Los nativos en el Perú, encuentro de culturas en la Amazonía

Las imágenes por la televisión de un grupo de nativos en Amazonas, que desentierran uno de sus muertos, extraen el ataúd, abren la tapa, exigiendo al periodista para que mire los cortes en el cuerpo hechos en la autopsia de un hospital y; por el otro lado, el periodista que se resistía a que abran el ataúd, exclamando que sin necesidad que le muestren el cuerpo, creía en lo que decían. Las imágenes del Apu nativo herido en un hospital, que afirma que fueron baleados desde las cinco de la mañana en la Curva del Diablo y los nativos que lucharon en la guerra del Cenepa, en respuesta al ataque, quitaron los fusiles a la policía para luego dispararles con sus mismas armas; la expresión que los animales, los árboles, el agua, el aire, el suelo y el subsuelo les pertenecen y que no permitirán que nadie ingrese a sus territorios para destruirlos, porque esa es la herencia que va de generación en generación; la expresión que ellos no tienen ningún representante (Apu) de los nativos en el Congreso y; la expresión que si interrumpen la paz de su comunidad, ellos responderán con la ferocidad con la cual han actuado, aún a costas de su exterminio.

La idea principal de estas imágenes es que la interrupción de la vida de paz en la cual vive un grupo humano origina la violencia. La paz es el resultado de la interrelación de materia (naturaleza), energía (grupo humano y animal), significado (concepciones, ideas). Si estos tres aspectos forman un espiral creativo, es decir se genera un desarrollo, entonces el resultado es la paz. Las concepciones, que han surgido de la vida de un grupo humano en un entorno natural específico, aparentemente tienen una existencia independiente, pero está demostrado, que ellas influyen en los cambios en la naturaleza y en las relaciones entre los miembros del grupo humano. Si la influencia externa, rompe el espiral de materia-energía-significado (naturaleza-grupo humano-concepciones), entonces se ha roto la paz interna, sobreviniendo la violencia.

Recordemos las imágenes, que la historia ha ido dejando de generación en generación, en el caso de la relación del inca Atahualpa con el conquistador Pizarro. Un grupo de aventureros españoles, movidos por la ambición, llegan a Cajamarca. El fin es usufructuar de las riquezas de la naturaleza destruyéndola y para ello van ha utilizar la energía del grupo humano como si fuera de un grupo animal, guiado por una concepción corruptiva de robo. Pizarro, haciendo uso de armas de fuego captura a Atahualpa, pero previamente, dialoga con el Inca. En señal de “paz” agasaja con vino a los “comandantes incas”, juega ajedrez en presencia del Inca y éste aprende indicándole una jugada con la cual ganaba, le entrega la Biblia diciéndole que es la palabra de Dios, por lo que el Inca puso el libro sobre su oído y sin escuchar a Dios lo arroja al suelo. En estas imágenes, la idea principal es que durante el encuentro, el Inca actuaba con honestidad y Pizarro con deshonestidad. Con los comandantes militares incas borrachos con vino, la tropa sin dirección fue fácil derrotarlo con las armas de fuego. Capturado el Inca, se procede a otra mentira, decirle que si llenaba un cuarto con oro, era libre. La historia, en este caso y en sucesivos casos, nos dice, que la paz de un grupo se rompe con la deshonestidad (mentira, engaño, estafa, falacia). Pero también, podemos constatar que el grupo conquistador recurre a la falacia de aparecer como el grupo bueno, que trae el desarrollo, es decir recurre a la dualidad (grupo humano-concepción), que considera al grupo humano a conquistar, a sus concepciones del mismo y a la naturaleza que ocupa, como bienes a someter; concibiéndoles como seres inferiores y malos y, ellos como los seres superiores y buenos.

¿En que se diferencia las imágenes de estas historias con las imágenes que recientemente se ha visto en el enfrentamiento entre el Gobierno y los Apus? Primero, que, escuchando hablar a los Apus, no queda la menor duda de su actuación honesta, que ellos solo defienden la naturaleza que ocupan y, por el otro lado el gobierno afirmando que los nativos han actuado sanguinariamente porque los manipulan desde fuera (los nacionalistas de Ollanta y de otros gobiernos dejando tácito que se refiere a Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega) y “como son ignorantes” porque se trata de una cultura “inferior” esta plenamente justificado que se los someta con una ley externa y se les diga que cosa tienen que hacer con la naturaleza que habitan.

Una conclusión sería, que al parecer, en el encuentro de dos culturas, si se trata de mantener la paz, la actuación tendrá que ceñirse al respeto del espiral creativo de cada comunidad, y solamente, esto es posible mediante la práctica de un valor universal: decir la verdad y practicar la honestidad. En el caso actual, el gobierno no respeta el espiral de desarrollo de las comunidades, y para justificar su actuación construye una falacia, que el Gobierno es el dueño de la naturaleza, cuando la Constitución señala que es el Estado, y lógicamente un verdadero Estado tiene razón de ser, si se respeta la relación que hay entre grupo humano-naturaleza-concepciones, establecidas en cada comunidad.

En el enfrentamiento de la Amazonía, después de lo ocurrido en la Curva del Diablo, ahora el gobierno ha promovido el diálogo. Por un lado, los líderes nativos (Apus) que tienen el reconocimiento de sus comunidades y, por el otro lado los representantes del gobierno encabezado por Yehude Simon, los ministros y ministras, hombres y mujeres de confianza del presidente Alan García, pero que no representan a comunidades específicas. Las comunidades todas, desde el Sur hasta el Norte están en efervescencia, reclamando respeto derogando las leyes, porque la suspensión indefinida les suena a mentira. Pienso, que estas leyes, si realmente estamos por el respeto de las comunidades nativas, y realmente queremos la paz con ellas, el Gobierno no tiene porque intervenir, y deben dejar, para que sean los líderes nativos en la forma de cómo ellos deciden en sus comunidades y de cómo estos se reúnen con otros Apus, elaboren la ley y; para la formalidad, sea el Congreso que lo ratifique y el Presidente las publique. Si Alan García hace eso, estará pasando de la pre-democracia a la democracia, y de una concepción que promueve la violencia, a una concepción que promueve la paz entre culturas.

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Comentarios

  1. alexandra escribió:

    quiero un mas concreto

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