Buscando el criterio técnico y la responsabilidad educativa

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El año pasado ya estábamos muy sorprendidos cuando, en setiembre, nos comentaban (en el MINEDU) que las Rutas del Aprendizaje y el Marco Curricular dejarían de ser los referentes curriculares en 2015. Que se prepararían matrices basadas en estos documentos, pero sólo para aplicarlos a una muestra de 100 escuelas y, posteriormente, en 2016, se ampliaría a 300 escuelas.

Después, conocimos que maestros de escuelas públicas de diferentes niveles y áreas estaban siendo contratados como consultores para elaborar, guiados por especialistas de EBR, matrices de capacidades e indicadores. Con preocupación, supimos que cada cierto tiempo les cambiaban la consigna, pues no se definía si debían considerar las competencias y capacidades del DCN 2009 o de las Rutas del Aprendizaje y Marco Curricular versión final.

Pues, hace unos días, una vez más el MINEDU y esta gestión nos vuelven a sorprender con la R.M 199-2015 y el DCN 2015, o sea el DCN 2009 con algunas modificaciones. Desde inicios de la gestión del MINEDU por parte del actual gobierno, hemos venido diciendo que la educación ha entrado en un proceso de crisis, sobre todo a nivel curricular y de gestión pedagógica. Esta noticia del “nuevo DCN”, pues, no hace más que confirmar tal apreciación.

Es lamentable ver que, nuevamente, la contradicción y las limitaciones técnicas se imponen de manera poco responsable; esto, considerando la naturaleza y las consecuencias de este tipo de decisiones y cambios casi al final del período de gobierno.

Un cambio curricular, en la realidad educativa nacional, tarda aproximadamente 3 años en ser asimilado por la comunidad docente. Ya desde 2013, se invirtió mucho dinero, tiempo y recursos para implementar las Rutas de Aprendizaje (18 millones aproximadamente en el primer año). Se decidió un cambio curricular sin fijarse bien en la factibilidad y sostenibilidad del mismo.

Una cosa es clara y ya no pueden contradecirlo, el gobierno careció siempre de una propuesta educativa integral definida, sustentada y consensuada (anticipadamente) al interior de los profesionales convocados para la gestión política  del MINEDU y de un equipo técnico que previamente coordinara sus enfoques curriculares y didácticos entre sí para lograr un trabajo de impacto positivo.

Disconformidad y pesar aparte,  también, vemos esta situación de modo positivo, como un nuevo desafío a superar para continuar afianzando nuestro compromiso con la educación, con la vocación docente y el bienestar y desarrollo integral de niños y adolescentes del país. Junto a los docentes, seguiremos trabajando por una auténtica reivindicación y respeto profesional del magisterio nacional, más allá de los reconocimientos publicitarios y las medidas paliativas.

Seguimos adelante!

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