YURI GAGARIN: 50 años de la conquista del espacio

HACE YA MEDIO SIGLO QUE YURI GAGARIN VIAJÓ AL ESPACIO. EL 12 DE ABRIL DE 1961 SE CONVIRTIÓ EN EL PRIMER HOMBRE QUE SE ACERCÓ UN POCO MÁS A LAS ESTRELLAS. EN UNA PEQUEÑA CÁPSULA DE ALGO MÁS DE DOS METROS DE DIÁMETRO, LA VOSTOK I, LLEGÓ A DAR UNA ÚNICA CIRCUNVALACIÓN A LA TIERRA A 28.000 KM/H. LA ODISEA DURÓ 108 MINUTOS Y PENSÓ, SOBRE TODO, EN SU MADRE Y EN CÓMO REACCIONARÍA AL CONOCER LA NOTICIA, QUE FUE SECRETA HASTA SU ATERRIZAJE EN SUELO SOVIÉTICO.

El simpático y menudo teniente (1,69 mt.) fue ascendido a coronel y elevado a la categoría de héroe nacional. Descrito como el primer “ciudadano del mundo”, Gagarin fue recibido por igual en el capitalista Estados Unidos y la socialista Francia; fue abrazado por Fidel Castro y presentado a la reina Isabel II.

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Pese a todo, pocos son los detalles que se conocen de los primeros años de Gagarin, sobre todo los de su infancia en un área rural, eclipsada por la Segunda Guerra Mundial. Gagarin nació en el pequeño pueblo de Klushino, rodeado de extensos campos, a unos 200 kilómetros de Moscú. La familia vivió aquí desde 1933 hasta 1945. Su padre era carpintero y su madre, lechera. A principios de 1946, cuando el futuro cosmonauta tenía 13 años, la familia se trasladó a Gzhatsk.

Allí Elena Kozlova le enseñó botánica a Gagarin. “No era su asignatura favorita, pero se la tomó tan en serio como la física y la matemática, sus preferidas”, comenta su ex maestra, hoy de 91 años. A Gagarin le gustaba hacer bromas, añade, pero siempre lograba que le perdonaran sus travesuras. “Nadie era capaz de resistir su sonrisa. Y le gustaba mucho a las chicas”.

Kozlova explica que fue en sexto grado cuando Yuri ingreso a un club de una escuela de aviación y comenzó a soñar con volar. Aunque su primer trabajo fue como fundidor, consiguió matricularse en el Colegio Técnico de Saratov, donde aprendió a pilotar un avión ligero.

En 1955, Yuri Gagarin entró en la Escuela de Pilotos de Oremburgo y, al graduarse, ingresó a la Fuerza Aérea Soviética como teniente. Era en el grupo de los mejores pilotos que se seleccionaba a los potenciales cosmonautas.

Yuri Gagarin tenía apenas 27 años cuando despegó en el primer vuelo espacial tripulado. “Fue un día muy importante para todos”, recuerda Kozlova, su maestra. “Cerraron la escuela durante tres días; hubo celebraciones en todas partes”.

El grito espontáneo de “¡payéjali!” (¡vamos allá!) que profirió Gagarin acurrucado en la cápsula Vostok durante la ignición del cohete, a las 9.07 (hora de Moscú), quedó para siempre vinculado en la cultura popular rusa como expresión de autoconfianza y arrojo ante retos imposibles.

“Aún hoy en día, no sé si yo soy el ‘primer hombre’ o el ‘último perro’ en volar al espacio”, dijo Yuri Gagarin, poco después de su viaje en 1961. No había sido entrenado para soportar las presiones de la masa. Cuando se sintió oprimido por el gentío exclamó: “El vuelo cósmico no me ha matado, pero ahora temo morir apastado por vosotros”.

Pero pagó un precio alto por la fama. Moscú le prohibió cualquier actividad peligrosa que le pudiera costar la vida. Jamás volvió al espacio y no recuperó su licencia de piloto hasta 1968. El 27 de marzo de ese año se estrelló en el Mig-15 que pilotaba junto a un instructor. Se multiplicaron las hipótesis sobre el accidente, incluidas la de un supuesto complot de la KGB para acabar con esta leyenda con aspiraciones políticas. Pero la más verosímil parece ser la trágica combinación de falta de experiencia de Gagarin y el mal tiempo. Sus restos descansan en el muro del Kremlin.■

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El pueblo olvidado de Yuri Gagarin
50 aniversario de la conquista espacial
Medio siglo de la hazaña de Yuri gagarin

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