Plan lector, ¿dónde estás?

[Visto: 1395 veces]

Cada vez que doy talleres sobre Plan Lector, me quedo sorprendida de cómo en muchas escuelas todavía no se aplica, adecuadamente, las orientaciones curriculares nacionales y didáctica auténtica del Plan Lector. Algunos dirán que es mejor para mi trabajo, pero, la verdad, no es algo que me alegre. Lo que más me alegra es poder apoyar y esta es una forma.

Los profesores de escuelas públicas tienen a su disposición muchos recursos para implementarlo, tanto para la lectura de impresos como la lectura en red. Existen lap top con bibliotecas y recursos web de lectura, módulos de biblioteca, kit de máscaras y láminas, antologías por regiones, manuales con estrategias y técnicas, manuales de recursos educativos, etc. En las escuelas privadas, excepto, tal vez, las más pequeñas y algunas que funcionan con informalidad, cuentan con colecciones de libros, recursos didácticos brindados por las editoriales, software especializados, equipos multimedia por aula, etc. Podemos animar a leer de múltiples formas, no hay excusas.

El Plan lector es una de las estrategias de promoción y animación a la lectura. Existen otras, como la visita de autor, las actividades lectoras fuera de aula, las actividades en torno a un libro elegido, las lecturas públicas (caminatas de lectura, las cadenas de lectura), las diversas actividades lúdicas y artísticas ligadas a la lectura, etc. Recuerdo que en el año 2006, rediseñé el Plan Nacional de Lectura al 2022 como parte de la Consultoría que desarrollé y que fue financiada por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). En dicho documento, proponía, además de las estrategias antes mencionadas, “Los Consultorios lectores”, “Las Dulcerías lectoras” y los “Recreos de lectura” para sumarlos a la práctica ya iniciada en PROMOLIBRO de “Lectura en parques”, en la que participé por varios años, gracias a la colaboración de muchos promotores de lectura dirigidos por el Dr. Ernesto Yépes.

Volviendo al Plan lector, se trata, pues, de un listado de libros propuesto según los intereses de los estudiantes, potenciales o efectivos lectores a quienes se dirige esta estrategia con al finalidad de formar o consolidar su hábito lector. Como parte de tal planificación y, siguiendo las orientaciones del sector, debe diseñarse estrategias que animen a leer (nos referimos al concepto “animación a la lectura” y no sólo a la mera invitación a leer como lamentablemente dicen algunos por ignorancia). Lo recomendable es seguir la última norma de Plan Lector dada en el año 2008, en la cual pudimos aportar muchos didactas de lectura con experiencia de trabajo en aulas. Esta norma superaba ciertas omisiones y limitaciones de carácter didáctico, brindando pautas específicas por nivel.

El profesor coordinador del Plan Lector no tiene que ser necesariamente el del área de Comunicación, lo más importante es que sea un docente que tiene el hábito lector y cualidades como promotor y animador de lectura. Pues, como siempre digo, “si uno no está animado, no puede animar a nadie”. Por otro lado, si el Director de la escuela no se compromete con esta tarea y no se anima a leer y promover la lectura, no se asegura la sostenibilidad y buen funcionamiento de esta estrategia. Lo ideal y posible es que toda la comunidad educativa sea lectora y esté comprometida con la lectura más allá de las modas, con el deseo de vivir la experiencia que tanto inculcan docentes y padres sea con su palabra y, algunos, con su acción.

Desde el otro lado, se sabe que lo más importante es que sean los estudiantes los que propongan los libros y los profesores vean los mecanismos para lograr esta participación, así fuera de manera parcial o muestral. Lamentablemente, es una práctica poco realizada. Por experiencia propia y por mi formación en Lectura Escritura y Educación (FLACSO Argentina), considero fundamental hacer un diagnóstico de la realidad cercana y personal de los estudiantes. No se trata de preguntarles si les gusta leer o no, si les han leído o si leen en casa, si sus padres leen o si tienen libros en casa; lo más importante es conocer sus gustos, aficiones, intereses, hechos familiares, amistades, en qué ocupan su tiempo libre (si lo tienen), si tuvieron una mala experiencia relacionada con la lectura y escritura, si le gusta conversar y sobre qué, etc. Sólo así, podremos apoyarlos en el proceso de formación del hábito lector desde la escuela y con el Plan Lector.

Finalmente, – y sólo porque esta entrada está quedando extensa – me referiré a la evaluación del Plan lector de manera general. En primer término, no se “evalúa” (menos en términos de calificarlo) al estudiante, no se le aplica fichas de comprensión, fichas de análisis, control de lectura ni nada semejante que esté relacionado con la desconfianza de si cumplió con leer o su capacidad de comprensión. Se trata de evaluar los objetivos del plan que fue elaborado por el docente. Si hacemos preguntas de comprensión para calificarlas, estamos haciendo el trabajo del área de Comunicación, no estamos animando a leer. Animación lectora y comprensión lectora son complementarios, pero son dos conceptos independientes, con distintos objetivos.

Así el docente no tuviera mayores recursos materiales, tiene su vocación y sabe que su palabra, su creatividad, su capacidad de resolución de problemas, sus habilidades comunicativas, etc. pueden lograr muchas cosas para la mejora de su práctica docente y de su deber como animador y promotor de lectura.

Seguiremos comunicándonos…

20130430-images_-58-.jpg

Read More