Hay tres tardes en el año que me hacen recordar
las cosas mas hermosas del mundo;
como cuando vuelvo a escuchar bossa y todo cobra sentido
y nada mas interesa que la voz de Caetano.

O las canciones argentinas que mi abuela canta
en los pocos recuerdos que quedan de ella;
aunque no debe haber nada mas hermoso
que el canto de mi madre
cuando la que canta es su alma
cantando un canto de otro
que es sin embargo mas suyo que de ninguno.

Quizás la segunda tarde me lleva el olor del mar
y me hace correr hacia el como si pudiera nadar toda su inmensidad
pese a mi incapacidad de retar sus olas
y me hace querer ver todo en tonos verdes y azules
como si fuera el mar el responsable de separarme de la realidad
y por un momento pudiera ver todo desde la óptica correcta,
su óptica.

Siempre imaginé que la tercera tarde me lleva a pensar
los lugares que no conoceré…
Porque señores, no soy tan especial,
no me alucino lugares que si existen en el mundo real.

Seguro me pierdo el noventa y nueve por ciento de esa tarde
Porque tampoco logro ubicarme tan bien
en los lugares desconocidos que alucino.

Hay tres tardes del año que me hacen recordar
Las cosas mas hermosas del mundo.
¿Por qué son solo tres?
Porque mi noción real del tiempo
no es tan real.