El alma de una universidad para el desarrollo de la ciencia y la tecnología

Una comunidad es más o menos desarrollada si mas o menos la razón de cada uno regula a sus propias emociones. Una universidad por esencia es la comunidad imperio de la racionalidad sobre la emotividad. Es una de sus misiones educar esta esencia en cada uno de sus miembros.

Hacer el inventario emocional de cada uno es un imperativo. Así como lo es también, ubicar en alguna escala cuál es el grado de desarrollo moral de la universidad. La moral, es precisamente la resultante colectiva de ese grado de regulación que ejerce la razón sobre las emociones en cada uno.

Las emociones negativas o gigantes negro y rojo del alma según Emilio Mira y López, que son el miedo y la ira se manifiestan en formas muy sutiles configurando un entretejido emocional colectivo cuyo resultado es el alma enferma de una institución. El alma es “mas pura” si es la razón que regula las emociones. La ciencia y la tecnología es un producto de la racionalidad humana, y son las instituciones como las universidades quienes la producen hoy día. Por eso, la importancia que tiene el alma de la universidad. Estamos hablando que si una universidad no crea ciencia ni tecnología, tiene un alma “de perro o de gato o de rata”, y pierde su esencia de universidad.

Es el caso de la UNT, institución que conozco más tiempo que a la PUCP. De esta primera institución de la cual trato de apuntar algunos rasgos de la emotividad del profesorado, siguiendo las descripciones de Emilio García.

La ecuanimidad esencia de los actos justos se ha cambiado por hacer la justicia con las propias manos, no a golpes sino con falacias. Tiene su origen en el temor a perder privilegios a los que se han accedido sin poseer los méritos y para defenderlos se forman grupos de ilegales anulando la libertad que debe primar en una universidad. Estos grupos son ocultos y se reúnen para complotar, en dichas reuniones utilizan un lenguaje procaz, pero fuera de ellas fingen ecuanimidad, buenas maneras o frases sin sentido como “no defiendo ni ataco”.

La critica se ejerce para “hablar mal y tratar de desvalorizar algo” que oculta la envidia y la carga colérica. Una crítica justa se ejerce en forma comprensiva y humana en una posibilidad real, basada en hechos comprobables y comprobados, en forma franca dando opción a la enmienda y a la vez constructiva indicando el camino de perfección. Un antídoto para la crítica iracunda es una actitud creadora ejerciendo la crítica justa. Quien critica en forma justa, es ridiculizado “no te apoyan porque te has peleado con todo el mundo”.

La ironía en las conversaciones tiene un fondo sádico y perverso, en un solo acto se humilla con la burla y se trata de mostrar superioridad. Es cobarde porque oculta la ofensa y la agresión se disimula en forma de elogio desproporcionado. La frase “muy dedicado pero…” es el sello del irónico universitario.

Otro rasgo observable es el mal humor. Se arremete contra lo respetable o temible por su capacidad intelectual y académica, y se lo ridiculiza para provocar risa en señal de dominio. No se meten con lo que quieren sino con lo que odian. Por el contrario, el buen humor es una actitud optimista que lleva a ver el lado alegre de las cosas y sucesos esparciendo una risa campechana y eufórica.

La soberbia de voz ahuecada, gestos y ademanes altaneros, porte provocativo y actitud despectiva. Es la “auto gratificación” que se exacerba como reacción a una frustración personal. Se “habla fuerte” exagerando los movimientos. Es el alma insatisfecha que a fuerza de engañarse llega a creerse valiosa, pero se siente rodeada de “envidiosos” que existen en su imaginación. Frases como “Hay sinvergüenzas….” “denuncia por envidia”.

El miedo paralizante que se manifiesta en la escrupulosidad de poner los puntos sobre las íes, esconde la agresividad. Personas que hacen dudar que algo esté mal, pero no concluyen. Aparentando un anhelo de perfección impiden la realización de tareas, su conducta paraliza (miedo) y destruye (ira). Las tareas iniciadas no terminan, son el resultado de estos cobardes quisquillosos que “hilan muy fino y hablan mucho” y ya por jubilarse toman en cuenta que no tienen resultados en sus funciones.

Otro tanto son los pesimistas que siempre encuentran razones que justifique su cobardía. Quieren algo pero no se atreven a luchar por ello y se auto engañan con la idea que la obtención de ese algo es imposible y no hay nada que hacer. No son personas de acción pero andan preocupados por logros que nunca llegarán.

Los escépticos, los vivos que ya están de vuelta. Los desengañados que no se dejan engañar por nadie ni por nada. Olvidan que la vida vale la pena vivirla si hay ilusión que lo idealiza y lo embellece. Las esperanzas nos dejan de ser autómatas animales, para convertirnos en creyentes y por ende en creadores. Estos “catedráticos” creen en no creer, estiman el no estimar, tienen fe en la falta de fe, valorizan la desvalorización. Son los que se “cuidan”, los que hacen que no conocen cuando su “viveza” es descubierta. Su actitud producto del miedo que los anula es adornada con filosofía catatímica (un cínico).

Aparte están los aburridos que tienen miedo a quedarse solos consigo mismos. Los escépticos que se jactan (vanidosos). Dime de que te ufanas y te diré de qué careces. Los hipócritas, rasgo de cobardía ligada a una ambición desmesurada, son los expertos en esconder la crítica negativa en un cálido elogio y, los mentirosos que lucen el arma principal de la hipocresía: la mentira.

En este recorrido emocional, siguiendo a Emilio Mira y López, se resalta que el grado de fortaleza psíquica de un país, y por ende de una institución -el tono ético y su auténtico valor- se mide por el promedio de mentiras que dice por día el promedio de sus habitantes. Más peor que la crisis económica es el coloniaje mental (el dominio de los gigantes negro y rojo), que al superarlos se liberará una fuente energética para la sinceridad y la templanza, alma sana para el desarrollo de la ciencia y tecnología en una institución universitaria.

Como nunca, la corrupción de las emociones observada, ha llevado al atraso, en un clima de aparente superioridad, pero que la ausencia de los productos en creación de ciencia y tecnología, debe llevar a una reflexión y a un cambio de actitud.

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Comentarios

  1. Nerfe escribió:

    Es la conducta tipica de los docentes universitarios en la universidad nacional, la que hace de su vida un modo de valorar la perdida de valores y lo que importa es la supervivencia.

    http://wvidal-academico.blo

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