Day: 8 julio, 2009

La desigualdad es violencia: el sentido crítico ante el machismo

pOR: José Ángel Lozoya Gómez, miembro del Foro y de la Red de Hombres por la igualdad

Nadie discute la necesidad de incrementar la protección a las víctimas, pero debemos recordar que “la violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que padecen las mujeres”

Tanto se ha centrado la lucha contra las violencias machistas en aquellas que provocan alarma social, que la mayoría de los hombres no se sienten interpelados; no encuentran motivos ni para involucrarse en su erradicación ni para modificar sus hábitos. Para colmo, el Pacto de Estado que se discute en la actualidad sigue olvidando a los hombres, con lo que se le condena a tener un alcance muy limitado.

En un taller para inmigrantes árabes, latinos y subsaharianos invité a los participantes a identificar privilegios masculinos en la familia, el mercado de trabajo, la sexualidad y la sociedad, y me sorprendieron dos reacciones. Por un lado el colectivo subsahariano los identificaba con facilidad; por otro lado, el grupo latino interrumpió la puesta en común para quejarse, educadamente, de que se les había invitado a participar en un taller sobre el machismo pero se veían debatiendo sobre las desigualdades entre los sexos.

Para ellos, el machismo tenía más que ver con las agresiones físicas, los abusos sexuales y los asesinatos, que con las desigualdades cotidianas en sus relaciones con las mujeres. Pese a la resistencia que manifestaban, me alegró advertir que ese grupo hubiera visto que los privilegios son desigualdades, porque es difícil ver que todo privilegio naturaliza una desigualdad, y mucho más difícil ver que las desigualdades, al quedar invisibilizadas, aseguran su reproducción.

Por eso no me costó mucho que aceptaran que la cultura es el caldo de cultivo en el que germinan y se desarrollan las raíces de todas las violencias, y que la cultura es machista. Ni que vieran, en una pirámide con forma de escalera, que a medida que asciende la gravedad de las violencias hay cada vez menos hombres involucrados, porque los micromachismos no llevan inevitablemente a mayores niveles de violencia. Solo los que confunden tradición con derechos incuestionables llegan a creerse tan por encima de las mujeres como para estar dispuestos a defender a través de la violencia sus privilegios frente a aquellas que los cuestionan.

Lo que ellos estaban diciendo es que se habían socializado como hombres para aprender a desenvolverse en un mundo estructurado a base de privilegios, desigualdades y violencias, y que como hombres habían sido capaces de vivir en esta sociedad sin violar las leyes; por eso les costaba ver la importancia que yo daba a las pequeñas violencias sobre las que tratábamos, sobre todo teniendo en cuenta que ellos se implicaban mucho más que sus padres en lo doméstico y en los cuidados de sus hijos y de sus familiares dependientes, y vivían con mujeres que trabajaban y traían un jornal a casa.

La cultura, en la base del maltrato

Admitían que era la cultura la que estaba en la base de tanto maltrato y tanto asesinato, y que era necesario combatirla, cada cual en la medida de sus responsabilidades. A partir de ahí no me costó que vieran que no habría tenido sentido invitarlos a un curso para hablar de ese machismo que ellos ya condenan: lo interesante era incrementar su sentido crítico ante el machismo que les costaba ver, ante esos privilegios tan injustos como peligrosos —porque reproducen una conciencia de derecho a la desigualdad—con objeto de que dejaran de aprovecharse de ellos y evitaran contribuir a su reproducción.

Sus resistencias tenían que ver con su falta de perspectiva de género, pero son un ejemplo de las dificultades que tienen la mayoría de los hombres para ver las violencias machistas cotidianas en las que, por acción u omisión, incurrimos todos. Nos recuerdan que para erradicar las violencias machistas es preciso vencer las dificultades y las resistencias de los hombres a verse interpelados. Hace falta que entiendan que la masculinidad es machista y el machismo es violencia; que disfrutan de privilegios por ser hombres, y que estos privilegios suponen desigualdades que padecen las mujeres; que para reconocerse como hombres han tenido que superar un proceso de socialización violentamente machista y han construido una identidad masculina muy difícil de deconstruir, pero es preciso intentarlo.

Los recursos dedicados a erradicar las violencias machistas, desde el asesinato de Ana Orantes y la posterior aprobación por unanimidad de la Ley integral contra la violencia de género, han tenido poquísimo impacto en el número de denuncias y asesinatos de mujeres, lo que nos llevó alos hombres por la igualdad a convocar en Sevilla, el pasado 21 de octubre, la manifestación de hombres más numerosa celebrada hasta la fecha, con el lema ‘El machismo es violencia’. Para nosotros era prioritario poner el foco en la necesidad de combatir el machismo en cualquiera de sus manifestaciones.

Nadie discute la necesidad de incrementar la protección a las víctimas, pero debemos recordar que “la violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que padecen las mujeres”. Puede ser una simplificación, pero nos recuerda que no podemos acabar con las violencias machistas sin que cambien los hombres, y que los hombres no van a cambiar por el Código Penal. El cambio de los hombres exige tiempo y recursos que no aparecen en el borrador de Pacto de Estado que está en discusión, y ya sabemos que en política lo que no cuenta con presupuestos no se tiene en cuenta, y lo que no se nombra ni siquiera existe.

Mientras miramos para otro lado seguimos olvidándonos de los niños cuando aún están en peligro, siendo socializados en el machismo, y solo empezamos a preocuparnos de los jóvenes cuando ya son un peligro. Mientras nos resistimos a combatir el machismo, la masculinidad se va convirtiendo en el referente de la igualdad entre los sexos y eso tiene mucho de suicidio colectivo.

FUENTE: eldiario.es

Cosas que no deben decirse a las personas con cáncer

Publicado: 12 nov 2016 21:49 GMT

El cáncer se ha convertido en la peste negra del siglo XXI, llevándose al año más de ocho millones de vida.
7 cosas que no deben decirse a las personas con cáncer

‘Cáncer’ es una palabra que todos tenemos miedo a escuchar cuando visitamos la consulta médica. Pero por mucho que la temamos, esta enfermedad es ya una parte inseparable de la vida moderna y hay que aprender a convivir con ella, tanto si el enfermo somos nosotros como si lo son personas de nuestro entrorno. Conozca las frases que los supervivientes de cáncer y los psicólogos aconsejan no decir nunca a los pacientes diagnosticados.

1.”Sé cómo te sientes”

“¡No, no lo sabes! Curiosamente, ni siquiera los supervivientes de cáncer dicen esta frase a los enfermos porque cada cáncer es diferente, cada experiencia de cáncer es diferente, y cada superviviente de cáncer es diferente”, cita el portal Prevention a Jenn McRobbie, que tras superar un cáncer de mama escribió el libro ‘Why Is She Acting So Weird?’ (¿Por qué actúa de manera tan extraña?’).

2.”¡Tienes que ser positivo!”

Un psicooncólogo del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), Miguel Rojas, afirma que este consejo, en vez de animar, genera una frustración en el paciente. “Este tipo de comentarios generan una presión enorme en el paciente, que no es capaz de estar siempre contento y positivo, puesto que “lo normal es tener miedo, tristeza, rabia y desesperanza, por lo que la imposición del positivismo solo genera un sentimiento añadido de culpa”, ha comentado Rojas al periódico ‘El País’.

No es ningún secreto que el pensamiento positivo es absolutamente necesario para los pacientes con cáncer. ¿Pero cuál es la probabilidad de que este pensamiento positivo aparezca después de su consejo?

3.”¡Eres muy fuerte!”

A las personas diagnosticadas con cáncer les suelen atribuir la imagen de guerreros, dice McRobbie. “Nos llaman ‘combatientes’, ‘guerreros’, y se nos dice que ‘ganemos la batalla’. Esta imagen puede ayudar a algunas personas a sentir que tienen más control sobre su experiencia, pero si tienes un mal día también puede hacer que sientas que lo estás haciendo todo mal”, añade la escritora.

También es importante entender que las personas mueren de cáncer no porque sean débiles, sino por la baja eficacia de la quimioterapia de tumores y metástasis. Esto no tiene nada que ver con el amor a la vida y el deseo de luchar.

4.”Todo irá bien”

Se puede pensar que esta frase alegrará al enfermo y lo llenará de optimismo, pero en realidad no es así. Lo más probable es que lo interprete como una falta de voluntad para comprender la gravedad de la situación, que la persona que lo dice no quiere entender el calvario por el que tendrá que pasar un enfermo, qué pruebas tendrá que soportar. Al fin y al cabo no somos adivinos, no podemos garantizar que en realidad “todo va a ir bien” en el futuro.

5.”A mi amigo (tía, abuelo, quien sea…) le pasó lo mismo”

“Un enfermo de cáncer no siempre quiere saber historias de otros pacientes, especialmente si sucedió algo malo, como una reaparición o una complicación”, dice a Prevention Randy Stevens, el director de radiación oncológica del hospital White Plains de Nueva York. Además, siempre hay que recordar que no todos los tipos de cáncer son iguales y todas las personas lo sobreviven de una manera diferente.

6.”Reza y Dios te curará”

Algunos pacientes rezan y se curan, y otros pacientes no rezan y también se curan. Si somos religiosos, en vez de aconsejar rezar es mejor decir simplemente “Voy a rezar por ti” y hacerlo realmente. Además, la religión es un asunto privado de cada persona, y no es necesario convertirse en un misionero.

7.”¿Has tratado de utilizar remedios naturales o medicina alternativa?”

Lo más probable es que delante de usted se encuentre una persona que está pasando por quimioterapia. Su efecto ha sido confirmado científicamente y probado en cientos de estudios científicos, así que es un poco incongruente hablarle de extracto de hígado de tiburón, de pino, o gimnasia curativa a una persona que se está sometiendo a quimio.

Fuente: RT

¿Qué impacto tiene el azúcar en nuestro cuerpo? 8 efectos inesperados

Publicado: en RT el 29 mar 2017 00:35 GMT

Más razones para dejar de consumir la ‘droga blanca’, que afecta nuestra memoria, la salud de nuestros órganos y provoca arrugas prematuras, entre otros efectos.

El azúcar se ha convertido en un producto tan cotidiano que a menudo lo consumimos sin pensar en las consecuencias de ingerirlo. Pero este placer fácil y accesible tiene una cara oculta muy desagradable, advierten los médicos.

Para concienciar una vez más sobre el impacto de esta droga blanca legal en nuestro cuerpo, la revista ‘Time’ ha recopilado ocho hechos de cómo el azúcar afecta a nuestra fisiología y por qué debemos reducir su presencia en nuestra dieta.

1. El cerebro funciona peor

Según el endocrinólogo Robert Lustig, una dieta con altas cantidades de azúcar y fructosa hace que el proceso de aprendizaje y memorización sea más difícil.

2. Tenemos más hambre

Al activar las zonas de placer en el cerebro, así como el centro del apetito, el azúcar puede interferir con el sentimiento de saciedad. Es decir, una galleta no puede frenar el deseo de comer más dulces.

3. Envejecemos más rápido

El azúcar puede disminuir la reparación del colágeno, la proteína que proporciona un aspecto saludable a nuestra piel, lo que resulta en una reducción de su elasticidad y la aparición de arrugas prematuras.

4. Engordamos

El exceso de fructosa y glucosa se convierte en grasa en el hígado, lo que aumenta el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

5. Se dañan los tejidos

El azúcar acelera el proceso de oxidación en nuestras células, por lo que las proteínas, tejidos y órganos enteros pueden resultar dañados. Esto incrementa el riesgo de sufrir enfermedades hepáticas, insuficiencia renal y cataratas.

6. Crea adicción

Comer azúcar lleva a la liberación de dopamina, el neurotransmisor que nos hace querer más de lo que nos provoca placer. A medida que las neuronas receptoras de dopamina se sobreestimulan, el número de receptores que responden disminuye, de manera que cada vez se necesita una mayor cantidad de dopamina para obtener el mismo placer.

Pexels / Kaboompics // Karolina
7. Los dulces causan aún más estrés

Los dulces pueden disminuir el cortisol, la hormona del estrés, pero solo a corto plazo. Y es que el consumo continuo de carbohidratos refinados azucarados aumenta el riesgo de resistencia a la insulina, que afecta el cuerpo desde el interior. Para calmarse es mejor sudar que comer: “El ejercicio es el mejor tratamiento para el estrés. Te hace sentir bien y reduce el cortisol”, señala el doctor Lustig.

8. La energía sube, pero luego baja

Los carbohidratos refinados, como los del pan blanco y la pasta, causan un aumento rápido de la glucosa en la sangre, por lo que uno se siente más enérgico durante un tiempo. Sin embargo, este aumento de la energía a corto plazo puede hacer que al cabo de cierto tiempo nos sintamos más cansados.

Fuente: RT

La adicción al alcohol se debe a…

La adicción al alcohol se debe a alteraciones en la producción de la dopamina, un neurotransmisor asociado con el sistema de placer del cerebro, según un nuevo estudio elaborado por un grupo internacional de investigadores.

Una persona abstemia cuenta con unas 20.000 neuronas productoras de dopamina, que envían al cerebro señales de si un estímulo ocasionado por el consumo de comida, bebidas o por el sexo, entre otros ejemplos, merecen recompensa (en forma de placer) o no. Para que una persona pueda comportarse correctamente y tomar decisiones sanas, se debe mantener cierto balance en estas señales, lo que el efecto del alcohol altera.

“El alcohol modifica tanto la actividad de las neuronas en la corteza prefrontal como las propiedades de las mismas neuronas dopaminérgicas”, reza el texto del estudio, que está a disposición de RT.

El estímulo ocasionado por el alcohol, incluso por su anticipación, siempre es interpretado por el cerebro como merecedor de recompensa, coincida o no con la predicción del resultado. De ahí que afecte a la motivación y el comportamiento de los humanos.

De esta manera, con el consumo de alcohol la dopamina afecta el centro de placer del cerebro causando la sensación de placer tanto ante la oportunidad de tomar alcohol y como en el mismo proceso de consumo. En suma, la dopamina refuerza el hábito de beber esta sustancia.

Los investigadores de la Escuela Superior de Economía (Rusia), el Instituto de Física Aplicada de la Academia Rusa de Ciencias, la Escuela Normal Superior (Francia) y la Universidad de Indiana (EE.UU.) aseguran que su estudio es un paso más hacia la curación del alcoholismo. Si la ciencia logra alterar la reacción del cerebro a los estímulos producidos por el alcohol se podrá ayudar a los adictos.

fuente: RT