Adicción, marketing y consumo. Por un modelo educativo productivo

La adicción se crea si una persona es sometida por si misma o por otras personas a una acción repetitiva tal que esta le produce un estado de satisfacción efímera. Durante el momento que la persona vive el estado artificioso, se constata que no ha generado riqueza y sus facultades productivas se van deteriorando. Por ejemplo, ver películas de violencia por gusto, chatear por puro placer de conversar, practicar seguidamente ritos, mantener la mente ocupada pensando en lo que le ocurrirá a un ser querido que está fuera de la vista, masturbarse la mente y el cuerpo en forma repetida, comprar cosas por ansiar un confort generado por la lectura de catálogos y otros casos más. La adicción es una enfermedad de la mente, que presenta muy sutiles grados de desarrollo desde un aparente estado de ser inofensiva hasta un alto grado que se manifiesta en inutilidad depresiva, pero, con un aparente estado de bienestar corporal. No es un microorganismo biológico que lo causa, es un “virus de la mente”, que se contagia, y muchas veces son víctimas los familiares, por ejemplo, quién goza ejerciendo la violencia en la familia, la enfermedad de la mente es contagiada a los otros familiares sanos, pues generalmente tarde se manifestarán los estados de inutilidad depresiva.

Es un caramelo para el alma, que va deteriorando la salud biológica estableciendo un círculo cerrado. Un cuerpo enfermo deteriora aún más el alma y está deteriora mucho más el cuerpo. El dicho: “mente sana en cuerpo sano” que dibuja un estado saludable, ha sido cambiado por el dicho contrario “cuerpo enfermo en mente enferma”. Para salir de este estado, ya no se trata de curar el cuerpo primero, sino de curar el alma (mente, espíritu), para luego ver los efectos en la salud biológica. El daño a la base biológica de la mente que es el cerebro, proviene de la misma mente dañada. Los pensamientos negativos y de satisfacción efímera que va desarrollando el adicto, van generando los bioquímicos que dañan el cerebro que lo van transformando para que alimente más a los pensamientos destructores.

Analicemos un caso muy “inofensivo”. Como se ha señalado, es suficiente someter a la persona a la acción repetida, para que se vaya condicionando una adicción. En forma muy sutil, la promoción de las adicciones parece se hubieran legalizado. Es el caso del marketing. Apelando a argumentos como vende tu propia imagen, eleva tu condición social, brilla ante los demás, eres el primero y muchos otros más, que se martillan en la mente de otra persona, se va tomando el control de la mente del “público objetivo”. Para posicionar el producto hay que invertir en marketing, es la receta. Son millones de millones de dólares o soles que se “invierte” en marketing. El resultado de esta inversión apunta a satisfacer una necesidad ficticia, creada artificialmente, aumentada como un copo de azúcar, que ha tenido como sustento haber sobredimensionado la necesidad que realmente puede satisfacer un producto determinado. Repetido muchas veces un slogan mediante imágenes, sonidos, etiquetas; la necesidad ficticia va creciendo en la mente del consumidor, tal que logra generar una emoción ansiosa, que lo predispone a consumir el producto en cuestión. Solamente las falacias son capaces de ir creando una necesidad ficticia, por que están diseñadas para que la persona no razone el mensaje, sino que directamente despierte la emoción ansiosa.

Estos sorprendentes resultados de “vender gato por liebre”, recurriendo a una persuasión falaz, se practica desde que el hombre para satisfacer sus necesidades requirió intercambiar productos. La gente se dio cuenta que apelando a falacias dirigidas a la mente de otra persona, se puede generar en ella una emoción ansiosa, que le produce una confusión, obnubilando su razonamiento lúcido, tal que la valoración del producto es hecha en forma equivocada a la magnitud de la necesidad que puede satisfacer. Esta forma de engaño se ha oficializado mediante la enseñanza del marketing. Aparece un nuevo campo de “trabajo” que consiste en generar productos de la nada y que por tanto no satisfacen ninguna necesidad real, excepto solamente la necesidad ficticia creada. Es decir el marketing del marketing. El trasfondo, es hacer fluir recursos económicos de quienes lo generan hacia quienes no lo generan. El que sufre de una adicción, se agencia de recursos económicos generando adicción en quien genera la riqueza, solamente así no parece robo o expropiación.

Más en el transfondo, subyace la idea del bueno y el malo. Para quienes obtienen dinero sin producirlo mediante el marketing, parece son los buenos y los otros los malos, y tanto piensan que esto es así, que terminan construyendo su propia realidad. Por el otro lado, está quienes generan la riqueza. El resultado es una confrontación entre una situación ficticia y una real, constituyendo una semilla de violencia. Se ilustra en el caso de los gobernantes que piensan que los dineros de los impuestos que administran fuera riqueza generada por ellos, por lo que inventan un sinnúmero de falacias para despilfarrarlo. Desde los congresistas hasta los pequeños grupos corruptos que existen soterradamente en las instituciones públicas sufren de adicción por los cargos, que para acceder a ellos lo hicieron mediante campañas falaces para conseguir los votos, pues ya en el cargo harán todo lo contrario de lo que dijeron. La gente adicta vota por que piensa en obtener riqueza fácil si gana su candidato. Es el resultado del marketing de la imagen del candidato, que ha recurrido a muy finas falacias para “llegar a la conciencia” de los electores producto de investigaciones sicológicas.

¿Por qué la mente humana pareciera es muy frágil a las falacias y por tanto a caer en una adicción? La respuesta está en el proceso de formación al que ha sido sometida una persona desde la infancia. Cualquiera puede constatar que esta separación ficticia y real de la valoración de un producto, tiene su origen en la formación que los niños reciben desde muy temprana edad. Son muchos los ejemplos de esta formación desde la familia pasando por la escuela. Se constata que los niños aprenden a hacer transacciones espontáneamente, por ejemplo, intercambiando canicas, cartas o figuras sin que nadie les enseñe. En las escuelas hay la estación de las canicas, de los trompos y otras más dependiendo de las regiones. Esto porque las escuelas están diseñadas para desconectar a los niños de un entorno real y productivo. Hay un generador que condiciona al niño a optar por una transacción falaz, que da como resultado un intercambio corrupto que le da placer efímero. Estos son la fuente de las primeras peleas escolares. ¿Qué hacer para que los niños aprendan intercambios productivos? Por lo que he podido constatar el niño que suda y trabaja para obtener un producto, es el que hace intercambios sanos y el niño que no ha producido tiende a hacer intercambios corruptivos. En una experiencia con niños que han producido lechugas y luego los han vendido he observado que hacen valoraciones más reales de los productos de aquellos que no lo hicieron. Por allí, se abre una pista para buscar un modelo educativo que les permita a las nuevas generaciones una cultura productiva que elimine las adicciones.

Como un ejercicio, que el marketing se sustenta en falacias, le invito estimado lector o lectora, que analice los comerciales y la propaganda que se difunde en la radio, la televisión, periódicos, revistas y otros medios. Luego, analice si los productos obtenidos como resultado de los intercambios que realiza o si el uso de su tiempo libre le permiten satisfacer una necesidad real o ficticia o productiva. ¿Qué necesidad real satisface un televisor? ¿Por qué la promoción de las tarjetas de crédito? ¿Por qué copiar un modo de vida como lo pintan los comerciales? ¿Qué diferencia hay entre entretenerse y ocio? ¿Por qué tantas personas están acumuladas de deudas? ¿Por qué se acepta pasivamente la difusión del morbo combinado con la violencia?

El sentido natural del flujo económico está invertido artificiosamente. El marketing da la receta de martillar la mente sobre las personas hasta que estas terminan perdiendo de vista el sentido real de la economía. Primero consumo la riqueza y después lo produzco dice la mente ansiosa adictiva. Se ha invertido el sentido natural de primero produzco la riqueza y después lo consumo de una mente productiva. Por ejemplo consuma ahora y pague después es el eslogan de los vendedores de tarjetas de crédito. La diversión es ahora, o vive la vida antes que la vida te viva es el llamado de una vedette que fue congresista. La intensidad de la respuesta a la pregunta que tanto uno posee de mente productiva daría un indicador del grado de inversión del flujo económico que uno padece. Talvez ayude al análisis el uso del tiempo libre. Si solamente se utilizara el tiempo mirando en la televisión programas de entretenimiento como llaman a los espacios que no contribuyen a la salud de la mente, y ese tiempo se utilizara en ocio productivo, vamos a pensar por ejemplo en visitar amigos para conversar proyectos, caminar por la ciudad y por el campo, veremos como se incrementa las capacidades productivas. Una telenovela llorona, una película de violencia, un noticiero de crónica roja, un programa cómico morboso, intercalados de comerciales efectistas y otros programas, vistos repetidamente todos los días o periódicamente, generan en la mente una adicción, repitiendo satisfacciones efímeras de necesidades completamente ficticias y por tanto un desperdicio del tiempo. El tiempo que ya no volverá y que debe ser dedicado al trabajo, al ocio y al descanso reparador, es un recurso que se desperdicia que tarde o temprano arruinará al adicto.

El sentido real del desarrollo de la vida es el flujo económico que va de las fuentes de la riqueza, mediante el trabajo creador, hasta el fin de satisfacer las necesidades humanas. Por tanto, la apariencia del efímero estado de bienestar que genera la adicción ansiosa, oculta el fondo: quienes se formaron haciendo transacciones corruptas, tienen que dirigirse a la mente del otro, generándole adicción al consumo, pues es la única forma de cómo un adicto mayor puede succionar riqueza para vivir, resultando un bolsón de riqueza acumulada que se malgasta empobreciendo a quienes generan la riqueza. Pero, no solo se recurre a la manipulación de la mente, sino que se promociona el consumo de sustancias que directamente afectan el cuerpo biológico anulando la razón. Por ejemplo, la adicción al alcohol, es generada de una forma muy sutil, desde el presidente de la república que brinda con bebidas alcohólicas en los mítines, hasta el borrachito que bebe para matar las penas. Enfatizo, no solamente se recurre a la adicción consumista dirigiendo el mensaje falaz a la mente, sino que adicionalmente, se utiliza la promoción del consumo de sustancias por encima de cantidades que alteran el funcionamiento del sistema nervioso. Es generalizado, que el fin de semana, el trabajador, el profesor del magisterio o universitario, el empleado, el chofer, todos ellos adictos consuman más de media botella de cerveza o el equivalente en alcohol en otras bebidas. Hay que diferenciar, beber una copa de vino o un vaso de cerveza diario, resulta saludable y más barato. Pero tomarse dos cervezas o una botella de vino en un solo día resulta más costosa y daña la salud. El marketing al invertir el flujo natural de la economía en la mente forma a la persona adicta ansiosa, tal que lo induce a sacrificar otras necesidades con tal de satisfacer la necesidad ficticia que le produce adicción. Primero es mi adicción, malgastar el tiempo en “diversión”, consumir alcohol y otras drogas, vivir un modo de vida ficticio como en los comerciales, antes que esos recursos utilizarlos en adquisición de información acreditada, una buena alimentación, deporte y todo lo relacionado a ocio productivo.

En conclusión, el marketing promueve la adicción al consumo ansioso y es promovido por quienes se formaron desde niños en la práctica de intercambios económicos corruptos. El flujo de la economía se altera en la mente, un adicto succiona recursos de otro creando en el una adicción ansiosa consumista. En un adicto la capacidad para generar riqueza está disminuida, y si la adicción continúa su capacidad productiva se va atrofiando, hasta llegar al punto de quedar anulada sino invierte la situación. Quién cree que la realidad son los intercambios corruptivos, llega al extremo de defender con violencia esta situación, esto explica las formas violentas como se obtienen “beneficios”. La causa está en la formación desde la niñez. Por tanto para cambiar esta situación, ya no se requiere continuar con un modelo educativo, como el vigente, que es una fuente que genera adicción desde temprana edad, pues no está diseñado para formar a los niños en la práctica de intercambios productivos, sino se requiere desarrollar un modelo educativo que permita desde niños formarlos en la práctica de los intercambios productivos.

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Comentarios

  1. Ana Zegarra escribió:

    En articulo es muy bueno, nos muestra la parte negativa del MKT, que nos convierte en adictos consumistas.
    Las empresas de productos y servicios masivos, saben las ganancias que generarán en un futuro, convirtiendo en adictos consumistas a nuestros hijos. Vale aplicar la educación en la práctica de intercambios productivos.

  2. gerald hierro escribió:

    Este articulo si que me hizo ver la simiente de muchos males propios y ajenos, se merece mi pulitzer y mi sincero agradecimiento por su atinado y edificante articulo.

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