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Me he parado en una plática
como la de los difíciles días juntos,
una en que hablemos de la absurda y abrumadora niebla,
de la composición del tiempo;
¿O era acaso del mar? ¿Hablábamos del mar?
Solo devolvíamos pensamientos desfigurados a lo eterno;
no éramos nada,
nunca fuimos nada y así estaba bien…
El mar hacia el resto,
volvía a sí mismo a cada instante
y nos veía como solo se ve a dos tontos que provocan risa.
Pero el agua, la plática, el tiempo,
las palabras… las de siempre;
y de vuelta el mar.