Pero, nuestro merecimiento no se deriva de cosas comoo un título especial, un automóvil último modelo, ni de nada externo a tu alma. Nuestro merecimiento se deriva de un legado divino, de nuestra identidad eterna…nuestro valor nunca varía.
Si nos sentimos indignos, tenemos que saber que esta sensación puede derivarse del drama de otras personas, pero que no es ni nunca fue nuestra verdad. Así pues, si pensamos que debemos hacer algo o ser alguien diferente con el fin de merecer, tenemos que desechar vigorosamente ese pensamiento.
Abandonemos el rechazo de nosotros mismosy tomemos conciencia de que somos merecedores tal como somos.
Afirmemos nuestro futuro y nuestra sensación de merecimiento todo el tiempo. Así, al estar en contacto con nuestros estudiantes, seremos modelo de merecimiento, los ayudaremos a sentirse siempre merecedores de todo lo hermoso y feliz.
Desechemos, junto a los papeles viejos, los recuerdos dolorosos del pasado, aquello que no nos sirve para crecer y, empecemos este 2012, con lo mejor para nuestro bienestar y el de los demás.
Luz y amor, a educar en el amor incondicional!