La ambición de ganar dinero con el menor esfuerzo en una cultura consumista de la docencia universitaria -que colisiona con las exigencias académicas de una universidad moderna- y la renuncia al rol fiscalizador del Estado, han dado un mezcla de actitudes letales que han paralizado y van minando la moral de las Universidades Nacionales.
La noticia del 7 de noviembre del 2009, de “más de cien docentes de la UNT protestan en Aeropuerto y Chan Chan…”, de la primera universidad de la era republicana, como es la Universidad Nacional de La Libertad de Trujillo, es un indicador, desde el año 1983 de la promulgación de la ley 23733, del efecto de la falacia para atrofiar la universidad nacional: las largas huelgas de la docencia universitaria “de izquierda y de derecha progresista” con el fin que el gobierno cumpla el Art. 53 de la homologación de haberes, son legales, por tanto no se hacen descuentos, y duran hasta el cansancio.
En la década del 80, las universidades nacionales en su mayoría, acumularon dos años de huelga, que obligó, en el caso de la UNT, a anular dos años académicos para nivelar al año cronológico (dos generaciones perdidas). En la década del 90 surge otra falacia que “para recuperar las clases motivo de la huelga, los semestres se reducen a 14 semanas y se hacen tres ciclos por año”. Es la década que inician a proliferar las Universidades Privadas, aparece el concepto de pago por hora dictada, y varios docentes “henchidos de orgullo porque enseñaban allí y ganaban más” renunciaban, otros cayeron en la deshonestidad y falta de escrúpulos para robar tiempo académico de la universidad nacional, cometiendo delito al firmar declaraciones juradas falsas de incompatibilidad. A los estudiantes, se los empieza a mirar –parecido a un chofer de combi- como objetos que dan dinero, mientras más por aula, mejor. Debido a la corrupción generalizada del gobierno en la década del 90, no se corrigió judicialmente esto, trayendo como consecuencia el relajamiento en el cumplimiento de la ley, dando paso a la microcorrupción en pequeñas “argollas” de docentes que se benefician ilícitamente de las plazas, recurriendo al chantaje, complicidad y abuso contra los docentes dedicados a la investigación.
En la década actual, que está por culminar, en el primer quinquenio hubo un intento tibio por recuperar el rol fiscalizador del Estado, al exigir meritocracia a cambio del pago por la homologación. Pero las respuestas en las Universidades Nacionales, ha sido la proliferación de escuelas de postgrados para “obtener el grado de maestro o doctor de homologación”, es decir, se pasó a la falacia de las falacias, haciendo creer que con ello la universidad nacional daba el salto a la modernidad y a la investigación y; por otro lado, las dirigencias sindicales de docentes se plantearon el objetivo, mediante huelgas, anular la pretendida meritocracia. Mientras tando, la tecnocracia del Ministerio de Economía, sin medias tintas driblea a la docencia con el argumento que no tienen los méritos para recibir la homologación o no hay el presupuesto. Ya, en el actual Gobierno, por “cálculo electoral” otra vez se abandona el rol fiscalizador del Estado, pues, concordante con la política de la “escopeta de dos cañones” o política de la mentira, le resulta más efectista, recurrir a las “maniobras para pasear a los docentes universitarios”.
¿Cuánto tiempo más de huelga? ¡Hasta las últimas consecuencias! es la frase que siempre se escuchó desde los años 80. El resultado para la docencia de las universidades nacionales de “última y nueva generación” de toda esta larga lucha de 25 años, ha sido: a) arriar los principios de libertad de pensamiento, opinión y de crítica, base del principio de investigación y escencia de una universidad; b) convertir los cargos de Profesor Principal en sinecuras y los cargos de Profesor Asociado y Auxiliar en prebendas de las “argollas”, las mismas que se disputan a muerte el control de las plazas; c) incumplir la ley en la ratificación docente, auxiliar a los tres, asociado a los cinco y principal a los siete años, d) conculcar los derechos de los docentes a la investigación, a la formación de alto nivel, convirtiéndolos a todos por igual en “loros” que repiten libros en dictado de clases con mínimo 16 horas semanales sólo en pregrado, y sumando diez horas o más en postgrado y; lo mas grave, e) haber corrompido la opinión de la docencia, la corrupción de su lenguaje y el deterioro de la capacidad para argumentar, base del imperio de la razón; y por el contrario, la primacía de las emociones negativas de envidia a los que pretenden hacer o logran investigaciones parciales, que se ha transformado en odio y venganza, propio de un comportamiento moral similar a la escala tres de Kohlberg, de lucha por la superviviencia de grupos mediante alianzas, que corresponde a la inteligencia maquiavélica que alcanzan los gorilas.
El sebo ha sido el Art. 53 de la ley 23733, que sin proponérselos, les ha caído como anillo al dedo a los enemigos de la universidad nacional, lamentando, que hayan picado dicho sebo, los llamados sectores “de vanguardia de izquierda y progresistas de derecha”. El resultado es que casi en general, las universidades nacionales y privadas, no pueden exhibir los resultados (publicaciones acreditadas, patentes registradas y proyectos de desarrollo de impacto) como para afirmar que se ha cumplido con los principios estipulados en la ley de “investigar, crear cultura, formar académicos y de proyección a la comunidad para su desarrollo”. Las Universidades en su mayoría han reducido su accionar a la formación técnica profesional, con lo cual perdieron su esencia.
Se ha establecido una círculo corruptivo, por un lado el gobierno, con dinero del tesoro público, paga docentes en la universidad nacional, quienes ya no se dedican a tiempo completo o en forma exclusiva y “por necesidad venden su fuerza de trabajo” a cualquier precio a las universidades privadas, y éstas mantienen un “marketing” de imagen exhibiendo los “grados de postgrado” y presentándose como de “excelencia” para captar pensiones de estudiantes y padres de familia que desilusionados por las huelgas en la nacionales se van a las privadas.
La defensa de la Universidad Nacional es la tarea de la docencia libre y tiene que abarcar todos los aspectos esenciales de una universidad, es decir, una defensa íntegra para: recuperar los principios universitarios, defender los derechos académicos de la docencia, el derecho a una formación de nivel universitario para los estudiantes y la recuperación del comportamiento moral que corresponde a una universidad como es el cultivo de la libertad, la honestidad, el trabajo, la tolerancia y el respeto y; en correspondencia una remuneración digna. Que no se piense, que con dos mil dólares mensuales un profesor principal que no tiene investigaciones originales, sería como tocado por la varita mágica convirtiéndose a la academia. Pero, es obligación imperiosa del Gobierno, recuperar el rol fiscalizador del Estado, para que se cumpla la ley, a través de los órganos especializados de la academia, verficando los requisitos de la docencia y acreditando en función de la ley a las universidades nacionales.
Debo comentar, que mientras los “más de cien docentes protestaban en el Aeropuerto y Chanchan…” los 13 decanos, el rector y los vicerrectores, en el caso de la UNT, estaban “legalizando” la conculcación del derecho de los docentes a la investigación y a la formación de nivel, al aprobar un reglamento, que los obliga a todos a dictar 16 horas, y a presentar cartas de profesores que los reemplacen cuando soliciten licencia para ir a otras universidades de mayor nivel a realizar estudios de postgrado. Estos decanos, rector y vicerrectores, que hace cinco años atrás también andaban en huelgas “por la defensa de la universidad nacional”, para nada tienen en cuenta que la misma ley 23733 establece que la universidad debe contar con profesores investigadores a dedicación esclusiva, que la investigación es base para la enseñanza de nivel, que se deben crear institutos de investigación y que los profesores que ocupan los cargos de profesor principal tienen que ostentar investigaciones originales.
Cómo se puede comprobar, son los mismos docentes que ocupan los cargos de autoridades, que se convierten en traba para el desarrollo de la universidad, pues, distorsionando el concepto de autonomía universitaria, incumplen la ley al interior de la misma. Encerrándose en su propio cascarón, contrario al concepto de universidad abierta, encasillan a los docentes, obligándolos a aceptar el facilismo en que han convertido sus posgrados internos, obligándolos absurdamente a mantenerse encerrados y, a quienes tienen las capacidades para investigar, los obligan a dictar 16 horas o más, imposible en estas condiciones para que continuén sus investigaciones, trayendo como consecuencia el paulatino deterioro de sus capacidades, terminando en la desactualización, cuando no, varios fugando fuera del país.
Las dirigencias sindicales en las universidades nacionales (FENDUP), hace varios años, cuando se trata de aspectos fundamentales de la vida universitaria, guardan silencio cómplice. Optan por la política más nefasta del silencio, el no opino, y por las espaldas hacen todo lo contrario. Los grupos que gobiernan las universidades nacionales, no son el resultado de una meritocracia, sino de todo un juego de alianzas, donde casi siempre pierden los docentes que pretenden investigar y desarrollar la universidad. El resultado es que los gobiernos universitarios digitan al grupo sindical, y al revés el grupo sindical está hipotecado al gobierno universitario, utilizando el logo sindical para la apariencia de la “lucha”, pero en realidad, sólo defiende los intereses de “la argolla” y aplastan a quienes crítican al gobierno universitario. Una Asamblea Nacional de Rectores (ANR) con rectores provenientes de estos juegos de alianzas, poco puede hacer por cumplir la ley a cabalidad. La consecuencia, es una primacía de la práctica de primitivismo político, que ha llevado a docentes de pensamiento libre, renuncien y se retiren de los sindicatos, de universidades y supervivan en la soledad académica. Sin embargo, son estos docentes libres, quienes tienen la responsabilidad de la defensa de la Universidad Nacional y sacarla de la humillación.
Fotos tomadas de aquí y de aquí Leer más »