Regreso, después de muchos meses en los que he preferido otros espacios para comunicarme. Un tiempo en el que estuve entre el duelo, la vida casera y el trabajo incansable por la educación para el perfeccionamiento humano. Aún sigo, yo misma, en esa batalla de mejorarme.
Durante este tiempo, ya me he pronunciado en las redes sociales dando mi opinión sobre la gestión actual del Ministerio de Educación. Tengo muchos amigos y ex compañeros de trabajo allí; y, quienes bien me conocen, saben que mis críticas siempre son acompañadas de propuestas, aunque a veces me descontrole y sea irónica o dura. Claro, también puedo equivocarme y siempre sé reconocerlo.
Esta vez, quiero referirme a la demanda que hago de una acción más sostenida, consistente, creativa y crítica (sobre todo autocrítica). Y, ¿por qué de nuevo? Porque es la primera vez que una gestión educativa tiene tan valioso presupuesto y las mejores oportunidades y condiciones para ejecutarlo y, aún, no lo hace como corresponde (fue la causa principal de la salida de Salas). Es cierto que hay esperanzas con el Ministro Saavedra, pero hay poco tiempo y, él desconoce la integralidad de la problemática educativa y la complejidad del sector público.
Como ya se está haciendo mucho por dar a conocer las acciones que esta gestión considera como mejoras en todos los casos, me referiré a lo que no se dice o se dice a medias. Me parece extraño que no se sientan (aunque tal vez las haya y aún no las conocí) las críticas del SUTEP, los análisis, reflexiones demandantes y acciones concretas de MCS, Consejos, Foros, ONG en general, Consorcios, Asociaciones, etc. ante situaciones como las siguientes:
1- Sobreexposición, en los medios de comunicación, de personas, cargos, actuaciones, actividades, sin asesgurarse de la calidad pedagógica y pertinencia didáctica de los contenidos.
2- Desorganización en la secuencia, conducción de las estrategias formativas y planteamiento didáctico de la reforma curricular.
3- Sobre valoración y manejo poco objetivo de ciertos proyectos y programas refiriéndolos como innovadores cuando se trata de temáticas, planteamientos y aportes que datan del siglo pasado (inteligencias múltiples, inteligencia emocional, investigación acción, aprendizaje significativo, aprendizaje por proyectos, ABP, neurociencia, etc.). Lamentablemente, esto da cabida a que arribistas y oportunistas, sobre todo, en provincias, aprovechen esta situación generando un nuevo “mercado”.
4- Poca atención a los temas importantes de este siglo y que podrían ir de la mano con las actuales reformas para hacerlas potentes. Me refiero a la gestión del talento humano, el pensamiento innovador en la era digital, la revolución de la ciencia, tecnología y vigencia de la prospectiva como referentes para la educación, la importancia del cerebro emocional y la desmitificación de los trastornos de atención, hiperactividad y otros relacionados, la educación espiritualista, la nueva infraestructura educativa que prioriza el desarrollo integral del niño y el respeto ecológico, la nueva gestión administrativa que simplifica y da coherencia a la propuesta pedagógica, que alienta a los involucrados y los empodera no solo en imagen, sino en co-participación.
5- Falta de mayor atención a las instituciones educativas privadas, tanto para demandarles, como para darles la formación y orientaciones que permitan coherencia con la política educativa nacional.
No me quedo en la crítica, trabajo (y mucho, por mi vocación); brindo mis aportes y proyectos, con honorarios profesionales y sin ellos, como les consta a muchas Direcciones y personas en el Ministerio. Cuento con la confianza y apoyo moral de amigos, compañeros, alumnos y ex alumnos fieles a la vocación, a la pasión por servir, por crecer y ayudar a crecer a los seres humanos de este país. No se necesita ser el contrario para opinar en contrario y decirlo, siempre con respeto.
Mi auténtico anhelo es que quienes decimos amar y defender la educación, superemos los propios intereses, miedos, comodidad, acostumbramientos o apegos, para transformar la realidad de resultados negativos de aprendizajes o limitaciones, los estudiantes brillarán si nosotros (autoridades, padres, madres, educadores, ciudadanos) brillamos.
Nunca es tarde, aunque parezca, siempre es posible marcar la diferencia cuando se sabe que hubo preparación, planificación, buena voluntad, empeño, profesionalismo, amor. Aún se puede hacer la revolución más allá de las pantallas y de las aprobaciones, desde la enmienda o mejora, desde el corazón.