«Chinamérica»

A pesar de los Comunicados del Grupo de los 20, hoy no existe una política global coordinada entre las grandes potencias económicas contra la crisis. Entonces, la recesión actual se podrá convertir en una gran depresión económica del tipo “L” (de larga duración como la de 1929) con una devastación social de insospechadas consecuencias. Lo único que podría impedir esta gran depresión “L” y hacer que la crisis sea menos intensa, sería la relación simbiótica financiera-comercial que tienen todavía los Estados Unidos y la China. En efecto, ambas economías funcionan hoy como un solo gran espacio financiero-económico, como un solo país, “Chinamerica”, donde China ahorra y presta y los Estados Unidos compran y se endeudan.

No hay duda de que los Estados Unidos y China quieren mantener esta relación que los ayuda a sobrellevar la crisis. Por eso, la primera visita que hizo Hillary Clinton como Secretaria de Estado fue a China. Sin embargo, muchos analistas se preguntan hasta cuándo podrá Chinamérica durar. Y no les falta razón, porque su duración dependerá de que no se agraven los ya serios problemas domésticos de China. Hoy, docenas de millones de chinos han perdido su empleo en los últimos meses. Al lado de esto, los graves problemas ecológicos se están convirtiendo en una enorme protesta social. Más de un cuarto de millón de chinos mueren al año debido a la contaminación del aire. Otros cientos de miles se enferman por la polución del agua y unas 700 ciudades chinas sufren cortes de este elemento. Al mismo tiempo, los 800 millones de chinos pobres comienzan a perder la esperanza de tener un mayor nivel de vida, con la caída de las exportaciones y el crecimiento del desempleo.

Ante esta situación, el gobierno chino tiene dos opciones. La primera, mantener el status quo, reprimiendo las protestas y sólo mitigando hasta donde sea posible la situación social y ecológica. La segunda, dar una volta face antes de que la situación desestabilice el poder del partido comunista, abandonar Chinamérica y dedicarse a resolver los graves problemas domésticos con los recursos dedicados a comprar la deuda americana. Si esto último pasa, se termina Chinamérica y también la globalización.

La desglobalización como una oportunidad

La desglobalización y la globalización no son en sí ni malas ni buenas, depende de la orientación que se les dé. Por ejemplo, la globalización de los derechos humanos, del deporte y del intercambio cultural entre las naciones es algo positivo. En cambio, la globalización del tráfico de drogas, personas y armas es algo negativo que hay que desglobalizar. En el caso de la globalización económica (1980-2008), ésta no ha sido positiva porque las finanzas especulativas crecieron delirantemente hasta el punto de dominar la economía real y hacer colapsar el sistema financiero global.

El valor de los activos financieros en los Estados Unidos llegó a ser, el 450% del valor del PBI y en Europa el 356%. También, el número de países del mundo donde el sistema financiero excedió el valor del PBI pasó de 33 a 72. Lo más grave fue que este enorme proceso de “financialización” de la economía mundial se hizo inventando nuevas y complicadas operaciones especulativas no transparentes que terminaron por provocar el colapso de todo el sistema financiero.

Hoy este sistema es demasiado grande para salvarlo. En efecto, la deuda global del sistema financiero como consecuencia de especulación, sobre todo debido a los credit-default swaps (CDS) derivados, segurización de productos financieros y otros productos tóxicos, es hoy de 160 trillones de dólares, nada menos que tres veces el PBI del mundo. Es decir, tres veces más que toda la producción de todos los países del mundo juntos. Aunque se quisiera, no es posible rescatarlo, menos aún bombeándole a este agujero negro, constantemente dinero, de los contribuyentes que nunca será suficiente.

La globalización ha “financializado” de manera tóxica toda la economía global. Hoy es necesario desglobalizar esta negativa función. La crisis es una oportunidad para desglobalizar estos productos financieros nocivos, terminar con la especulación y orientar las economías nacionales hacia una producción real de bienes y servicios que creen empleo y además que sean sostenibles con la ecología. La reactivación de las economías abre hoy sobre todo una oportunidad para ir cambiando nuestros patrones de consumo insostenibles, en particular, para desglobalizar el patrón de consumo energético insostenible de los hidrocarburos.

Todo esto hace que la crisis actual sea mucho más complicada que la de 1929. Ahora lo que está en juego, por primera vez desde la revolución industrial, es evolucionar hacia una civilización que produzca y consuma sin depredar su medio ambiente o sufrir tarde o temprano la revancha del planeta. Sin embargo, los neokeynesianos y los financistas del Grupo de los 20 siguen anclados en el siglo XX. No saben cómo aprovechar la desglobalización de un sistema financiero para crear una nueva economía global de mercado productiva, no especulativa, que cree empleo y que además que sea compatible con la ecología. ■

Extracto del artículo «Desglobalización», de Oswaldo de Rivero, publicado en Le Monde diplomatique, Mayo 2009. El embajador Oswaldo de Rivero ha representado dos veces al Perú en la ONU (Ginebra y Nueva York). Es autor de numerosas publicaciones.

© Le Monde Diplomatique y Altermundo Comunicaciones SAC.

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