Cuando Lima brama por mí
y me pide de vuelta de la manera mas aparatosa;
yo callada y sin despedidas
me atengo a su decisión
y vuelvo a ella sin requintar.
Porque nada más hace falta;
Lima llama y yo, vuelvo a ella callada.
Cuando Lima brama por mí
yo vuelvo a ella,
a su siempre agitado corazón,
a su sabor a nada.
Vuelvo sumisa
porque es ella siempre la ama
y yo siempre la esclava;
no la puedo ver de frente
ni echarle en cara sus defectos.
Cuando ella llama
vuelvo a las cosechas diarias
de sus lunas tardías,
a ser marcada con hierro en la espalda,
a ser una ebria constante del smog
de su parque automotriz tan único.
Vuelvo a ser adicta a su paisaje de humo y cemento
a abanicarla del calor que la acosa
cuando a ella se le da la gana.
Lima es la ama y me asumo su esclava su magestad. Sigue leyendo