INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA SOBRE HITLER

El periodista argentino Abel Basti realizó una larga y detallada investigación periodística que lo llevó a la conclusión de que Adolfo Hitler escapó desde Austria y España a Argentina y no se suicidó en su refugio berlinés, como se ha creído, ante el avance incontenible y sin cuartel de las tropas soviéticas. Asegura que la operación contó con la aprobación de Estados Unidos.

Según su libro “El exilio de Hitler” de reciente publicación, el líder nazi, tras huir entre las cenizas de un Berlín envuelto en llamas y antes de partir hacia la Patagonia argentina con Eva Braun, permaneció oculto en España varios días de 1945.

El Documento Secreto Alemán

La mayor revelación de este libro es un documento secreto alemán conseguido por el autor en Argentina y en el que el Führer aparece como uno de los pasajeros evacuados en un avión de Austria a Barcelona el 26 de abril de 1945.
Según la historia oficial, el líder del Tercer Reich renunció a escaparse de Berlín y el 30 de abril de 1945 se suicidó junto a su amante, Eva Braun, en el búnker construido bajo el edificio de la Cancillería, aunque sus cuerpos, incinerados, nunca fueron hallados.

Basti, que hace años intenta reconstruir el derrotero de los nazis en Argentina, considera esta versión una “farsa” que se “fabricó” para dar un salvoconducto a Hitler, quien era visto como una “pieza clave” en la lucha contra el comunismo en la posguerra.
“No tengo dudas de que cuando concluía la Segunda Guerra Mundial Hitler se escapó de Alemania bajo un escudo protector de sectores de poder anglo-norteamericanos, los mismos que lo habían financiado para que, de humilde pintor, llegara a ser canciller de Alemania”, asegura el periodista. Incluso habla de la existencia de un supuesto pacto Washington-Berlín que contemplaba un plan de evacuación nazi para personas, tecnología, documentos y divisas.

Un doble en el Búnker

Para Basti, el “gran secreto” de la huida de Hitler fue la llegada de uno de sus dobles al búnker, que “tuvo ribetes dignos de una película de Hollywood” y ocurrió “al atardecer del 22 de abril de 1945”.
“Ese día el verdadero Hitler voló hacia el aeropuerto austríaco de Hörsching, cercano a la ciudad de Linz, con ocho personas, entre ellas Eva Braun”, precisa, y subraya la coincidencia de esta versión con el testimonio de Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, durante un interrogatorio de la CIA.

El periodista argentino sostiene que Hitler y su comitiva estuvieron cuatro días en Austria y se refiere a un hecho que considera una suerte de “pago por inmunidad”: el abandono en Linz de un tren repleto de oro robado a Hungría por los nazis. “Más que una llamativa coincidencia, da la sensación de que se trató de una entrega pactada”, subraya.

Al igual que Müller, que reveló a la CIA que el Führer se había escapado a España, Abel Basti sostiene que Hitler partió hacia Barcelona el 26 de abril.

Vuelo a Barcelona

En ese sentido, publica en su libro una comunicación oficial secreta según la cual Hitler encabeza la lista de pasajeros de un avión que viajó de Hörsching a Barcelona pilotado por Werner Baumbach, fallecido en Argentina en 1953.
“La presencia de Hitler en España me la confirmó un hoy anciano sacerdote jesuita, cuya familia era amiga del jefe nazi. Y también tengo testimonios que aluden a reuniones que mantenía con su séquito en una hostería llamada ‘Las Quebrantas’, en Cantabria”, afirma.

El libro incluye además un documento de los servicios secretos británicos que revela que “un convoy de submarinos nazis partió días más tarde de España y, tras una escala técnica en las islas Canarias, continuó su periplo hacia el sur argentino”, con la anuencia de Estados Unidos.

En uno de esos submarinos viajaban Hitler y Eva Braun”, enfatiza Basti, convencido de que la pareja desembarcó en la Patagonia entre julio y agosto de 1945, al amparo del presidente de facto Edelmiro Farrell y de Juan Domingo Perón, entonces su ministro de Guerra.

“El escape de Hitler fue exitoso. De esa manera se pudieron poner a resguardo de los comunistas el capital y los hombres. Después de ejecutada la fuga, y mientras se hacían todo tipo de conjeturas respecto a su suerte, el Führer ya podía dormir tranquilo en un alejado país suramericano llamado Argentina”, concluye

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