RESPONSABILIDAD SOCIAL: REPLANTEANDO EL ROL DE LA EMPRESA

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Tradicionalmente se ha asignado al sector privado el rol de crear riqueza, al Estado de repartir la riqueza y administrar los bienes públicos, y a las ONG y asociaciones civiles el de representar los intereses de la sociedad civil, la cual, venía a ser destinataria y beneficiaria de este orden estructural.

Hoy en día, ante la dimensión y complejidad de los retos que plantea la globalización, las funciones económicas, políticas y sociales deben ser reasignadas. Al sector privado, como ciudadanos corporativos, se le exige mayor involucramiento en las tareas del desarrollo; la denominada sociedad civil y sus representantes piden participación y autoría de su propio desarrollo; al mismo tiempo que se reconoce que el Estado debe asumir un rol más activo.

La economía social de mercado y el Estado promotor subsidiario

El Perú se ha comprometido con los Objetivos del Milenio, que se reflejan implícitamente en el Acuerdo Nacional, adoptado el 5 de marzo de 2002. Según la décima séptima política de Estado, los firmantes se comprometen a “sostener la política económica del país sobre los principios de una economía social de mercado, que es de libre mercado pero conlleva el papel insustituible de un Estado promotor, regulador, transparente y subsidiario, que busca lograr el desarrollo humano en el país mediante un crecimiento económico sostenido con equidad social y empleo”.

Pero queda claro que las tareas de desarrollo hoy en día exceden las capacidades del Estado solo. Esto es especialmente aplicable en una región como América Latina, donde alrededor de un cuarto de su población -es decir 128 millones de personas- vive con menos de 2 dólares al día y unos 50 millones se consideran extremadamente pobres, sobreviviendo con menos de 1 dólar al día. Según estadística del Banco Mundial, en el Perú más del 40 por ciento de la población es pobre, es decir vive con menos de dos dólares diarios. (INFORME SOBRE EL DESARROLLO MUNDIAL, 2000/2001).

La adhesión a las Metas del Milenio incluye el compromiso de lograr una buena gestión de los asuntos públicos y la reducción de la pobreza, pero explícitamente en colaboración con el sector privado y otros actores sociales para fomentar esta asociación mundial para el desarrollo.

Hacia un mejor entorno: La empresa y su responsabilidad social

Si bien el sector privado no puede, ni debe, reemplazar al Estado en la provisión de servicios básicos e infraestructura, son claras las dificultades que el sector público enfrenta en sus esfuerzos por satisfacer las necesidades. Ello incrementa la necesidad del sector privado de asumir su responsabilidad social y ambiental.Hoy en día se le exige al empresariado la mitigación de los impactos negativos del crecimiento económico en el entorno humano y natural, por un lado, y su apoyo en las inmensas y urgentes tareas del desarrollo nacional, por el otro.

En América Latina, y en el Perú en particular, una larga tradición de filantropía corporativa, donde el sector privado ha tenido una visión paternalista y asistencialista de su rol en la sociedad, está evolucionando hacia formas de cooperación con otros stakeholders.El desarrollo es un factor fundamental para el éxito a largo plazo de las empresas. Si el Perú sigue entre los países con las más altas tasas de tuberculosis y los más bajos niveles de escolarización, no habrá ni fuerza laboral, ni consumidores, ni seguridad, ni estabilidad social y política, ni mercado, ni un clima para inversiones.

La erradicación de la pobreza y extrema pobreza, y el mejoramiento de los indicadores son tareas esenciales para poder invertir, desplegar la actividad productiva y seguir creando riqueza.O dicho de otra manera: para hacer negocios y crear riqueza en mercados pobres, no tradicionales, en sectores informales, la creación de valor económico tiene necesariamente que ir de la mano con la creación de valor social. No hay lugar para actividad económica sostenible en un entorno donde prevalece la enfermedad y el hambre, el analfabetismo, la ignorancia e incompetencia, la violencia y depredación del medio ambiente.

Expertise de las ONG y participación de la población

Las organizaciones no gubernamentales (ONG), asociaciones civiles y fundaciones pueden ayudar a las empresas “a dar un paso hacia delante y alejarse de la filantropía tradicional hacia un comportamiento de ciudadanía corporativa con componentes más estratégicos, hechos a la medida de las características específicas locales”.

En sociedades particularmente complejas y sensibles a los conflictos, como es el caso de la peruana, se pueden crear problemas inesperados cuando las empresas financian y ejecutan proyectos de desarrollo sin conocimientos precisos y sin una debida consideración de las necesidades, los medios y los objetivos finales que se persiguen (idem).

De alguna manera la responsabilidad social corporativa debería insertarse dentro de las políticas sociales y los planes de desarrollo estatales, los cuales, a su turno, son cada vez más producto de consensos alcanzados en el marco de presupuestos participativos y planes concertados.En efecto, las organizaciones de base pueden y deben proporcionar los insumos, en forma altamente participativa, y con el apoyo técnico de las entidades no gubernamentales, para lograr proyectos sostenibles.

Muchas ONG tienen la experiencia práctica necesaria para evitar equivocaciones y es toda vez más interesante tenerlas como cooperantes y asesores en vez de fiscalizadores.En general, el concurso de los actores locales, regionales y nacionales, incluidos las universidades, las iglesias, las organizaciones de base, las autoridades municipales, cooperativas, etc. seria altamente deseable para lograr estrategias éticas y sostenibles.

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