Crecer duele

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por Rolando Arellano C. Dr. en Marketing

¿Por qué, pese al crecimiento económico y disminución de la pobreza, en el Perú se incrementan las protestas sociales, como las de algunos pueblos, maestros, mineros o choferes? Unos dicen que ellas son sólo producto de agitadores políticos, otros que ese crecimiento no es real, y algunos los explican porque éste no llega a las mayorías y amplía la desigualdad. Creemos más bien que los conflictos son síntoma de que el crecimiento si es real, y está llegando a mucha gente, pero que conlleva los desequilibrios y problemas inherentes a todo proceso de cambio. Veamos.

Es cierto que existe desigualdad económica y ello genera descontento, pero las cifras dicen que ésta desigualdad no ha aumentado en los últimos años y por lo tanto no podría ser causa del incremento de los problemas. Incluso, más allá de los datos oficiales, estudiosos como Richard Webb muestran que la diferencia disminuye, debido a que, por ejemplo, las zonas rurales más pobres crecen a tasas mayores que las zonas urbanas.

Quizás se esté dando entonces la “paradoja del crecimiento infeliz”, señalada por Eduardo Lora, economista principal del BID, que en el 2009 encontraba que hay más descontento en los países que crecen más rápidamente (y que el Perú es el caso más extremo en América). Ello coincidiría con el hallazgo de Javier Iguíñiz, del Acuerdo Nacional, de que los peruanos más radicales no son los más pobres, sino los que están en proceso de ascenso (“Desigualdad Distributiva en el Perú: Dimensiones” PUCP 2012). Ambos estarían cerca de la teoría de A. Maslow, que dice que cuando las personas satisfacen sus necesidades básicas (alimentación, vestido..) empiezan a preocuparse de sus necesidades secundarias y sociales (seguridad, poder etc.). Si hoy mucha gente en el Perú tiene lo básico resuelto, resulta natural que quiera respeto y reconocimiento, más allá de solamente trabajo o alimento. Y, siendo más banal, todo vendedor sabe que cuando un cliente crece se vuelve más exigente. Resumiendo, el mayor bienestar incrementa las demandas.

¿Qué hacer ante esta situación? Algún extremista diría que debe evitarse el crecimiento, como hacían los señores feudales al negar instrucción o bienestar a su gente, para impedir que se subleve. Evidentemente eso condenaría a ricos y pobres al estancamiento y problemas mayores que ya conocemos. En el otro extremo, hay quienes sugieren repartir hoy todos los beneficios del crecimiento, tal como hacen algunos países vecinos. Pero sabemos que eso limitaría la inversión y el crecimiento futuro, pues querer todos los huevos hoy, mataría a la gallina.

Resulta por tanto más lógico continuar impulsando el desarrollo, para que la mayoría de peruanos atravesemos rápidamente el periodo de crisis propio del crecimiento, aunque eso conlleve que aparezcan demandas mayores a las usuales, y que se exijan nuevos derechos. Aceptando que quizás hoy, 50 años después que Luis Alberto Sánchez escribiera que el Perú era un país adolescente, se esté dando realmente esa situación.

En cualquier caso, si aceptamos que los problemas de hoy son producto del crecimiento y no una distorsión de éste, tendremos más disposición a ser flexibles en las negociaciones, a interpretar mejor los signos de cada parte, y a usar la autoridad de manera más efectiva. Pero no esperemos que sea fácil. Porque crecer duele.

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