Los Países Inviables en el Siglo XXI

Desde que Adam Smith escribió “La Riqueza de las Naciones”, hace unos 200 años, la ciencia económica fue la que dominó una civilización industrial depredadora de recursos no renovables y lanzadora de gases que recalientan el planeta, que hoy está ecológicamente agotada. Ahora, la ecología comienza a ser la ciencia de una nueva civilización sostenible, todavía lejana, que nos dice que si la economía no se armoniza con el medio ambiente las naciones pasarán de la búsqueda de la riqueza a la búsqueda de su supervivencia.

Agua, Alimentos y Energía

El agua para producir alimentos, abastecer la industria y el consumo humano es escasa y de difícil acceso en el planeta. El 97% de toda el agua de la tierra es salina, sólo el 3% es dulce y sus 3/4 partes están concentradas en lugares geográficos poco accesibles, como son las regiones polares y los glaciales. En consecuencia, sólo una pequeña fracción del agua planetaria es dulce y accesible en ríos, lagos y cuencas subterráneas y, según estudios hidrológicos realizados por Naciones Unidas y el Instituto para el Medio Ambiente de Estocolmo, esta pequeña fracción está disminuyendo.

Hoy, millones de personas en el mundo comienzan a perder acceso al agua. En el año 2025, más de los dos tercios de la población mundial estarán afectados por su escasez debido a la disminución del ciclo hidrológico de la tierra, como consecuencia de la gran expansión urbana planetaria y del recalentamiento global.

Los síntomas de una crisis hídrica global están ya presentes: napas subterráneas, glaciales, lagos, ríos están achicándose por todo el planeta. Casi todos los países sufrirán problemas con el abastecimiento del agua, sobre todo los países que hoy ya tienen los más bajos consumos de agua per-cápita en el mundo como China, El Salvador, Etiopía, Jordania, Ghana, Haití, Kenia, Kuwait, India, Libia, Marruecos, Omán Pakistán, PERÚ, Ruanda, Sri Lanka, Tanzania, Túnez, Zimbabwe y Uganda. También, casi todas las grandes ciudades del mundo sufrirán problemas de abastecimiento, las más afectadas serán las metrópolis asentadas en desiertos como Amann, Argel, Bagdad, El Cairo, Casablanca, LIMA y Túnez.

El agua es el recurso no renovable más afectado por el recalentamiento global, sobre todo con la pérdida acelerada de los glaciales en Asia y Sudamérica. Cientos de millones serán afectados en la China y la India cuando los legendarios ríos, creadores de las civilizaciones más antiguas, el Ganges, Bramaputra, Yangtze y Amarillo reduzcan severamente sus caudales. También en Sudamérica los glaciales irán desapareciendo a un ritmo muy rápido. Según los expertos, pueden desaparecer dentro de 15 a 25 años, dejando grandes ciudades, zonas agrícolas enteras y también hidroeléctricas sin agua en Bolivia, Colombia, Ecuador y PERÚ.

Los alimentos serán caros debido a la escasez y encarecimiento del agua y además porque la tierra agrícola en el mundo está disminuyendo en un 7% anual, desde 1979. Los suelos no producen como antes porque están saturados de fertilizantes, sufren erosión por deforestación y sequías por el recalentamiento global. Sin embargo, a pesar de que la seguridad alimentaria de millones de habitantes del planeta se vuelve elusiva, los alimentos son ahora usados como combustibles para alimentar autos.

Los países más afectados con esta crítica situación alimenticia mundial serán los que ya no tienen seguridad alimentaria, que son importadores netos de alimentos y que registran bajos consumo de calorías per-cápita. En África: Angola, Etiopía, Egipto, Kenia, Liberia, Nigeria, Mozambique, Ruanda, Sierra Leona, Somalia, Sudán. En Asia: Afganistán, Bangladesh, Corea del Norte, Pakistán, Yemen. En América: Honduras Haití, Guatemala, Nicaragua, Bolivia, PERÚ y Venezuela.

El petróleo, que es la energía que es el soporte de los patrones de consumo insostenibles de las sociedades ricas y también los de las pobres, que tratan de imitarlas, será aún más caro. Según estudios y opiniones de calificados expertos petroleros las reservas mundiales de petróleo se están agotando, su producción ha llegado ya a su “peak” (al máximo) y dentro de 15 años comenzara inexorablemente a declinar.

Según estos estudios, la producción mundial de los yacimientos existentes está cayendo un 8% al año. Por otro lado, todos los nuevos yacimientos descubiertos tienden a ser pequeños. Los más recientes descubiertos en Tupí, en Brasil, que se pensaban que eran los más grandes encontrados en los últimos 7 años, son en realidad un quinceavo de los yacimientos de Ghawar en Arabia Saudita.

El petróleo, el combustible que mueve el mundo, tiene sólo para unos 15 o 20 años más, antes de comenzar a agotarse y todavía no existe una sola energía renovable capaz de reemplazar los casi 90 millones de barriles diarios que sirven para generar los 320 billones de kilowats-hora que necesita la economía global para producir anualmente 54 trillones de dólares de bienes y servicios.
El petróleo se podrá reemplazar, sólo en parte, por una combinación de energías renovables: solar, eólica, biomasa y otras, que serán iguales de caras o más. Sin embargo, esto tomará muchos decenios de investigación y cientos de billones de dólares; mientras tanto habrá, por primera vez desde la revolución industrial, una crisis global de energía que afectará el dispendioso estilo de vida de los países ricos. En los países pobres los efectos serán más perversos porque sin seguridad energética no podrán salir del subdesarrollo y muchos de ellos se volverán inviables.

El Desequilibrio Físico- Social

La humanidad ha entrado en una nueva era peligrosamente incierta y turbulenta, donde el agua, los alimentos y la energía, que son los recursos indispensables para la vida, se vuelven más caros y escasos para la gran mayoría de la población del mundo que tiene ingresos medios o bajos. En esta nueva era los países en desarrollo más “exitosos” no serán los que siguen el Consenso de Washington y hacen crecer su PNB en medio de la pobreza y la desigualdad, sino los que logren su supervivencia, es decir, los que obtengan seguridad hídrica, alimentaria y energética para sus crecientes poblaciones urbanas.

¿Qué es lo que hace, en último análisis, que un Estado-Nación sea viable? Luego de investigar varios años, llegué a la conclusión, en mi obra el “Mito del Desarrollo“, que, desde los albores de la humanidad, el equilibrio fundamental para que exista vida civilizada y prosperidad es que la población no sobrepase la disponibilidad de recursos decisivos para la vida como el agua, los alimentos y la energía. Todas las civilizaciones han sobrevivido manteniendo suficiente agua, alimentos y energía para sus poblaciones, cuando no lo lograron entraron, en lo que denomino un «desequilibrio físico-social» entre recursos vitales y población que causó largas turbulencias sociopolíticas y, finalmente, el colapso del estado y de la vida civilizada.

Esta verdad fundamental no sólo sigue siendo vigente en nuestros días, sino que ahora el recalentamiento planetario y la expansión demográfica urbana del mundo están poniendo en peligro la disponibilidad global del agua, de los alimentos y de la energía. Esta situación afectará aún más las posibilidades de supervivencia de los países que hoy tienen grandes sectores de su población en la pobreza. Sin embargo, los tecnócratas y políticos que piensan bajo la premisa del crecimiento infinito del PNB, que es el fundamento de la mitología del desarrollo, no pueden percibir que muchos países pobres ya han entrado en la zona peligrosa del desequilibrio físico-social porque el agua, los alimentos y la energía, que son los recursos decisivos para la supervivencia de las naciones, comienzan a ser caros y escasos.

En el año 2028, la población de los países subdesarrollados alcanzará más de 6,600 millones y será casi totalmente urbana. Salvo que exista un aumento sin precedentes de la disponibilidad de alimentos, agua y energía y también una caída brutal, sin precedentes, de la tasa de natalidad y de la migración hacia las ciudades, una gran parte de la población urbana de estos países vivirá en un desequilibrio físico-social, en caóticas ciudades y megalópolis con escasez de agua y energía, con alimentos caros, con cortes del fluido eléctrico, rodeada de contaminación, sufriendo violencia e inestabilidad sociopolítica.

Actualmente, casi todos los países llamados “en desarrollo” sufren o comienzan a sufrir, en mayor o menor grado, un desequilibrio físico-social, debido a su bajo consumo per-cápita de agua, alimentos y energía y al rápido crecimiento de sus poblaciones urbanas. Los más afectados son: Afganistán, Bangladesh, Bolivia, Camboya, China, Cote d’Ivoire, El Salvador, Etiopía, Filipinas, Ghana, Guatemala, Haití, Honduras, India, Kenia, Liberia, Marruecos, Mozambique, Nicaragua, Pakistán, PERÚ (ver recuadro, República Dominicana, República Democrática del Congo, Senegal, Sierra Leona, Ruanda, Túnez, Tanzania, Uganda, Yemen y Zimbabwe.

Los Pactos por la Supervivencia

En el transcurso del s. XXI, el creciente desequilibrio físico-social que está creando la escasez y alza de los precios del agua, los alimentos y la energía frente al gran crecimiento de la población urbana planetaria constituirá una falla sísmica sociopolítica que causará una serie de temblores y también terremotos de desintegración nacional. Sin embargo, el desequilibrio físico-social fue ignorado en las agendas nacionales de los Estados subdesarrollados. En la mayoría de los gobiernos de estos países ha existido una total despreocupación sobre el crecimiento de la población urbana y las disponibilidades futuras de agua, energía y alimentos.

Las tecnocracias nacionales y también las internacionales jamás discuten sobre la inviabilidad nacional y sobre los problemas de la supervivencia de los mal llamados países en desarrollo. Estos temas son una suerte de tabú nacional e internacional porque se vive todavía bajo la influencia de más de medio siglo del mito del desarrollo, según el cual, todos los estados-naciones pobres que están “en desarrollo” van a ser un día países desarrollados, sociedades prósperas a la imagen y semejanza de las sociedades industrializadas.

La verdad es que, luego de más de cincuenta años de teorías y políticas de desarrollo, la renta per-cápita real en más de setenta países, mal llamados en desarrollo, es igual o inferior a la que tenían hace veinte años. En una población de 5,5 mil millones en el mundo subdesarrollado, existen más de 4,000 millones que sobreviven con tan sólo uno, dos o tres dólares diarios y que se volverán aún más pobres porque no pueden con sus bajos ingresos acceder al agua, a alimentos y a la energía.

Esta realidad invita a liberarse del mito del desarrollo, a reemplazar la elusiva agenda de la riqueza de las naciones por la agenda urgente de la supervivencia de las naciones, más aún ahora que el recalentamiento planetario y las carestías de agua, alimentos y energía son una realidad cada vez más tangible. Hoy, es prioritario que en el Perú y en cada uno de los otros países, que tienen el mayor desequilibrio físico-social en el mundo, se establezcan Pactos por la Supervivencia destinados a poner en marcha una estrategia nacional para estabilizar el crecimiento de la población urbana y lograr para ella la seguridad hídrica, alimentaria y energética.

En estos Pactos por la Supervivencia se debería lograr que la población urbana, que crece a más del 2% anual, crezca por debajo del 1 %, que el consumo de calorías llegue alcanzar unas 3,000 per-cápita, que los bajos consumos de energía, que no llegan a 1000 kilowats-hora per-cápita, se doblen y que el consumo de agua, que es menor de 2 mil litros cúbicos per-cápita al año, se duplique. Un esfuerzo como este no será fácil porque la mayoría de la clase política ignora que su país está viviendo sobre un explosivo desequilibrio físico-social y gobierna enredada en sus ambiciones personales y el corto plazo.

El logro del equilibrio social-físico es ajeno a cualquier ideología y por ello factible de ser concertado como un Pacto para la Supervivencia por todos los actores políticos en cualquier país pobre donde la población urbana crece considerablemente y se perciben alarmantes síntomas de inseguridad hídrica, energética y alimenticia.

La única condición para lograr estos Pactos para la Supervivencia en los países pobres es que funcionen regímenes genuinamente democráticos. Los pactos para la supervivencia deben emerger de un gran diálogo nacional y de una gran concertación entre los gobiernos, los partidos políticos, los empresarios, los trabajadores, la comunidad académica y la sociedad civil y deben funcionar permanentemente así. Sólo con un constante ejercicio de esta naturaleza se podrá ayudar a vencer los desafíos que el desequilibrio físico-social y el recalentamiento global plantean hoy para la supervivencia de las naciones. ■

*El presente artículo de Oswaldo de Rivero está basado en la última edición en inglés de su libro «The Myth of Development» y en su conferencia en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y Desarrollo de Ginebra, Suiza, el 26 de junio de 2008.
Oswaldo de Rivero ha sido dos veces Embajador del Perú en la ONU (Ginebra y Nueva York) y es autor de numerosas publicaciones.

** Para una mayor información, revisar la edición en español «El mito del Desarrollo: los países inviables en el siglo XXI». Segunda Edición. Fondo de Cultura Económica. Lima, 2001.

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