Tus reclamos, te cuento,
son mis reclamos;
son mis mismos andrajos expuestos al viento;
son las duras pestilencias
de mi propia existencia
en un baúl lleno del moho
que los demás han dejado que nos crezca.
Tus reclamos, te cuento,
son mis reclamos
porque es mi voz chillando
la que expresa tus fiebres,
tus crisis, tus delirios.
Tus reclamos, te cuento,
son mis reclamos
cuando te asesinan sin conocerte,
cuando te insultan sin verte,
cuando te inclinas en las colinas del ardor
y te tiñes las rodillas con sangre,
tus reclamos entonces son míos;
son míos cuando gritas al vacío
en un hoyo de tierra,
de la tierra que ya no quieres pisar.
Cuando sólo esperas que alguien te arranque el corazón
y enfríe tu existencia
en un par de segundos que no puedas sentir.
Mis reclamos, te cuento,
son tus reclamos
cuando salgo a marchar a las calles
por las lágrimas que no te vi derramar,
por el hijo que te arrancaron del vientre,
por los duelos que no pudiste atravesar.
Te cuento, tus reclamos son los míos
desde ya una vida atrás,
la misma vida que no te pude aliviar.