O cuando los cielos tocaban las páginas de mi historia. Me canso desde las noches tuyas y mías, en estas conversaciones en las que parece ser todo excesivo, en que todo aparenta un cumulo usual de historias y el diálogo sale a luz casi en un vomito de ideas como ahora, como este ciclo eterno de poesía dolorosa si es que acaso merece ser llamada poesía. Sofía, me canso de darte besos si es que ese cansancio fuera en alguna dimensión posible. Me puede abordar la vida con llagas en los labios doliendo en el fondo del alma. Estoy tremendamente cansado de hacerme de tus historias tan básicas y absurdas y de esperar tus espasmos de locura que evades como si no fuera por ellos que siento que mi vida se arma. Me ponen muy intranquilo las noches en las que te quedas viendo una pantalla intentando ver vidas que no te corresponden y observando los diálogos de mentes que no te toman en cuenta.
Eso es la vida contigo Sofía, una consecuencia de lunas que hieren en la horrenda rutina del cansancio mental, eso es la vida contigo, un ir y venir de rocío en que la humedad piensa más profundamente que tú cuando va cayendo y en que yo me expongo a los rumores del resto, a ser considerado un gran tarado por estar aquí, esperando que vuelvas para hablarle a la persona que acaso quiero que permanezca divagando, siendo más profunda de lo que suele ser, planteándose acordes distintos, cansándose a sí misma de cansarse del resto porque no puede descansar contigo.
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