Ensayo resalta crítica planteada por el autor de las líricas y difíciles Confesiones al oscurantismo de la fe cristiana.
Acaba de publicarse Los rostros de Jano. Ensayos sobre san Agustín y la sofística cristiana (Fondo Editorial PUCP, 2011), libro de Luis Bacigalupo que nos permite redescubrir el mundo de uno de los pensadores más fascinantes e influyentes de la filosofía occidental y hacer, además, una revisión profunda de las categorías de las que nos servimos para comprenderlo.
En este trabajo, Bacigalupo nos va mostrando que san Agustín resulta ser no solo un ilustre retórico formado en la tradición jurídica romana, sino un escéptico y un sofista; es decir, se trata de una tesis provocadora que rescata los aspectos positivos de la “sofística” cristiana y critica la pretensión de ignorarla como si se pudiera eliminar uno de los rostros de Jano —dios romano caracterizado por su doble faceta que mira en direcciones contrarias.
En ese sentido, el instrumental utilizado por san Agustín para defender la doctrina cristiana y ejercer su crítica contra la falta de bases científicas de la misma es lo que Bacigalupo denomina el efecto Celso y es el centro significante de la metáfora de Jano.
Este trabajo no solo propone una nueva mirada al pensamiento agustiniano, sino que va más allá al ofrecer una acertada crítica de un cristianismo cuya desatendida veta sofista reclama ser reinventada para expresar la verdad religiosa en consonancia con los signos de los tiempos.
Luis E. Bacigalupo (Lima, 1955) es doctor en Filosofía por la Universidad Libre de Berlín y profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado Intención y conciencia en la Ética de Abelardo (Lima, 1992) y coeditado, junto a Manuel Marzal,
Los jesuitas y la modernidad en Iberoamérica 1549-1773 (Lima, 2007). Asimismo, es autor de numerosos artículos en publicaciones especializadas de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.