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Alejandro Romualdo

El mundo poético; en general, literario y cultural; está de luto por el fallecimiento de Alejandro Romualdo. Él nació en Trujillo en 1926 y falleció el pasado 27 de mayo en su hogar en el distrito limeño de San Isidro.
Hace más de cinco años transcribí algunos poemas suyos que encontré en textos escolares y hoy los camparto por este medio.

La paloma de alas rojas
Poema de amor patriótico.

Mira, madre, en el cielo una paloma
de alas ensangrentadas: ¿Quién la ha herido?
Mira cómo se agita, prisionera,
desesperadamente por su nido.

Mira, madre en el cielo otra paloma,
y otra paloma igual, ensangrentada.
Mira cómo palpita, traspasada
por una flecha, y vuelta prisionera.

Vamos a liberarla por el cielo,
y que retorne con la primavera.
Paloma roja y blanca de mi pueblo.
Paloma de alas rojas, mi bandera.

Canto coral a Túpac Amaru
Oda al descendiente de incas y fundador de la identidad nacional peruana.

Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca,
lo volarán:
¡Y no podrán matarlo!

Le pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán.
¡Y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes. Y con clavos,
sus costillas. Le harán morder el polvo.
Lo golpearán:
¡Y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza
lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
¡Y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.
Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver.
¡Y no podrán matarlo!

A otra cosa
Alejandro plasma el sacrificio del poeta, su decisión heróica, presagios. Palabras que denotan genialidad y sublime expresión del poeta.

Basta ya de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara
al mundo y a la vida que me toca.

Quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa
con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales.
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llano a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por sus nombres.

Avívense la vida. Dense prisa,
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!

Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y el aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.

En alta voz
No he de callar
(Quevedo)
Aún no encuentro mayor misterio salvo el tema con el poema de Quevedo. Tal vez una mayor luz nos brinde una detenida lectura y entendimiento de rimas, contrapuntos e ideas.

No he de callar mordiéndome la vida,
callar con todo el cuello, muerto o vivo.
Debo decir palabras desolladas,
o taparme la boca con un grito

de sol de paz, de amor. Es necesario,
trinar a plena luz, echarse el alma
a la esperanza, alzarse hacia la vida.
Es necesario un vuelo de campana

doblando a sol. A paz en sol mayor.
Ya que esta herida del Perú nos habla
con la voz de la sangre tinta en furia.
No he de callar mordiendo mis palabras.

Debo gritar: caer de boca al viento.
Sosteniendo una luz y una tonada.
Y no callar: caer de voz al tiempo
con la boca cerrada y empozada.

Dejadme solo, si queréis. Dejadme.
Solo el amor me deje sin palabras.
No he de callar. He de seguir trenzando
mi canto. Como un nudo en la esperanza.
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