El Estado de la meritocracia es el fruto de la cultura nacionalista. Esta cultura significa color, sonido, sabor, estilos de cada comunidad, pero es nacionalista porque es homogéna la educación, la laboriosidad, la justicia y la honestidad.
Por la educación, todos se apropian del conocimiento, pero éste no es tal, si el proceso de transformación para el desarrollo de la comunidad no es intrínsicamente creativo. El motor de cambio correcto para el desarrollo es la creatividad y ésta es de calidad si la educación es homogénea, la cual permite una emulación en la calidad.
Por la laboriosidad, la creatividad es tal, la generadora de riqueza; es decir son los significados, si son de calidad, los impulsores de la comunidad en el sentido de generar riqueza. Entonces, otra vez, no es posible una sana laboriosidad sin educación de calidad homogénea. Es la educación el instrumento que transforma a un niño, niña en persona agente de laboriosidad generadora de riqueza. Por eso, la cultura nacionalista, tiene en la diversidad de gentes, de colores, sabores, sonidos y de modos de vida MÁS EDUCACIÓN DE CALIDAD HOMOGENEA, una fuente inagotable de riqueza.
Pero, el proceso antes señalado, no será expresión de desarrollo, sino se hace en consonancia a la JUSTICIA DISTRIBUTIVA, para que ningún niño, niña, peruano o peruana de cualquier rincón del país, vaya a ser marginado de recibir una educación obligatoria básica de calidad de una duración de 12 años.
La cultura nacionalista se autoalimenta, similar a como cada persona lo hace cuando hace el bien a otro. Esa es la condición para el desarrollo. Se construye un camino o RIO DE VERDAD. El dar al otro hace libre, pero a la vez hace verdadero. Por eso, no es posible una cultura nacionalista, sin estar cubierta con el manto de la HONESTIDAD.