Periódicamente, los paros, toma de locales y de carreteras con la consecuente violencia que se expresa en el encuentro de los pobladores con la policía, es el resultado de las políticas que han destruido el espíritu productivo de las comunidades. Las explotaciones en minería principalmente, o en la actualidad en agroindustria y en la extracción de combustibles fósiles no fueron realizadas por las comunidades, sino por dueños de capital que viven lejos, muy lejos de las tierras comunales. Este encuentro de los dueños del capital que traen dinero, tecnología y cultura con las comunidades que también poseen su capital, tecnología y cultura propia ha sido facilitado por los gobiernos de los primeros. Las comunidades que cubren el territorio peruano desde la época del incanato hasta la actualidad no han sido gobierno. El Estado que es la suma de los pueblos con su gobierno todavía no es una realidad. Cuando se habla de Estado, se entiende como el gobierno. La frase “el Estado es dueño de la tierra, suelo, subsuelo, aguas y aires del territorio” los comuneros entienden que son los que están en el gobierno quienes se atribuyen la propiedad, y resulta una expropiación de su tierra por que se vulnera la concepción andina que el comunero está enraizado al medio. Esta es la concepción de los gobiernos que sustentan la INVERSIÓN. Por tanto, la “inversión” no es productiva para las comunidades, en el sentido que no les permite un desarrollo autónomo.

Los gobiernos han construido una falacia con la inversión, tal que hasta intelectuales aparentemente curtidos en una concepción andina, terminan alabando “la magia de la inversión extranjera para el crecimiento” formando parte de gobiernos dispuestos en primera fila a atropellar cualquier manifestación de las comunidades contra la “inversión”. Esta falacia es el fundamento de la CORRUPCIÓN GENERALIZADA en el país. Por un lado se corrompe el inversionista extranjero, y por el otro se corrompe el tramitador, los gobiernos y los “avivatos” que surgen de las comunidades. Asimismo, se ha corrompido el sistema educativo básico, superior técnico y universitario para que sea el semillero de intelectuales para perpetuar la falacia y se ha corrompido el sistema de control (poder judicial) para mantener las relaciones corruptivas. Estos dos sistemas han sido separados del entorno productivo del espíritu de las comunidades, tal que los mantienen con los impuestos y plusvalía, pero que estancan su desarrollo. Así por ejemplo, en una comunidad quienes emigran de ella “se desarrollan” y quienes se quedan, mantienen congelados el atraso en el tiempo.

Esta es la razón, por la que existe un sistema educativo (los niños aprenden trabajando son sus padres) y judicial (justicia de las rondas campesina) paralelo a los sistemas oficiales del gobierno. Oficialmente existe una escuela con un magisterio corrompido que no forma para la producción y un poder judicial blando ante la corrupción. Eliminando la falacia, es decir, que las comunidades sean gobierno y se restablezcan los ciclos creativos en las mismas, se terminará con la corrupción generalizada y su consecuencia como es el atraso y la violencia. La riqueza generada en armonía con el medio y el flujo de esta riqueza entre comunidades productivas, traerá un saneamiento de la economía, la educación y el gobierno (política).

Por tanto, el desarrollo de las comunidades, no es lo mismo que el crecimiento que propugnan los gobiernos. Crecen los beneficios corruptivos de los gobiernos y sus entornos de “inversionistas” y el atraso de las comunidades siguen congelados en el tiempo. Las comunidades que construyan un sistema educativo y de gobiernos sanos, propios de su esfuerzo, están en condiciones de establecer flujos económicos con otros países, que les permitirá acelerar su desarrollo. Los llamados nacionalistas que ahora creen en la inversión extranjera, los intelectuales de izquierda caviar que hoy están en el gobierno, además de los paladines de derecha de la “inversión” extranjera, aquellos que cuando sus negocios quiebran no dudan en pagarse sus errores con los impuestos y ganancias que cobran a las comunidades; sustentan la falacia del crecimiento confundiéndolo como equivalente al desarrollo de las comunidades. Piensan que el desarrollo de las comunidades, vendrá de afuera mediante las “inversiones” y no será el fruto de la creatividad de las mismas. Por eso, es tarea de las comunidades, articular los gobiernos y el gobierno central propios, que refunden a la política en el ejercicio de la CREATIVIDAD SOCIAL, condición para que el territorio sea cubiertos por comunidades productivas.