La frase, los profesores no están capacitados, indica que éstos deben recibir conocimientos de fuera. La certeza, para muchos, que el profesor está capacitado, se da cuando éste, presenta un certificado superior a 30 horas “pedagógicas”. Hay certificados de 200 horas, de 400 horas, segun los programas de capacitación ofrecidos.

La institución que capacita y otorga el certificado, adquiere un vínculo de sometimiento al profesor que requiere el papelito, por que tiene un “valor intrinseco” para un contrato, un nombramiento o un ascenso. Por el otro lado, el CAPACITADOR, requiere que sus profesores capacitandos, respondan encuestas, resuelvan exámenes y firmen papeles, sin los cuales no podrá justificar para cobrar sus honorarios. ¿Qué tal si me firmas los papeles y te doy el certificado? Tu te beneficias con tu certificado y yo me beneficio con mis honorarios. Es un diálogo secreto que se dan entre capacitadores y profesores. Un favor con otro favor se paga, justificaría alguien que si “sabe lo que es vivir la vida”.

Debemos diferenciar, quienes por vocación permanentemente están en capacitación, aún sin la existencia de programas de capacitación y quienes por el interés de utilizar las plazas como prebenda o sinecura, requieren un certificado para cubrir las formalidades. La forma de los programas de capacitación que implementa el Ministerio de Educación está diseñado para este último grupo de personas.

En la capacitación de adultos, no se entiende que alguien de afuera introduce conocimientos, habilidades y actitudes en la cabeza de los profesores “desactualizados”. Cuando escuchamos al Ministro de Educación o al Presidente de la República referirse a la capacitación, parecen sentir que son ellos los depositarios de los saberes y el resto son botellas a medio llenar, vacías o rotas. Esta forma de concebir la capacitación refleja que poco se ha tenido en cuenta las investigaciones sobre la forma de como aprende un adulto, que es muy diferente a la forma de aprendizaje de un niño.

No se necesita, para capacitar, el floro o la actitud del loro. Una persona que dice llamarse capacitador, debe hacerlo con el ejemplo, es decir exhibir sus productos y resultados. ¿Qué ocurre si los capacitadores son los mismos profesores que enseñaron en el instituto o la universidad a los profesores que intentan capacitar? Es la causa, es la raiz del por qué el sin número de programas de capacitación que impulsan las USES, UGELS, Direcciones Regionales, Direcciones Generales del Ministerio de Educación, dan la sensación que solamente es una forma de justificar el endeudamiento al BID y el cobro de pensiones. Los profesores, repiten la fracesita “siempre vienen con lo mismo”. Son los capacitadores del floro de actitud de loro, porque lamentablemente no tienen casi todos nada que exhibir como productos. Parecen comentaristas deportivos, que nunca pisaron el césped de un estadio y jugaron un balón. El fútbol sigue mal, la educación también.

Entonces, ¿cómo debería ser la capacitación? Es un intercambio de la práctica de modelos, de experiencias, de investigaciones. La educación como un proceso de creatividad es totalizadora, no es segmentada, o responsabilidad solamente de quien tiene titulo de profesor, es el resultado de las interrelaciones entre los miembros de una comunidad. Los mejores hombres, sus gandes obras, no fueron fruto de la mano de un profesor, fueron fruto de otras condiciones especiales, dentro de ellas la autoresistencia para no dejarse pisotear la libertad y la espontaneidad. Fueron personas libres para interrelacionarse en forma espontánea lo que les perimtió desarrollar sus capacidades. Por eso, la capacitación en una comunidad, es el espacio para un enriquecimiento mutuo entre los adultos, pero, donde más ganen sean los niños y adolescentes.

En una comunidad, la capacitación realmente es sencilla. Para poner un ejemplo de fácil comprensión. El que logró producir más kilos de papas por hectárea debe intercambiar su experiencia con quién intentó, pero su producción fue baja. Quién construyó el mejor modelo de una casa debe intercambiar su experiencia con quienes no lo han logrado. En una comunidad, existe diversidad de formas de como se puede intercambiar experiencias positivas, así como aprender de los fracasos comunitarios. Es bueno recordar a los profesores que andan bajo el brazo con su cartón de titulo de profesor a nombre de la nación, que el cartón no enseña, no produce, son las capacidades que ha desarrollado la persona y la aceptación de un sector de la comunidad que hacen al profesor, en el entendido que es un motivador y facilitador de procesos educativos.

Como verán, los recursos de los contribuyentes se gastan en capacitaciones improductivas. El pago de los préstamos al BID, que financian los programas de capacitación del Ministerio de Educación, salen de los bolsillos de los contribuyentes, pero el dinero se va a los bolsillos de los funcionarios y de los capacitadores. No se intercambia productos, ni experiencias positivas. Es un despilfarro y la educación no mejorará. Como en la canción “eres tronco seco, aunque lo rieguen no brota”, asi se va despilfarrando los recursos del estado, para beneficio de los ayayeros de los gobiernos que impulsan seudocapacitaciones.

El CURRICULO PRODUCTIVO, como producto de la creatividad en una comunidad, lleva implícita una CAPACITACIÓN CONTINUA de padres y profesores que intervienen en el espiral educativo concebido como un espiral de creatividad social, donde los beneficiarios directos son los niños y adolescentes. Son espacios de intercambio de experiencias, de emulación entre quienes logran los mejores resultados y de mejoramiento en quienes encuentran dificultades.

También lleva implícito el hecho que, las instituciones formadoras de profesores, deben radicalmente pasar de curriculos cerrados a curriculos productivos y abiertos. El principio que el trabajo productivo progresivo y de acuerdo a la edad va modulando la formación moral desde la niñez, está ausente en los curriculos cerrados. Jóvenes que optan “aunque sea ser profesor” porque el “checo” no da para más, no tienen cabida en un currículo productivo. Tampoco profesores que “canchuelean” en horitas por todos lados. La articulación del currículo a espirales de creatividad social, elimina estas deformaciones, fruto de la mentalidad fraccionada, egoísta, que por décadas promueven los inversionistas corruptivos y los políticos de fandangos, fantasmas, del floro y de actitud de loro.