Archivo por meses: enero 2010

PERIODISMO CIUDADANO EN ACCIÓN

La opinión pública ha sido impactada en los últimos días por imágenes dramáticas, reveladoras, indignantes. Podemos mencionar tres:
• Las del mayor GC Felipe Bazán en poder de indígenas en Bagua
• Las de los policías en horas de servicio bebiendo en una playa del norte
• Las de los colegiales limeños dañando paredes del complejo de Chan Chan
Estos tres testimonios tienen una característica similar: son documentos periodísticos no logrados por la acción reporteril de los profesionales de la información. Constituyen aportes de lo que ahora ya se conoce como periodismo ciudadano o participativo. Es decir logros informativos conseguidos por la acción de gente que no integra el personal de ningún medio de comunicación, pero que tiene oportunidad de capturar imágenes por ser testigos singulares de hechos y sucesos.
Y lo pueden hacer por contar con los recursos de medios tecnológicos digitales que están ahora al alcance de todo el mundo por su precio accesible, tales como los teléfonos celulares y las pequeñas y compactas cámara de video. Y esos logros son, generalmente, ofrecidos a través de Internet, de donde los aprovechan los medios para difundir masivamente esos aportes periodísticos.
¿Por qué el Periodismo Ciudadano?
Existe un segmento de población que no se limita a una acción pasiva frente a los medios, sino que prefiere producir y participar, ayudado por las inmensas posibilidades que brindan actualmente las nuevas tecnologías. Ese nuevo y relevante papel de los receptores tiene mucho que ver con las posibilidades de interactuar que la red ofrece a los usuarios.
En esta nueva situación, no es difícil percibir cómo los usuarios están llamados a tener un creciente protagonismo informativo, social y económico, pues ahora los lectores no solo condicionan, sino que incluso dirigen u orientan la especialización y la temática informativa.

No será difícil que en los próximos años los lectores de noticias puedan leer relatos elaborados por otros lectores como ellos, mezclados con el trabajo de los periodistas convencionales.
Dos Ejemplos Mundiales
Muchas organizaciones periodísticas invitan a sus audiencias a contribuir con contenidos. Una variedad de definiciones han sido formuladas para describir este concepto. Algunas de las más conocidas incluyen el de contenidos generados por los usuarios o la audiencia, y el de periodismo participativo o ciudadano. Más allá de las palabras usadas para describir el concepto, el proceso permite a las organizaciones periodísticas asegurar el espíritu creativo de esas nuevas formas noticiosas para hacer un mejor periodismo. Al igual que con los blogs, fueron los mayores sucesos los que destacaron el potencial de los contenidos generados por los usuarios. Los atentados contra un ómnibus y el metro subterráneo en Londres fueron el catalizador para la aceptación de imágenes e informaciones desde las escenas de la matanza. La BBC recibió en una hora después de la primera explosión más de 50 e-mails con fotografías y videos adjuntos. La primera imagen publicada de los atentados apareció en un sitio de moblog. Unos 3 mil moblogueros enviaron fotos y videos a un sitio llamado Moblog UK en los días posteriores a los atentados. Uno de sus fundadores reveló que fue la primera vez que el moblogging había jugado un papel significativo en la cobertura de una noticia de último minuto o actualidad inmediata y urgente (breaking news) en la Gran Bretaña. Fotos de aficionados con teléfonos móviles y cámaras digitales originaron la mayor parte de la cobertura visual de los atentados. Las imágenes de los celulares tomadas por los sobrevivientes en el metro fueron ampliamente usadas por las televisoras y los diarios.
Lo ocurrido confirmó lo que la anunciada democratización de los medios se había hecho realidad con miembros del público transformados en fotógrafos y reporteros. Las más dramáticas imágenes de los atentados fueron captadas por el público. Los periodistas profesionales generalmente llegan al escenario de los sucesos cuando éstos ya han ocurrido, pero los aportes de las audiencias muestran los sucesos en el momento mismo de las ocurrencias.
La cobertura de diciembre del 2004 del tsunami en el Sudeste del Asia y sus secuelas fue otra gran historia que reveló el valor de los contenidos generados por los usuarios.
Nuevas formas participativas
Como ya se ha aventurado en alguna ocasión, las nuevas formas de implicación superan a algunas de las antiguas formas participativas. Se reconoce que ante la interactividad propiciada por las nuevas tecnologías, las cartas al director, el derecho de réplica, el derecho de aclaración y hasta la intervención de oyentes y telespectadores en las emisiones en directo, pasan a la prehistoria de la información. Esa interactividad a la que se hace referencia es una de las características que distingue a Internet de los medios de comunicación convencionales.
Durante los últimos años, han sido muchas las publicaciones que se han lanzado a la búsqueda de nuevas maneras de lograr que los lectores tengan un mayor protagonismo, una mayor participación en el proceso de elaboración de las noticias. Los hay que experimentan con blogs de lectores u otras formas de generar contenidos comunitarios. El OhMyNews de Corea del Sur, por ejemplo, lleva varios años publicando colaboraciones de lectores. En España se tiene el caso ¡Qué! el cual se presenta como el primer diario español elaborado por sus propios lectores. Y en Estados Unidos, la cadena CNN de noticias por cable, en sus versiones televisivas y en Internet presenta aportes de los televidentes en fotos y videos, por lo común capturados por teléfonos celulares.
A decir verdad, es difícil determinar cuántas personas consideran medios de comunicación a páginas de Internet no vinculadas a ningún medio tradicional, pero que cubren una demanda informativa no satisfecha por los medios. El periodismo participativo o periodismo ciudadano es una realidad que reta el statu quo mediático. Este nuevo paradigma también se denomina bajo diversos términos: periodismo cívico o periodismo social, si bien este último concepto se emplea para definir un periodismo que asume su responsabilidad en los procesos sociales, que reflexiona sobre su papel en el devenir social y que se preocupa por la búsqueda de soluciones. Paralelamente, también hay autores que definen el periodismo cívico como un tratamiento de la información basado en la complicidad y corresponsabilidad del medio con los problemas de una colectividad concreta.
El objetivo del periodismo ciudadano es incitar a cambios. Davies Merritt, considerado como el padre del concepto de “civic journalism”, decía que la prensa contemporánea necesita ser capaz de trascender la misión limitada de contar las noticias, hasta una misión más amplia, de ayudar para que la vida pública funcione bien y de actuar fundándose en este imperativo.
Esta cuestión, aún poco abordada en textos académicos y periodísticos, es más que probable que continúe siendo objeto de reflexión, porque la tecnología avanza a una velocidad vertiginosa.
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La Televisión y el ‘Síndrome Fujimori’

Es una realidad desalentadora que la televisión informativa peruana de los últimos tiempos se desarrolla de acuerdo con una nomenclatura noticiosa que privilegia los casos de impacto fácil y escandaloso. Que no respeta, por lo común, los principios básicos del periodismo como la objetividad, la imparcialidad, la veracidad, la honestidad y la responsabilidad.
Desde el año 2000, con los sucesos políticos ocurridos, el periodismo televisivo en el Perú entró a una etapa de desconcierto y pérdida de orientación sólida. Hasta ese año, la televisión, como ningún otro medio, fue manipulada y sometida a los intereses del régimen fujimontesinista. De ahí que cuando hubo cambio de régimen, en el periodismo, especialmente en el televisivo, brotó el “síndrome Fujimori”. Es decir, el rechazo a lo que había sido expresión informativa diaria: preponderancia y gran despliegue de las actividades del fugado ex presidente. La consecuencia fue minimizar al extremo los actos y acciones que protagonizaba el nuevo Primer Mandatario.
Si antes Fujimori era la figura informativa estelar en los noticieros, en adelante, la nueva imagen presidencia, encarnada por Toledo, debía ser abreviada y casi ignorada. El periodismo consideró que era la manera de demostrar que se había producido un profundo y radical cambio. Había que demostrar que se vivía una etapa en la que los medios eran ajenos a la influencia del poder político.
Pero esta decisión condujo al periodismo televisivo a cometer torpezas que le impidieron ejercer la tarea informativa con criterios profesionales y, sobre todo, esencialmente periodísticos. Esto se comprobó de una manera brutal y sin justificación alguna, cuando el noticiero de más sintonía relegó y minimizó la información de la presencia del primer presidente peruano ante el Congreso Chileno, en agosto del 2002, considerada, con mucha razón, como histórica en la relación entre los dos países El noticiero emitió la nota en la segunda parte del programa – la de menos sintonía- entre sendas informaciones de una vacunación de perros y la captura de un delincuente. Más aún, la vacunación de los canes tuvo más duración y despliegue que la dedicada a Toledo ante el Congreso Chileno.
Sin duda, una criticable pérdida de brújula en la calificación y selección noticiosas de los editores peruanos. Hay que precisar que para los teleinformativos sureños, como no podía ser de otra manera, la presencia de Toledo fue la información principal de sus programas.
El “síndrome Fujimori” fue uno de los factores que mediatizaron y rebajaron la calidad y jerarquía informativas del periodismo televisivo, porque la predisposición a minimizar las noticias relacionadas con el Presidente Toledo – y, después con el Presidente García- se extendió a todo lo que tuviera contenidos de seriedad política o de trascendencia e importancia en general.
Otro factor fue originado en la competencia desesperada y sin cuartel para obtener sintonía o ráting. Para ello, los canales apelaron, preponderantemente, a la cobertura de los sucesos policiales y judiciales (asaltos, secuestros, accidentes, procesos). También a destacar los escándalos políticos, farandulescos y deportivos. Hasta los noticieros, otrora serios y responsables, apelaron a esas informaciones en el convencimiento de que ganarían mayor ráting con la acogida en los sectores c, d y e; es decir los estratos populares y más numerosos, menos exigentes en cuanto a la calidad de los mensajes.
Fue tal la insistencia en esta tendencia que nacieron los reporteros especializados en la “telenovela noticiosa”, que no es otra cosa que la cobertura de los sucesos truculentos con extensas imágenes de todos los ángulos, emitidos con una narración efectista y dramática. Esta cobertura total y a fondo se justifica en casos realmente valiosos, pero no en sucesos nimios y sin mayor trascendencia, como son muchos incidentes policiales. Y menos cuando se trata de forzar, con clara y ostensible intención sensacionalista, el contenido noticioso.
Hubo y hay ediciones televisivas en que las notas deprimentes de dolor, sangre y escándalos ocupan casi la mitad de la duración de los programas informativos.
Por otra parte, en su afán de lograr la “mejor” información y, sobre todo, la “exclusiva”, los periodistas televisivos fueron burdamente manipulados. Por ejemplo, cuando se desataba un conflicto sindical, los manifestantes exageraban espectacularmente su accionar porque sabían que las cámaras de televisión iban a captar sus violentas protestas. Cuanto más cámaras más violencia. Cuanta más violencia más noticieros impactantes. Los dirigentes manipulaban de esta manera la cobertura periodística para el logro de sus demandas.
También los políticos llevan de las orejas a los periodistas y fijan la agenda informativa que les interesa cuando hacen declaraciones donde hay más trampas desinformativas que comprobaciones de hechos. Es otra de las manipulaciones que sufre el periodismo, en especial el televisivo. Las cámaras, los micrófonos y las grabadoras ejercen para los políticos un magnetismo descomunal.
En el aspecto de la televisión de investigación y de programas semanales se apreció un afán de exagerar los reportajes de denuncias, muchos de ellos carentes de la suficiente indagación y cruce de fuentes, que, inclusive, llegaron a los terrenos del libelo y la difamación. Personajes preferidos y buscados fueron los familiares del primer mandatario. En algunos casos, con motivos muy justificados; en otros, con una exagerada y sensacionalista intencionalidad. Por ejemplo, el incidente de un sobrino con el guardián de una playa de estacionamiento mereció largos minutos en los programas, con un empeño periodístico digno de sucesos de mayor significación
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