En el evento Aula Magna de este año en la PUCP, se ha presentado el modelo de la triple hélice como un espiral virtuoso de universidad-empresa-estado alimentado por la sociedad civil, visionado por el guru Henry Etzkowitz de la Universidad de Stanford. Se argumenta, las sociedades que han articulado las tres instituciones embebidas en la sociedad civil, articulación dirigida por la universidad, avanzan por la senda del desarrollo. Una simple mirada de la realidad peruana, nos indica que cada institución camina por su lado, entorpeciéndose, cuando no, enfrentadas y la sociedad civil anda sin dirección, sin “cerebro”.
La justificación de esta situación se hace con la falsa separación en partes de una sola misión. Se dice sin mayor fundamento, que muy bien pueden existir instituciones denominadas universidad que se dedican ya sea a la enseñanza solamente, o a la investigación solamente. También se dice falsamente que a lo largo de la historia, la universidad ha pasado por etapas, que primero era como un almacén de conocimientos a la que concurrían los jóvenes a abastecerse, que posteriormente se generó la misión de investigar y ultimamente aparece una tercera misión que es la de innovar, es decir orientar el desarrollo.
Si somos mas cuidadosos en las observaciones se puede constatar que la misión de una verdadera universidad, desde su origen, siempre ha sido crear, trasmitir y aplicar nuevos conocimientos por los hombres libres. La empresa y el estado han sido una consecuencia de esta misión. No han surgido empresas y estados, aparentemente sin vínculos con la universidad. Claramente hay que diferenciar, como el caso peruano, que las grandes empresas, están integradas dirigidas, umbilicalmente a los nuevos conocimientos, no precisamente a las instituciones denominadas universidades que hay en el país, sino con universidades de su matriz empresarial. Lo mismo se puede decir del estado, las políticas son generadas por mentes grises que han bebido de su matriz universitaria que está en otros lares y no precisamente en las denominadas universidades que hay en el país. Lo que quiero decir, que las instituciones denominadas universidades en el pais, no tienen el significado que debe dársele como los “cerebros” que dirigen la sociedad civil peruana.
La pregunta es ¿la empresa y el estado actuales están realmente interesados en una universidad peruana? La respuesta es negativa, porque no la necesitan, a lo sumo, las empresas invierten lo suficiente solo para formar los profesionales y técnicos nacionales que requieren, porque el conocimiento nuevo ya tiene su matriz en otro lugar, por tanto no va a interesarles la investigación propia.
Como se puede inferir, no habrá desarrollo de la sociedad peruana de continuar la universidad en otro lugar, es decir, el cerebro de la sociedad civil peruana está en otro cuerpo. Mientras la misma sociedad civil, no genere su propio cerebro social, no es posible su desarrollo. Hay indicios en actores de la sociedad civil dando muestras de un surgimiento del propio cerebro peruano. Se puede observar en la PUCP y en otras pocas universidades, así como en emprendedores que impulsan proyectos innovadores de desarrollo sectoriales (Gastón Acurio, etc). Los sectores empresariales nacionales, también intentan generar instituciones universitarias, pero generalmente terminan en instituciones mutiladas, sin cumplir con la misión universitaria integral o realizan solo una tarea de formación tan focalizada, que el efecto sobre el desarrollo de la sociedad es minimizado e indetectable.
En ese sentido, Aula Magna de este año, no discutió el problema de fondo que es la construcción de la verdadera universidad en le país. Ya, la ley universitaria 23733, es recorrida por el principio de enseñar lo que se investiga. En la ley, muy bien está especificada la necesidad de los investigadores, y es explícita al reservar la categoría de PROFESOR PRINCIPAL, para aquellos que hayan hecho investigación en su especialidad. La sociedad civil peruana, va lenta en el aprendizaje de a quien se le debe llamar investigador. Descubrir, inventar e innovar, es la tarea de un investigador y siempre han existido y existirán en las comunidades que ya han logrado niveles altos en el desarrollo humano.
Las tareas de descubrir, inventar e innovar, se cumplen con mejor perfomance por una sociedad si organiza una institución denominada Universidad, la que precisamente nos hace falta. Si solamente, se cumpliera el artículo correspondiente de la ley universitaria que estipula que para ser profesor principal, se debe haber hecho investigación, es decir, ser un investigador, la sociedad peruana ya andaría el camino del desarrollo. Lo demás viene por añadidura (autoridades de rectores, decanos, jefes), asi como la generación de empresas y formación de gobernantes para el desarrollo. Parecen discusiones bizantinas que por años se dan en los claustros, de quienes ocupan las plazas de profesores principales, para hacer tiempo de servicios, reclamando derechos adquiridos, menos porque exhiban los resultados de su función de investigar. Ya es tiempo que se genere una discusión nacional y se construya una universidad con sus investigadores.
El cumplimiento de la misión de construir verdaderas universidades, solamente puede ser generada a partir del seno de la sociedad civil, del movimiento social autoimpulsado por los talentos en acción práctica, porque de alli, surge el verdadero sentido de un espiral de creatividad social (espiral virtuoso). Mientras las iniciativas provengan de visiones asentadas en intereses empresariales o de intereses particulares de gobernantes del estado, nacerán instituciones amputadas.
De exisitir verdaderas universidades, ya hubiera empresas con su cerebro en la patria y gobiernos con su cerebro, también en la patria. Hoy, la sociedad civil, sin dirección, solamente recoge migajas de un crecimiento económico dirigido por otros centros del exterior, y las comunidades deben mendigar un canon minero, por ejemplo, sintiéndose las empresas (las mineras por mencionar alguna) y el estado, como benefactores. Propiciar políticas de entendimiento y diálogo con las comunidades, se ha venido en llamar nacionalismo, que ya los grupos fácticos aplauden abiertamente. Lamentablemente, esta política no traerá desarrollo, porque no se puede apostar por el oro y el agua a la vez, como ilusamente cree el Presidente Humala.
Sin embargo, el mérito del Aula Magna, es haber resaltado un problema de fondo. Se ha señalado que, para contar con peruanos capaces de descubrir, inventar e innovar, no es posible formarlos en la universidad, empieza desde los primeros años escolares. Esa tarea tiene que abordarla los talentos de la sociedad civil. Con el modelo de escuela primaria y de colegios secundarios actuales, no son posibles contar con los egresados en número suficiente que tengan las capacidades que requieren la labor de una verdadera universidad. Esta constatación, revela una vez más que las empresas y el estado, tampoco están interesados en el gran problema de fondo. Hay sectores empresariales, o quiza no lo son en el sentido que han entendido a la educación como un servicio, y no como lo entiende la UNESCO, como un derecho, que tienen redes de colegios secundarios y universidades, pero que tampoco han logrado resolver el problema de contar con egresados de sus propios colegios de la secundaria con las capacidades para una labor universitaria de verdad.
El lamento fue la música de fondo del Aula Magna, que resumo: para que la universidad tenga la confianza de las empresas, debe hacer investigación. Pero ésta no hace investigación porque carece de financiamiento y de cuadros investigadores. Pero si se plantea formar investigadores, falta el insumo que son los postulantes con las capacidades básicas que no forman los colegios secundarios. El gobierno no afronta el problema educativo de fondo, lo hace solamente con el discurso. Mientras tanto los talentos peruanos, producto del “error estadístico” se van fuera del país. El diletantismo superstite.