Es común establecer exigencias para asistir a clases en las escuelas y en los centros superiores de educación. Esto contradice la decisión voluntaria de la asistencia a una institución educativa, que se toma al inicio. La matrícula es voluntaria. Al comienzo todo es voluntario y la asistencia es puntual, pero, después de las primeras clases, los estudiantes empiezan a llegar tarde y a faltar. Entonces ¿Cómo explicar este comportamiento? ¿Cómo se ha llegado al punto de reglamentar la obligatoriedad de asistir a clase, algo que en un inicio fue completamente voluntario? La generalidad piensa, que si no existieran tales reglamentos, muchas instituciones educativas se quedarían sin alumnos y provendría el caos. La varita mágíca, para contar con alumnos es reglamentar la obligatoriedad de la asistencia. Hay instituciones educativas que se presentan como ventajosas por sus “reglamentos exigentes” ¿Es posible un aprendizaje significativo, en estudiantes que sienten obligación de asistir a una clase?
La distorsión se inicia en la Escuela Inicial, cuyos currículo no tiene en cuenta que, el niño, en algún punto de su desarrollo, activa el impulso innato de aprender y “decide por si sólo” asistir a la Escuela. Sin embargo, son los padres y los maestros, hacen “campaña” para obligar a los niños asistir a nidos y jardines desde muy temprana edad. El niño no está preparado todavía para dar este trascedental paso en su vida, como es, separarse de la casa familiar y aventurarse en un mundo por descubrir y pasar tiempos prolongados con desconocidos en la escuela. No puede ir a la Escuela, por su propia cuenta, pero los padres y maestros lo obligan. Los padres y maestros después de obligarlo al niño, nuevamente cometen otro error, como es el de acompañar al niño a la Escuela (llevarlo y recogerlo). Hay escuelas que cuentan con movilidad escolar y la ofrecen como si fuera una ventaja. Si observamos un poco al detalle estos hechos, nos daremos cuenta que, las decisiones son tomadas por los padres y maestros, mas no por los niños y niñas, porque los adultos “consideran” que todavía no pueden hacerlo por si solos.
Al niño hay que despertarlo en la mañana, lavarlo, arreglarlo, preparar su mochila, llevarlo y traerlo en movilidad y otras decisiones que los adultos toman por él. Esta etapa de la vida de los niños es crucial para la formación de una persona independiente, responsable y disciplinada. Sin embargo, esto no es posible con la forma como se educan a los niños y niñas en la Escuela Inicial. Una verdadera Escuela que educa y forma debería aprovechar esta etapa de oro de los niños, para encaminarlos en los procesos que le permitan ejercer su independencia. Por ejemplo, un niño o niña debe hacer actividades como despertarse, asearse minimamente y arreglarse por su cuenta y recién estar en condiciones de caminar hasta la Escuela sin ayuda, pero si con una vigilancia a distancia. Los padres y los profesores, deben acompañarlos en este proceso, no tomar las decisiones por ellos.
Las culturas de países o comunidades educativas, que han fortalecido la independencia de los niños y niñas, como es permitir que no sean acompañados para ir a la Escuela, a mediano plazo, están formando un ciudadano responsable, disciplinado y autónomo. No hacerlo a su debido tiempo, ha traído como consecuencia la irresponsabilidad, dando pie a falacias como reglamentar inasistencias a clases, tolerancias en los horarios, justificaciones de faltas y otras manifestaciones de un modelo pedagógico “autoritario” donde las decisiones las toman los adultos en nombre de los niños y niñas.
Es importante reflexionar, por qué el modelo educativo actual, ha permitido escuelas distantes de las viviendas de los niños. Pero, también es la falta de toma de conciencia de padres y maestros, que aceptan matrículas de los niños que viven muy lejos del centro educativo. Los niños, por ejemplo en las comunidades andinas, caminan distancias considerables hasta dos kilómetros o más para llegar a la Escuela, y los padres dejan al niño caminar sólo y lo vigilan de lejos. Más bien son los profesores “educados en la Escuela de la Irresponsabilidad” que fallan. La función de vigilancia, en las escuelas de las ciudades, deberá estar a cargo de padres y profesores, y permitir que los niños vayan a pie a la Escuela. Cambiaría el paisaje de la ciudad y de las Escuelas. Esta es la mejor actividad de aprendizaje de la responsabilidad para los niños y los padres. El más grande error de las escuelas llamadas de “calidad” es el uso de “movilidad escolar”. Esto debe servir sólo para distancias grandes, como visitas de estudio. Trabajemos por una Escuela de la Responsabilidad.
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