DECLARACIÓN DE DERECHOS DIGITALES EN EL PERU

Marco Sifuentes, ex alumno de la PUCP y uno de los más calificados blogueros del país, publicó hace algunos días en “Peru 21” una columna sumamente interesante y que merece ser difundida. En ella reveló lo acordado por varios interesados en temas vinculados a Internet. Aquí la columna.

Hace poco me preguntaron cuánto tiempo pasaba en Internet y me di cuenta que la pregunta ya no tenía sentido. Internet está en todos lados, ya no es una entidad separada del “mundo real”. Está en el celular, mientras trabajas en la oficina o escuchas la clase, en el iPod, en las transacciones bancarias. Nuestra sociedad no puede vivir ya sin Internet. De hecho, suponemos que está allí y así como está, estará siempre. Pero no es así. Muchas amenazas, desde los gobiernos hasta los intereses mercantilistas, quieren alterar Internet y convertirla en algo distinto a la red privilegiada que hemos conseguido entre todos.

Desde diciembre del año pasado, un grupo de peruanos, interesados en estos temas, viene trabajando la Declaración de Derechos Digitales en el Perú y ha elegido mañana, Día de la Sociedad de la Información, para darla a conocer. Después de seis meses de discusiones, estos son sus Principios.

Primer principio: El acceso a la Internet debe ser libre y sin restricciones.

El libre acceso a la Internet es un derecho fundamental porque la Red es uno de los espacios naturales para el ejercicio pleno de la ciudadanía y la libertad de expresión en la sociedad contemporánea. Por ello, no debe restringirse el acceso a la Internet a nadie, salvo pérdida de derechos ciudadanos por condena penal.

Segundo principio: La privacidad y secreto de las comunicaciones son esenciales para los medios digitales.

Todos los ciudadanos tienen derecho a garantías plenas de privacidad, de secreto personal y resguardo de datos personal al usar la Internet y demás servicios y medios digitales, tanto de parte del Estado como de los particulares que ofrecen dichos servicios y medios; todos tienen derecho a recurrir a instancias judiciales o administrativas para resarcimiento inmediato en caso de transgresión.

Tercer principio: La Internet debe ser segura y confiable.

Todos los usuarios de la Internet deben poder confiar plenamente en que tanto el Estado como los proveedores de contenido y de acceso a todo nivel, están comprometidos en crear un entorno digital seguro, en lucha permanente contra la discriminación, el abuso sexual y moral, el tráfico de personas y en general toda actividad criminal.

Cuarto principio: Fortalecer el dominio público fortalece a la Internet; una Internet fuerte fortalece el dominio público.

Las obras nacen del conocimiento creado por la humanidad, lo que las hace parte del dominio público. Para fomentar y promover la creatividad científica, cultural y artística, los autores de nuevas obras tienen el derecho de solicitar al Estado protección temporal del derecho de copia, reproducción y uso de tales obras, con fines de beneficio patrimonial. El ejercicio de este derecho no debe impedir el uso legítimo de las obras. El término del monopolio de explotación patrimonial no afecta el derecho moral a ser reconocido como autor de las obras, y el respeto necesario a la integridad de las mismas según los deseos expresos de los autores, sin afectar la libre disposición para otros fines previo reconocimiento del creador.

Quinto principio: La Internet debe ser neutral.

Solo una Internet neutral garantiza la libertad de innovación y de opciones para los ciudadanos y consumidores. Por ello, es necesario garantizar que el flujo de datos no sea manipulado por los proveedores de acceso, las empresas de telecomunicaciones, los administradores de la red, o los gobiernos, y que las reglas para administrar eficientemente el uso de los canales de transporte de datos sean hechas sin ánimo de favorecer a ningún actor.

De nosotros depende empezar a tomar conciencia que la Internet es nuestra, de los ciudadanos comunes, que estamos forjando una sociedad en la que nadie tiene el monopolio de la información y la cultura. La Internet es real, pero las amenazas sobre ella, también.

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