MAS SOBRE LOS ROBOT-PERIODISTAS

Dos profesores de la Universidad Northwestern de Illinois, Estados Unidos, han creado un programa de inteligencia llamado Status Monkey, que redactó la crónica de un partido de béisbol entre dos equipos de las grandes ligas, firmado por The Machine ( La Máquina).

Este suceso puso nuevamente en la mesa de discusiones el futuro de los periodistas y el periodismo, porque ya se está aplicando la más avanzada tecnología para la existencia de los robot-periodistas.

Recuérdese que en una entrega anterior divulgamos el caso del robot creado por la Universidad de Tokio que puede realizar muchas de las tareas de un reportero.

Esta amenazante realidad ha llevado al periodista español Pablo López a afirmar que con “la aparición del robot-periodista, las personas y el humanismo sobran”. Y a la escritora Margarita Riviere señalar que pronto los periodistas tendrán que precisar que sus artículos NO han sido escritor por una máquina.

Nunca los periodistas y escritores imaginaron que tendrían que competir con robots, como si la información fuera un campo de limones.

Ya no va a extrañar que un robot suplante a un supuesto trabajador intelectual o que unas creaciones humanoides computarizadas sustituyan a los narradores de carne y hueso en los noticieros.

Robot-Escritores de Poesía

De ahí a la posibilidad real de los robot-escritores de best sellers y hasta de poesía.

No es difícil de entender que, si se cumplen los tremendos vaticinios, escritores, periodistas o gente que, simplemente, piense no harán falta porque resultará mucho más fácil y económico contar con máquinas capaces de procesar en segundos millones de datos. Una máquina no reclama ni copyright ni derecho alguno de propiedad intelectual.

Margarita Riviere concluye: “Con el robot-periodista inventado, queridos amigos, ya puede esperarse cualquier cosa y parece muy claro que las personas, el humanismo y la humanidad entera, sobran. Cuando no queda lugar sobre la tierra a lo más propio de los seres humanos, la capacidad de pensar, de relacionar cosas y atar cabos sobre la realidad -ese trastorno sin sentido es lo que vemos todos los días en todos los terrenos- no cabe hablar de crisis sino de revolución, de vuelco.”

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