La educación como industria del deseo

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Me quedé encantada con la lectura del libro del destacado Joan Ferrés i Prats, de allí el título de esta comunicación que el mismo de su grandiosa obra…Sentía como si él pusiera mis ideas _con mayor maestría y didactismo, claro_ en sus escritos.
Ferrés parte de la revisión de los estilos actuales de comunicación en las aulas, señalando dónde se dan las fallas para que no exista eficacia en la comunicación del docente con los educandos.
Como bien sabemos, el peor enemigo de la comunicación es la rutina. En la comunicación educativa la rutina es aún más peligrosa.

Lamentablemente, se suele justificar esto en la fidelidad a los contenidos curriculares y la tradición docente. Se confunden los contenidos con la manera particular de comunicarlos, sin percatarse que cuando surgieron estas formas de comunicación los destinatarios del proceso de enseñanza eran muy distintos de los actuales. Es triste ver que el estilo comunicativo que impera en el ámbito educativo y cultural está frecuentemente muy alejado de la sensibilidad de las nuevas generaciones.

¿Algún educador o educadora se atreverían a confesar que la manera en que comunican un contenido curricular deja de ser válida y eficaz al cabo de dos años?

En este complejo contexto, el papel del educador sería semejante al de un tipo especial de mediador: el traductor. El buen traductor hace llegar el espíritu de una obra al destinatario y sirve muy bien a ambos. Es alguien que sabe mantener un sutil equilibrio entre la fidelidad a la obra original y al lector potencial.

Si hablamos de la comunicacion educativa, las dificultades inherentes al equilibrio de fidelidades se hace más compleja por el hecho de que el aprendizaje no resulta de un acto aislado, sino que es resultado de un proceso. La fidelidad al destinatario implica no solo la capacidad de captar su interés sino, ademas, de mantenerlo. Difícil tarea.

Continuaremos

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