Trabajo realizado como parte del curso de Geografía.

Nuestra mal llamada Costa Verde, porque de verde queda poco o nada, no tiene el cuidado ni el valor que dicha parte de la cuidad se merece. Al parecer solo se piensa en ella cuando se acerca el verano, pues se genera la necesidad de hacer uso de sus playas. La Costa Verde, una de las válvulas de escape de la ciudad, se ha convertido de un tiempo a esta parte en un complejo comercial tomado por grandes restaurantes, principalmente, que se aprovechan de la popularidad del lugar para sacar provecho y al mismo tiempo destruir el entorno.

El problema de la Costa Verde no es de ahora, lamentablemente las diferentes administraciones han contribuido al desgaste de las playas y del acantilado. Por un lado las licencias de funcionamiento de los locales junto a la playa han ocasionado que poco a poco estos de apoderen de los espacios públicos de las playas. Por otro lado, los empresarios, dueños de los restaurantes,  en su afán de delimitar el territorio apropiado ilegalmente cercan con materiales (cemento y fierro) que malogran el medio ambiente y los ecosistemas marinos y no marinos. Asimismo, el usuario a pie también contamina las playas, pues no hay una cultura para vivir en armonía con el entorno, ya que arrojan desperdicios en lugares inapropiados haciendo que la contaminación sea una amenaza a la vida marina y a los ecosistemas en general.

Hay trabajos por parte de las municipalidades y la empresa privada, pero el problema es que se hacen sin coordinación y planeamiento. Estas entidades trabajan según la necesidad del momento y no tienen en cuenta que el uso de determinados materiales como el fierro y el cemento no son apropiados para la zona, debido la salinidad del lugar.

Los bañistas, deportistas y lugareños también han ocasionado que la contaminación y el deterioro del lugar se acelere, pues sus malas prácticas como el arrojar la basura o contaminar el agua dulce de las vertientes producen un daño irreparable para los demás seres vivos que habitan en el lugar.

Finalmente, no todo es malo, pues hemos visto que la naturaleza se resiste a dejar morir algunos recursos como las vertientes de agua dulce o la poca vegetación que queda en las playas o en el acantilado. A pesar de todo, la empresa privada y los municipios han contribuido en algo para darle más vida y valor a la zona (lo que no está bien que ese valor sea netamente comercial).

En ese sentido, es responsabilidad de todos los que hacemos uso de las playas y del sector en general ayudar a conservarlo para las futuras generaciones. De lo contrario se perderán, por un lado, un espacio importante de la ciudad que funciona como válvula de escape para la población y, por otro, la historia geológica de la nuestra ciudad y de la zona costera en general.

Leer el informe completo en:

http://textos.pucp.edu.pe/texto/LA-PROBLEMATICA-DE-LA-COSTA-VERDE

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