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¿De dónde viene todo el dinero del mundo?

una fábula desde la nada

Era… un día de esos en los cuales estaba el estudiante Manuel con su acostumbrada cefalea del atardecer, llegó de la universidad y se dispuso a abrir la puerta de su departamento, personalmente arreglado a su fortuna:

Paredes pintadas de verde-azul Caribe; un acuario con siete peces, siete, siempre creyó que ese número era sagrado, y curiosamente, Manuel vivía en el séptimo piso del séptimo distrito de Lima: Jesús María.

-Debo leer seis soles para el curso de economía política-, se dijo, pero no se sintió atraído por la idea de leer por obligación, – Bah! , que se vaya al cherry toda la economentira y la mitopolítica-, murmuró para sí propio.

Prendió su laptop, que había mandado a reparar y repotenciar con los ahorros de sus prácticas preprofesionales, encendió la música lúgubre de un rockero maldito de esos que abundan en el mundo indie, susurró al son de la letra:

– “… es como el espejo…,
Como el catalejo….,
Un consejo…. más absurdo,
Que la magia:
El dinero pendejo.”

 

Se le quedó en la cavilación interior más que la tonada la letrada, – ¿qué cosa?-, sí querido lector, se le quedó la letrada, es decir el significado de la canción, porque para su mala suerte Manuel era de los pocos que en su época todavía tenía la capacidad de sentir la música y entender la letra de aquellas canciones, cual ser andrógino como pocos que puede integrar la razón y la emoción.

Dinero pendejo, -pensó para sí-, es cierto ¿cómo se crea el dinero? , esos objetos que sirven para comprar y vender, ¿por qué no puedo crear mi propio dinero?, ¿por qué la gente no puede falsificar dinero? , eran preguntas totalmente válidas que nadie se había hecho, pero se sabían las respuestas:

Con el dinero se puede comprar cosas y venderlas por un monto, pero nadie en el colegio le enseñó el porqué está prohibido falsificar dinero, pero tampoco nadie le explicó la falta ética o moral que implicaba falsificar dinero -¿por qué es malo falsificar dinero?, ¿a quién se le hace daño?, ¿quién es la víctima?, ¿por qué no se permite que la gente haga su propio dinero y así combatir la pobreza?, ¿por qué los pandilleros de cada gobierno tienen el monopolio de creación del tipo y modo de dinero?-, pensó, filosofó y se cuestionó.

Preguntas todas de ellas válidas, más todavía en un contexto familiar en donde, para su buena o mala suerte él había sido el único que tuvo la “suerte” de ser privilegiado con el poder tener unos padres responsables y con capacidad financiera suficiente como para poder darle todo lo que un joven de su edad y hasta entonces hubiese querido:

Tuvo buenos cumpleaños, a los siete años viajó a Francia donde vio de primera mano la famosa Torre Eiffel, a los nueve años su familia adquirió su primera computadora de mesa de una renombrada marca, con Internet y los demás servicios.

 

 

En cuanto a su educación fue siempre a centros privados, que si bien no eran de la elite acaudalada del país, sí eran buenos centros de nivel académico muy alto, desde el kínder, pasando por un colegio católico muy reputado, hasta una universidad de la elite cultural del país, todo ello: gracias al dinero, podía hacer que Manuel contara con tiempo, energía y entendimiento suficiente para sentarse y pensar acerca de ¿Qué es el dinero?, ¿Por qué todavía existe la pobreza?, ¿Es posible aunque sea teóricamente un mundo sin pobreza?, ¿es posible un mundo sin desigualdades financieras tan aberrantes?

Se acercó a la nevera de su departamento, sacó un Whisky añejo, desempolvó sus bien amados pero nunca bien ponderados cigarros sabor a Canela, un encendedor -que su abuelo le regaló en su cumpleaños 18 cuando estuvieron en el Cuzco antes de partir a Nueva York para un concierto filarmónico en el Madison Square Garden-,  y se lo propuso en ese momento:

 

-La vida me quiere decir algo, si yo tengo todo lo que tengo, sobre todo el tiempo, es por algo, -se dijo-, siempre he sido el único con la capacidad financiera para pensar tranquilo en mi familia, nadie más puede darse ese lujo, es Dios que me ha dado esa misión, mi misión es responder a esas preguntas, debo saber qué es realmente el dinero y por qué solo unos pueden hacerlo y debo usar ese conocimiento para derrotar a la pobreza y esclavitud disfrazada de trabajo de una vez por todas, esa será mi misión fundamental en esta vida, -se hizo la promesa, ante su Dios: el Universo, una mística religiosa que él siempre tuvo muy en serio y no pararía hasta lograr sus objetivos, sea en esta vida o en las sucesivas (no cabe duda que en alguna reencarnación lo logrará, no hay duda de la reencarnación y el otro mundo existen, eso no se discute)- mi misión será ser el primero en verdaderamente develar por que en 21 siglos de existencia después de Cristo el humano todavía vive en condiciones de desigualdad social y pobreza laboral a pesar de todos los avances científicos y técnicos ¿por qué tiene que ser así?, ¿si hay libre albedrío?-

El acicate era todavía mayor, era una guerra personal contra la ignorancia y un demostrar a su familia que su existencia tiene un propósito especial, sentirse EL ELEGIDO, pues de niño siempre fue el blanco soterrado de burlas por ser el niño mimado de toda la familia y ser el niño raro que habla raro, se pregunta cosas raras de filosofía y que no sirve para nada más que para gastar incluso su propio dinero en más libros inútiles

Pero ahora Manuel tiene un porqué vivir y un porqué morir: saber a ciencia y arte cierto qué es el dinero y de este modo vencer las desigualdades sociales y la pobreza mundial.

Se preguntó, filosofó, cuestionó y reflexionó toda aquella noche de primavera, en medio de su música selecta, con el brillo dorado carmesí de la vanguardia de su cigarro Canela y embriagado por el Whisky.

-¿De dónde viene todo el dinero del mundo?, ¿De dónde viene todo el dinero del mundo?, ¿De dónde viene todo el dinero del mundo?,… –

 

Continuará. . .

Jorge Marquiño Montero

 

 

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