¿Cuál es la relación de lo uno con lo otro? Muy simple, en las escuelas no se desarrolla el curso de Economía, o si se hace, solamente es fuera del contexto, muy superficial, durante el quinto de secundaria. Lo mismo ocurre con la formación de los profesores, la comprensión de los fenómenos económicos están ausentes.
En estos últimos años, se ha venido pregonando una educación para la vida, como expresión de una innovación en las escuelas. La comprensión del flujo de la riqueza, que es la esencia de la vida de una sociedad, debe ser similar a comprender el funcionamiento del cuerpo humano. Quién logra un entendimiento mayor de los procesos biológicos tiene mayores posibilidades de cuidar su salud (corporal, mental y alimenticia). Del mismo modo, la producción de bienes y servicios, los procesos educativos que contribuyen a generar riqueza y los avances culturales, juntos constituyen el movilizador del flujo de riqueza, cuya comprensión es vital para mantener una economía saludable. Por tanto, las escuelas deberán programar, al menos durante los 12 años de escolaridad, el desarrollo del curso de Economía, que progresivamente se vaya profundizando, tal que al terminar la secundaria el nuevo ciudadano, sea un agente de una economía saludable.
El tema del momento es la inflación, expresada en el alza de precios de los alimentos principalmente. El gobierno lo atribuye al alza del precio internacional del maíz, la soya, el trigo, el petróleo, cuando no del precio de la papa. La política que ha implementado el gobierno, para detener la inflación es la compra de dólares por el BCR y la reducción de los aranceles (disminuir los tributos que pagan los importadores, se entiende de estos productos). Mientras tanto, los países productores de maíz, trigo, soya, petróleo obtienen grandes beneficios con la venta de estos productos a los pueblos que no tienen la capacidad de producir la cantidad suficiente para su alimentación.
El gobierno, está impulsando la agro exportación (ají páprika, espárragos, lúcumas, alcachofa, algunas hierbas medicinales, etc.). Pero, compra maíz, soya, trigo y papa. Una economía saludable, trata en primer lugar de generar la riqueza, que permita atender la necesidad básica de alimentación de la población y luego el excedente venderlo. La energía que proviene del sol, sumado a los nutrientes del suelo, más el trabajo humano, generan la riqueza acumulada en los productos agrícolas. El país tiene estos tres elementos, pero el trabajo humano está ausente. Los pueblos, que acumularon alimentos, para la época de las vacas flacas, tienen una orientación sabia.
En consecuencia, las instituciones como las escuelas, los centros de formación técnica, el ejército, los millones de comuneros, y hasta los presos, cuando no congresistas improductivos, mediante una política económica sana, deben ser movilizadas para la producción de los alimentos básicos. Es una afrenta al orgullo nacional, que se compre maíz y papa por ser oriundos nuestros. O se compre trigo y soya, cuando se cuenta con inmensas áreas de cultivo y clima excelente. En este caso, la inflación y el alza de precios es consecuencia de la inflación de la mediocridad política de los sucesivos gobiernos.
Por eso, se requiere que los OCHO millones de escolares aprovechen mejor sus estudios si se programa el curso de economía que involucra la práctica de los procesos productivos y la comprensión del flujo de la riqueza. Las Instituciones Educativas que ya han programado desde primero de primaria, para que los estudiantes aprendan la gestión productiva, deben servir de ejemplo para generalizarse en todo el país.
Esto último, nuevamente entra en conflicto con el solo turno de clases. Se dirá que el tiempo no alcanza para un curso de economía. Por ello es urgente recuperar los dos turnos de estudios en las Escuelas, hasta un mínimo de ocho horas diarias de trabajo de los escolares. Esta solución es completamente factible, si el pueblo se manifiesta, pero si lo implementa ya desde las comunidades.