PANDO 5:00 AM. DESPERTANDO CON LA CIUDAD

08717493 10 noviembre, 2017

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Soy una persona “mañanera”. Funciono mejor a esas horas. La madrugada me encanta.  Me gusta sentir como la vida comienza a apoderarse de la ciudad, como lo quieto comienza a adquirir movimiento, como del silencio comienza el sonido…y así, como lo inerte comienza a adquirir vida. Y es que el sonido tiene esa particularidad por encima de lo visual. Esto último se asocia a la existencia quizás, justamente, por su tradicional característica y uso mimético. Pero el sonido, algo tan abstracto como el olor o el sabor, nos remonta a la experiencia de estar vivos, a la vida misma.  Y es que “la sensación sonora nos envuelve; percibimos el sonido de forma integral, ubicua, multidireccional y continua; el sistema auditivo es nuestro guardián porque incluso cuando descansamos, está alerta” (Gértrudix y Gértrudix, 2009, p. 259).

Trabajo mejor al abrigo del silencio de la noche, pero luego de algunas horas de descanso. Por eso digo que soy “mañanera”. Es el silencio el que me permite escuchar mis pensamientos. Solo uno que otro sonido a lo lejos, me recuerda el mundo que me rodea. Lo hago a partir de la medianoche y hasta el amanecer que, por lo general, me sorprende cuando recién alguna idea me parece más o menos interesante para desarrollar.  En este ejercicio he buscado registrar esos momentos. El sonido se registra por momentos estáticamente y por otros en movimiento siguiendo la rutina habitual que me lleva a despertar con la ciudad.

La noche se hace presente a través del trinar de las aves. Luego, el sonido de los motores de los aviones me avisa que el día comienza, aunque el sol no salga todavía. Qué se puede hacer. Así suena la vida en San Miguel. Mientras, el continuo “clickear” del mouse señala que sigo leyendo con mi laptop en la cama. De repente, Oswaldo, mi gran dogo argentino, protesta débilmente. Crucé lentamente mis piernas y se incomodó. El muy fresco se subió a mi cama durante la noche. El timbre de la puerta de la calle suena, anunciando que la llegada del panadero. Los ladridos de un perro a lo lejos le comunican su presencia al barrio entero.  Salgo de la cama sin poder evitar el sonido del roce de la laptop con las sábanas y el de las sábanas y frazada al doblarse. Ozwaldo y yo bajamos lentamente las escaleras. Luna, mi boxer albina que dormía a los pies de mi cama, se nos adelanta. El sonido rápido de sus pisadas en contraposición al sonido lento de las nuestras denota su juventud. Abro la puerta y desamarro la bolsa de plástico con el pan de la perilla de la puerta. ¡¡Cómo suena el plástico!! Voy a despertar a los vecinos, pienso. Los perros se emocionan y agitan. ¡¡Les encanta el pan!! Les digo que regresemos al cuarto, pero ellos insisten y revolotean alrededor mío. Me dan risa, pero río bajito. Es muy temprano todavía y ya los perros con su revoloteo han hecho suficiente ruido. No les hago caso y subo al segundo piso. Prendo la televisión bajito para ver si ocurre algo más en el país que el próximo partido de Perú. Casi sin darme cuenta, Ozwaldo me espera echado en mi cama. Lo beso para que me deje entrar nuevamente a ella. Pero su gruñido me indica que no quiere. Insisto con otro beso. Sigue protestando. Lo beso más. Le gimo como pidiéndole por favor. Pero, no hay caso. Su persistente gruñido me dice que no quiere. Me doy por vencida. Voy al baño a miccionar. Desenrollo un pedazo de papel higiénico y me seco la vagina. Jalo la palanca. Abro ducha y dejo un rato hasta que salga el agua caliente. La puerta de la corrediza de la ducha hace un chirrido no muy agudo al abrirse e ingreso bajo el agua. Me baño casi silenciosamente, pero ¡¡Ay!! el agua no está tan caliente como quisiera. Termino y cierro el caño. Nuevamente, la puerta de la ducha hace un chirrido al abrirse y salgo. Me seco el cuerpo silenciosamente. El día está por comenzar. Me acerco al lavatorio y abro el caño. Me lavo la boca y la cara. Enjuago mi cepillo y lo golpeo contra el lavatorio. Cierro el agua. ¡¡Hqq!! Es hora de irse a trabajar.

Siento que logro el objetivo. El registro sonoro captura esos momentos y logra contar una “narrativa” que da cuenta no miméticamente de ellos en tanto su aquí y ahora, como diría Arjun Appadurai. Esa es la virtud del sonido. Sugiere una presencia sin verla, solo a través de la percepción de sus interacciones.

Los paisajes sonoros se encuentran en constante evolución de acuerdo a cómo el entorno donde son generados cambia sus características: tienen historicidad y van de la mano del devenir de una sociedad. Todo registro del paisaje sonoro (ya sea una descripción escrita o una grabación) se puede considerar como un documento histórico sonoro en cuanto se delimiten las características temporales del mismo. El conocimiento de la aparición de nuevas tecnologías (como la ruptura ocasionada con la Revolución Industrial) y la desaparición de distintos objetos y herramientas facilitará dicha concepción, ya que, por ejemplo, no existían sonidos sintetizados antes del siglo XX y difícilmente escucharemos hoy en día sonidos que existieron pero de los que no quedó registro alguno. (Woodside, 2008, pág. 3 citado por Gértrudix y Gértrudix, 2009, p. 260).

Y es que comunicarse a través de lo sensible, es decir de los sentidos, es aceptar la contingencia, la polisemia y lo efímero de dicha interacción. En compensación por ello, la comunicación sensible nos ofrece otra dimensión epistemológica del evento comunicativo. Y, creo, que obviamente eso es lo que le seduce a la antropología en su búsqueda por comprender la vida humana.

(…) La etnografía sonora ofrece marcos de reflexión y metodologías de análisis que buscan posicionar al sonido (y ya no sólo a la música) como un medio de investigación en su propio derecho, es decir, como una forma de conocimiento capaz de nutrir a los estudios antropológicos desde una dimensión epistemológica distinta a la verbal. (…) a través de lo sonoro es posible comprender aspectos particulares de una cultura (…) (García, 2017, párrafo 3).

Para aquellos que, como yo desde el arte, asumieron el reto de comunicarse a través de lo sensible. Sabemos muy bien que lo sensorial no argumenta, no explica, no convence. Lo sensorial, seduce. Utiliza la percepción sonora[1] para construir significado. Es, decir, construye un conocimiento afectado por nuestra propia subjetividad. No dudo de la capacidad de comunicar del sonido y, por ende, de sus posibilidades como fuente de información y objeto de estudio. La mediación sonora tiene un enorme potencial comunicativo.

El hombre entra en contacto con el mundo a través de sus sentidos, cada uno de ellos le permite conocer alguno de los aspectos del entorno que le rodea. En esta necesidad por percibir el entorno a través de los sentidos, el sonido se convierte en un elemento fundamental para transmitir y recibir información. Después del habla, la música es el sonido más importante generado por el hombre, es una estructuración de sonidos que constituye un lenguaje imaginario con un valor expresivo propio. La música es un instrumento comunicativo fundamental que persigue describir conceptos, sensaciones, lugares, situaciones…, y por esta razón, las diversas culturas la han utilizado como un potente agente de socialización, ya que siempre ha tenido un poder y una vocación educativa importante que ha sido fundamental para la construcción social de identidades y estilos culturales e individuales (Hormigos, 2010, p.94).

Sin embargo, dentro de la cultura visual reinante en el mundo actual, el poder comunicativo del sonido por lo general se ve opacado frente a la capacidad mimética de la visión. De allí que, al inicio, no coloco imagen para escuchar el sonido en este trabajo.

The impact of critiques of “visualism” advanced by Walter Ong and other scholars of orality on the then emergent interpretive anthropology, he suggests, has made us aware of the need for a “cultural poetics that is an interplay of voices, of positioned utterances” (1986: 12). In such a poetics, he claims, “the dominant metaphors for ethnography shift away from the observing eye and toward expressive speech (and gesture). The writer’s ‘voice’ pervades and situates the analysis, and objective, distancing rhetoric is renounced” (Erlmann, 2005, p. 1).

A mi entender esa poética de la cual habla Eldermann (2005) es justamente el lenguaje poético, a cargo de la sensibilidad, como fuerza expresiva y riqueza de la descripción, que contraponía Baumgarten en referencia al pensamiento estético (Del Valle, 2011). Mi pregunta es, entonces, ¿Cómo construir la episteme[2], base de todo conocimiento científico a través del pensamiento estético? Una cosa es la capacidad comunicativa, la mediación sonora y otra la construcción de conocimiento científico que, aun en el caso de las ciencias sociales, invariablemente está asociado a la representación lógico-científica, a cargo de la inteligencia, como un signo conceptual que ofrece un significado claro, distinto y abstracto que da la perspectiva general (Del Valle, 2011). Aunque lo expliqué en extenso en mi trabajo crítico 2, creo que no dije claramente que mis dudas van un poco por el lado del uso expresivo que le da Westerkamp (1974) al sonido, como parte de la construcción de sus etnografías. Yo puedo entender eso, desde una perspectiva artística, donde lo expresivo es fundamental. También lo puedo entender su uso como parte de las estrategias comunicativas para difundir los resultados a los que arriba en una etnografía. Pero eso d manipular el registro sonoro para expresar una subjetividad, me parece que ya no forma parte de la antropología sino del arte.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Del Valle, J. (2011). La dignidad de la imaginación. Alexander Baumgarten y el contexto del nacimiento de la estética. Areté. Revista de Filosofía. Vol. 23, N° 2, 2011, ISSN 1016-913X, Lima: Fondo Editorial PUCP, pp. 303 – 328

Erlmann, V. (ed.). (2005). Capítulo 1: But What of the Ethnographic Ear? Anthropology, Sound and the Senses. En: Hearing Cultures: essays on sound, listening and modernity. Oxford and New York: Berg.

García, J. (12 junio 2017). El oído etnográfico. Epílogo del dossier La escucha etnográfica. En: Armstrong Liberado [blog]. Recuperado de https://armstrongliberado.wordpress.com/category/la-escucha-etnografica/

Gértrudix, F. y Gértrudix, M. (2009). Etnografía de una Música Envolvente. Notas y reflexiones sobre los antecedentes del ideario técnico REVISTA ICONO 14, 2009, Nº 13, pp. 259-277. ISSN 1697-8293. Madrid. Recuperado de https://icono14.net/ojs/index.php/icono14/article/download/326/203

Hormigos, J. (2010). La creación de identidades culturales a través del sonido. Comunicar, Revista Científica de Educomunicación, Nº 34, v. XVII, ISSN: 1134-3478; pp. 91 – 98 Recuperado de http://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=34&articulo=34-2010-11

Westerkamp, H. (1974). Soundwalking. En: Autumn Leaves, Sound and the Environment in Artistic Practice, Ed. Angus Carlyle, Double Entendre, Paris, 2007, p. 49 Recuperado de http://www.sfu.ca/~westerka/writings%20page/articles%20pages/soundwalking.html

[1] La percepción es un fenómeno interpretativo que permite comprender la realidad a partir de la experiencia sensible que combina la información recogida por nuestros sentidos, los esquemas cognitivos y valorativos aprendidos (sean visuales, sonoros, olfativos u otros) y las experiencias personales anteriores. Es forma eminentemente subjetiva de conocer.

[2] Episteme = Fil. Saber construido metodológica y racionalmente, en oposición a opiniones que carecen de fundamento. (RAE. Recuperado de http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=episteme.

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