Ya me harté
no eres más “mi cariño”
no te quiero siquiera “como te debiera querer”,
me harta tu cuchara contra la copa
que me costó más a mí que a ti,
me harta tu corbata escogida de vitrina
que encaja perfectamente con tu camisa de seda
comprada en Venice.
Me harté de la casa
es la que nunca quise comprar
pero claro, para ti “cariño”
esta sala es la ideal,
odio el blanco humo
lo clásico monocromático no me interesa,
no me interesa tu madre
ni su intención por halagar el horrendo cuadro
que su “benjamín” compró.
Me hartaste maldito idiota.
Me voy de tu casa
pagada por mi cuenta de ahorros;
y arrojo la vajilla de hace cinco generaciones
con el plato en el que se ahogó tu abuela
matándose de la pena;
y mando al diablo a tu madre desquiciada
que debe violar al mudo de tu padre en las noches de luna,
cuando vuelve a su naturaleza de loba.
Me largo
En medio de la cena de aniversario de nuestro “feliz matrimonio”
Porque “cariño”, eres el ser
del que más lejos quiero estar,
con el que no planeo convivir ni una hora más.
Y si quieres más razones “querido”,
me largo porque tú y tu familia
son más vulgares que los perros
a los que alimentamos tan saludablemente.
¿Cómo cariño?… ¿Que recoja los platos?
Sí claro, cómo no;
ya se y solo yo se
el cuidado que los platos de porcelana de tu abuela
merecen. Sigue leyendo