ADIOS, EMILIO

Ha muerto Emilio Laferranderie “El Veco”, un verdadero maestro del periodismo deportivo. Tuve la satisfacción de trabajar con él más de diez años en los noticieros de Panamericana, en especial en “24 Horas”, hasta 1997.
El recuerdo que nos deja es el de un profesional apasionado, casi insuperable en su manera elegante y privilegiada de enfocar la información, que dominaba profundamente. Impuso un estilo y una escuela que han dado frutos en muchos de los nuevos periodistas especializados.
“El Veco” afirmaba, reiteradamente, que la mejor lección que recibió en su vida se la dio Constancio C. Vigil, el fundador de “El Gráfico. Repetía en toda ocasión: Si una nota no provoca una sonrisa, no suscita una lágrima o no genera una discusión, esa nota no sirve para nada. Un periodista debe generar algún tipo de sentimiento.
De Emilio se pueden contar algunos detalles poco divulgados sobre su actividad profesional en la televisión.
Era un periodista a la antigua, en esa época poco aficionado a dominar los adelantos tecnológicos. Cuando hubo que cambiar las ruidosas máquinas de escribir por las computadoras, “El Veco” insistió en mantener su máquina de escribir, con sus hojas bond y papel de copia. “Cuando escribo yo necesito escuchar el sonido de las teclas. Me ayuda a ponerme en ambiente”. Esta actitud la he apreciado en más de un veterano periodista peruano, que se resistieron o resisten al uso de la computadora.
Emilio escribía todo lo que iba a enfocar en su sección del noticiero, que duraba unos 10 minutos. Sus textos eran incorporados a una computadora que en el momento del programa los exhibía en el teleprompter que “El Veco” leía y dar la impresión de estar improvisando. Esta característica era una muestra más de su pasión por la exactitud de la información que brindaba. Con seguridad, en sus posteriores años en RPP se acostumbró a improvisar y no requerir mucho de textos.
Emilio no tenía facilidad para los idiomas. Pero era tan responsable que preguntaba por la pronunciación de los términos extranjeros, en especial nombres de los deportistas y ciudades. Luego de su indagación permanente, escribía la pronunciación fonética en los textos que leería ante las cámaras. Por ejemplo, redactaba Copa “Deibis”, en lugar de Copa Davis.
“El Veco” llegó a ser uno de los periodistas mejor pagados del país. Y si se tiene en cuenta la duración de su gestión diaria- no más de tres horas – largamente el más recompensado. En sus últimos meses en la televisión ganaba 15 mil dólares mensuales.
El fallecido periodista uruguayo consideraba al Perú como su segunda patria. Decía orgulloso que sus nietos eran peruanos. Era muy estimado por deportistas, dirigentes y auspiciadores del medio deportivo: nunca utilizó la información negativa, denigrante. Por el contrario siempre buscó los ángulos más positivos, a veces exagerados, tratándose de jóvenes elementos a los que dedicaba adjetivos entusiastas. Para algunos periodistas peruanos, “El Veco” era muy “amiguero” – con todas las implicancias que tenía ese término en un ambiente no muy honesto-y ocultaba o minimizaba defectos o fallas.
Emilio fue muy resistido por muchos colegas. Después de lo sucedido con Pocho Rospigliosi – se quedó con el programa en Panamericana- cobró fama de “serruchador”. Su ingreso a RPP no fue fácil, por esa razón. “El Veco” se defendía indicando que él quería sumar no restar ni quitar el puesto nadie. Hay que indicar que Emilio encontró en la radio el mejor medio para practicar un periodismo muy personal. Su programa en RPP gozaba de apreciable audiencia y era uno de los más gratificantes financieramente.
Para los que trabajamos con él y lo conocimos bien, “El Veco” deja la imagen de un excepcional periodista, un escritor notable y, sobre todo, un amigo sincero y fraterno. Descansa en paz, Emilio.

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