La casa de la abuela

Tuvimos que romper la puerta para poder entrar, habían tapeado todo desde arriba, igual no demoramos mucho ya que éramos cuatro hombres, jóvenes e impetuosos, sobre todo por entrar a ese terreno que tantos recuerdos nos traía.

La gran casa de la abuela ese gran patio en el que se tejían interminables aventuras hasta que se ocultaba el sol y empezaba a correr un viento helado que nos hacía buscar mejor recaudo cerca de la abuela en la cocina.

Ahora eramos los cuatro ya todos unos hombres, al lograr entrar y recorrer por fin cuarto por cuarto, felices nos encontramos al fin los tres en el patio faltaba Matías el menor, al poco tiempo de darnos cuenta escuchamos su voz llamándonos desde el cuarto del fondo, se le veía atónito y consternado, y ya sólo atinaba a señalar a nuestra abuela que colgaba de una viga y hecha ya una osamenta.

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