien contigo mismo porque no agrediste verbalmente ni dijiste cosas desagradables al otro, lo cual podría haberle causado un daño permanente a la relación. Piensa qué prefieres tener “paz o tener la razón”.

Responde amablemente

Intenta escuchar cómo se siente el otro aunque te parezca irracional en esos momentos. Luego, di algo que sea amable y que demuestre que lo comprendes. Los estudios han revelado que muchas discusiones tienen que ver con obtener poder o no ceder poder.

Bajar los brazos no significa renunciar a tu poder o escoger una salida fácil. Significa escoger una posición menos agresiva y más vulnerable que será percibida como menos amenazante y relajará al otro.

Sé empático

Puedes ponerte en los zapatos del otro y mostrar empatía con sus sentimientos. Por ejemplo, si la discusión es por algo que hiciste y molesto al otro. Podrías decirle: “Parece que esto te molesta o te hace sentir de esta manera… Lo siento mucho. No es mi intención herirte o molestarte. Pero puedo comprender cómo se ve todo desde tu perspectiva.”

Es importante notar que esta técnica no implica que estás dejando de lado tu punto de vista, simplemente demuestra que te importa más estar cerca de la otra persona que tener la razón en algún tema en específico.

 

Habiendo dado el paso para quitarle importancia al conflicto al desarmar al otro, conectándote con el otro y demostrándole empatía puedes comenzar a generar una comunicación constructiva y colaborativa en la cual cada uno intenta comprender la perspectiva del otro y llegar a un entendimiento mutuo.

Comunica cómo te sientes

“Dale un nombre para controlarlo” es una técnica con la cual le das un nombre a lo que sientes para lograr calmarte. Conéctate con lo que estés sintiendo en el momento de la discusión. Luego puedes reconocer estos sentimientos y compartir lo que te pasa y cómo ves las cosas. Puedes arriesgarte a ser honesto y abierto con tus emociones.

Cuando te comuniques presta atención a la forma en que te expresas tanto verbalmente como no-verbalmente. ¿Qué pasa dentro de ti cuando hablas? ¿Qué sientes? Nota cualquier seña no-verbal que des a tu interlocutor, como tu lenguaje corporal, el tono de tu voz o la rapidez e intensidad de tus palabras. Pon atención en el impacto que genera en el otro la manera en la que te comunicas. Si tu lenguaje corporal difiere de tu mensaje verbal, entonces le estás dando un mensaje doble y puedes confundir al que te escucha. Es importante reconocer si tienes sentimientos encontrados.

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