Day: 8 julio, 2009

El pueblo de los niños proxenetas

En Tenancingo, un pequeño municipio mexicano, cuatro de cada cinco adolescentes quiere dedicarse a la trata de personas, el negocio local

Tenancingo 30 JUN 2013 – 06:33 CET431

Una alumna del colegio de Tenancingo. / PRADIP J. PHANSE

Noé Quetzal Méndez tiene 38 años, la cara redonda y un lunar cerca del ojo izquierdo. En la fotografía anexa a su ficha policial parece un cantante venido a menos. La cirugía estética con la que intentó burlar al FBI le ha acartonado el rostro. Quienes lo conocen bien dicen que no se parece en nada a aquel adolescente regordete que desde muy pronto, casi siendo un niño, comenzó a prostituir mujeres en Tenancingo, un pueblo de campesinos situado a 100 kilómetros del Distrito Federal. Expandió su negocio por Estados Unidos y cruzó en la frontera a más de cien menores de edad. Cada cierto tiempo volvía a su tierra como el hijo pródigo.

En la entrada de su municipio, de 11.700 habitantes, se suceden mansiones ostentosas y horteras junto a casitas humildes acabadas con retales. Los adolescentes del pueblo saben que las primeras construcciones pertenecen a los proxenetas, los mismos que llenan cada año de dólares el manto del arcángel San Miguel cuando sale en procesión. Las segundas son propiedades de campesinos, unos don nadie a ojos de los jóvenes. El oficio de tratante de personas en este lugar es hereditario. Familiar. Pasa de padres a hijos, de generación en generación.

 “Quiero ser sicario padrote (proxeneta)”, dijo delante de sus compañeros de clase un chico de 13 años el mes pasado. Se le adivinaba un bigotillo fino sobre la comisura de los labios.

No es el único que lo piensa. Cuatro de cada cinco estudiantes del pueblo dijeron querer dedicarse a la trata de mujeres en una encuesta reciente. El tipo sin expresión por su paso por el quirófano es para ellos un espejo en el que mirarse. Los hombres de este municipio del Estado de Tlaxcala, en el centro de México, suelen casarse por primera vez a los 14 o 15 años y a lo largo de su vida van acumulando noviazgos y matrimonios con mujeres a las que poco a poco introducen en la prostitución. El núcleo familiar –padres, madres, abuelos, tíos- se encargan de la empresa y cuidan de los niños que van naciendo, padrotes en potencia.

La primera impresión al llegar al colegio del Tenancingo es que se trata de un internado suizo. El director de la escuela Jaime Torres Bodet, un hombre de pelo cano, organiza la visita con gesto severo. Su institución es muy respetada, como si fuera una isla de moralidad en medio de la depravación general. Los pasillos del centro están impecables, las plantas parecen podadas por un hábil jardinero. Los alumnos saludan a coro a los visitantes y pasan ordenadamente a una clase. A continuación se sientan alrededor de tres mesas. Son parte de esos estudiantes que querían dedicarse a la trata. Rondan los 13 años.

Entre ellos hay varios cuyos familiares están en el negocio. La asociación Cauce Ciudadano, que trabaja para prevenir la violencia de los jóvenes mexicanos, lleva unas semanas impartiendo talleres para tratar de inculcarles valores. Se encontraron con niños que veían el asunto con naturalidad, que consideraban que la mujer podía ser moneda de cambio. Es lo que han visto toda la vida. Al acabar el curso la mayoría parece haber cambiado de parecer. Escribieron en unos carteles: “Mi sueño es que se acabe la trata de personas, que haya más respeto y cines”, “Que no haya padrotes ni policías corruptos”, “Problemáticas: la trata de blancas, vandalismo, graffity, falta de agua, los vagos, borrachos drogadictos…”. Erika Llanos, directora operativa de la asociación, resalta la importancia de trabajar en el desarrollo humano de los niños. “Tienen que aprender a vivir, a respetarse a ellos mismo y a los demás”, señala.

En una hora y 20 minutos de charla hablarán de violencia, discriminación, de la falta de la autoestima con la que crecen. En ningún momento dirán la palabra padrote pero el asunto sobrevuela todas las conversaciones. Es tabú hablarlo con alguien de fuera. Una de las chicas del grupo ve a su madre solo de vez en cuando. Trabaja como prostituta en Tijuana. Ella está al cuidado de unos tíos. Ha protagonizado algunos problemas de conducta. “No estoy loca”, advierte por si a alguien se le ocurre colgarle algún estereotipo. Su sueño, junto con el de otra compañera, es abrir un restaurante elegante en el pueblo donde poder ir a celebrar en las grandes ocasiones. “Los hombres serán meseros y las mujeres cocineras pero todos limpiarán lo mismo porque son iguales. Unos no valen más que otros”, muestra lo aprendido. Los niños han pasado de decir que quieren dedicarse a la prostitución a anhelar convertirse en médicos, abogados o arquitectos.

Otra adolescente reclama mayor respeto a otras confesiones religiones que se practican en Tenancingo. ¿Cómo cuáles? “La Santa Muerte… tiene muchos seguidores”.

Oriundos de este lugar y los alrededores controlan La Merced, el mayor centro de prostitución de la Ciudad de México. Entre las calles y hoteles de la zona se cuentan miles de prostitutas. “El 90% de los detenidos por trata son originarios del Estado de Tlaxcala. La mayoría provienen de familias enteras que se dedican a esto”, resalta Juana Camila Bautista, fiscal de delitos sexuales del DF. En el último año han conseguido sacar de la prostitución a 200 mujeres, entre ellas 92 menores. La mayoría también de esta zona del país. Uno de los trabajos más arduos de la fiscalía consiste en convencer a las chicas de que están siendo explotadas sexualmente. “Muchas siguen enamoradas y no es fácil hacerles ver que eso no está bien, que eso no es querer a nadie”, ahonda la fiscal en su despacho. Los últimos proxenetas encarcelados han recibido sentencias de 60 años sin posibilidad de reducción de pena. Considera un logro que en la última reforma de la ley se considere un agravante el parentesco en el delito de explotación.

 El amor es uno de las artimañas que utilizan los explotadores para mantenerlas indefinidamente en el negocio. Los proxenetas llegan a tener más de media docena de esposas, concubinas o novias, como se las quiera llamar, trabajando en el mundo de la prostitución. Con sus coches de gran cilindrada, ropa y joyas caras impresionan a niñas que provienen de un entorno marginal. Los hombres se han ganado la fama de seductores. “Usan el verbo, te enamoran”, sostiene una vecina que repudia la fama que se ha ganado su pueblo.

Marcela, una joven guapa del sur de México, creyó encontrar en ese muchacho que la pretendía el amor que nunca tuvo en su casa, abandonada por el padre y malquerida por la madre. El chico parecía un exitoso comerciante de ropa que viajaba por todo el país colocando mercancía. Se conocieron en un parque y estuvieron viéndose a escondidas hasta que él fue a pedirle la mano a los padres de ella. La pareja se mudó a Tenancingo y se hospedó en casa de la familia del muchacho. La primera propuesta extraña que recibió Marcela fue la de trabajar como “chica de compañía” en un table, unos locales nocturnos donde las mujeres bailan en un escenario y donde se ejerce la prostitución, aunque de eso no se hable abiertamente. En ese momento era menor de edad. “Me dijo que necesitábamos dinero para pagar nuestra boda”, recuerda. Se negó y la tensión con su familia política fue en aumento.

La pareja se mudó al DF y ahí directamente fue enviada a trabajar como prostituta en un hotel de La Merced. Su cuñada fue quien la inició en el negocio. La encerró en una habitación de un hotel de mala muerte, El Universia, y le enseñó a poner un preservativo, a masturbar a un hombre, a maquillarse y vestirse para atraer clientes. Mientras trabajaba, su novio y el hermano iban al cine y comían en restaurantes del centro. Al finalizar la jornada pasaban por la recaudación. El encierro de Marcela solo duró seis días. Al séptimo, la policía entró en el edificio y detuvo a todos los proxenetas que andaban por allí. Era febrero de este año. Fue el primer golpe del alcalde de la ciudad, Miguel Ángel Mancera, contra la trata de personas. Llevaba pocos meses en el cargo.

 El negocio de los tratantes de Tlaxcala trasciende las fronteras de México. Las chicas son enviadas a ciudades de Estados Unidos. En Nueva York, Chicago, Atlanta o Los Ángeles se han documentado casos de explotación a mujeres mexicanas. Hay clubes completos donde la mayoría de las prostitutas tienen algún tipo de vínculo con Tenancingo. El negocio más próspero para los padrotes, de todos modos, se encuentra en el sur de ese país, en la misma frontera mexicana. Los tratantes las cruzan a través de la frontera y las dejan en manos de los delibreros (traducción fonética de delivers, repartidores), unos tipos que reparten publicidad y concretan citas sexuales con los inmigrantes centroamericanos y mexicanos que trabajan en el campo. “Hacen todo ese viaje para sufrir el abuso de los propios latinoamericanos”, lamenta Rosi Orozco, presidenta de la organización Comisión Unidos vs Trata y exdiputada por el PAN especializada en la lucha contra la explotación de mujeres. Orozco ha comandado algunas campañas contra los anuncios clasificados de prostitución en prensa o los comerciales de televisión que le han valido algunas enemistades.

 El joven párroco de Tenancingo llamado José Alfredo ha aprendido a esquivar el tema. La experta Orozco calcula, según sus indagaciones, que un 30% de los vecinos se dedica a la trata. Un lunes, una secretaria agenda las misas de muertos de los vecinos que se acercan por esta bonita iglesia llena de imágenes clásicas. Dice el padre que no quiere “hablar de eso”, que la Iglesia es una institución vertebral de la ciudadanía que tiene que estar para todos los problemas. Reconoce que el patrón pasea por las calles bañado en billetes pero asegura que no es su institución la que se queda con el dinero, sino que va a parar a los mayorales que custodian las tallas durante el año. Su trabajo es el de mantener la fe de los habitantes del pueblo y guiarles, en la medida de lo posible, por el buen camino. Eso incluye apartarlos de la Santa Muerte, adorada por policías y sicarios a la vez. “Algunas mañanas me encuentro en la parroquia objetos de culto hacia ella e inmediatamente las saco. Este es un lugar sagrado”, dice.

A ella seguramente se tuvo que encomendar más de una vez el hombre sin rostro cuando el FBI pisaba sus talones. El que era un modelo a seguir para los jóvenes de Tenancingo llegó a tener una docena de esposas, como si de un sátrapa persa se tratara. Entre ellas una de 13 años. Las chicas han contado que las vestía a todas de sirvientas y las invitaba a besarle los pies. Lo detuvieron en Puebla acusado de trata y homicidio y cuando estaba rodeado por la policía ofreció cinco millones de pesos a un comisario para que lo dejara escapar. Tras recibir una negativa, pidió que se le aplicara la ley fuga: simular su huida y que fuese ultimado por la espalda. Un sistema muy utilizado durante el porfiriato y la revolución mexicana. Quetzal prefería eso a pasar prácticamente lo que le queda de vida en prisión. Acabó siendo detenido. No tenía escapatoria.

El chico que delante de sus compañeros dijo querer imitarle, en cambio, parece tener dónde elegir. En el taller rompió a llorar cuando cada uno de los menores exponía sus problemas. No quiso apenas hablar y cuando lo intentó no le salían las palabras. El día anterior había escrito en un papel: “¡Ayúdanos!”.

 

Fuente: elpais

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La verdad desnuda sobre la vida sexual

Un éxito sonado y un rechazo igual de estrepitoso, valoraciones que iban desde “¡Eso está fuera de serie!” hasta “¡Hay que prohibir esa amoralidad!”, tales eran las exclamaciones a la salida del estreno del filme Las partes íntimas, debut de los realizadores Natalia Merkúlova y Alexéi Chúpov.

La verdad desnuda sobre la vida sexual, los sueños ocultos, los miedos, las dependencias y deseos de los ciudadanos comunes son mostrados en esta película irónica, simpática y al mismo tiempo, extremadamente seria. Un fotógrafo de moda (Yuri Kolokólnikov) fotografía primeros planos de las zonas pudendas, y su promotora (Olesia Sudzílovskaya) no tiene pudor alguno de promover su próxima exposición, en extremo explícita, pero sufre de indefinición de sus deseos y soledad en su alcoba. 

Una dama que ocupa un puesto de dirigente, y que vela en virtud de sus obligaciones por la conducta moral, lleva a cabo reuniones para prohibir por vez consecutiva algo, y tras regresar a su casa, se lanza inmediatamente a buscar el vibrador, para mitigar su enfermizo síndrome de insatisfacción sexual. La actriz Yulia Aug alcanza con este papel una intensidad tragicómica de las alturas de la célebre actriz soviética y rusa Nonna Mordiukova. Y a pesar de que todos los actores del elenco se desnudan sin temor alguno, este filme no tiene ni un ápice de vulgaridad. Solo el deseo temerario de hablar abiertamente de aspectos profundamente íntimos, pero del conocimiento de todos. 

Uno de los espectadores, el productor Ígor Mishin, felicitó con júbilo desde su cuenta de Facebook a Natalia Merkúlova, Alexéi Chúpov, a todos los artistas y a sus colegas, los productores Yulia Mishkinene y Bakur Bakuradze: “¡Bravo a los autores por la idea, bravo a los productores por su valentía, bravo a los actores por la intensa gama de emociones que lograron interpretar! Quizás mis palabras sean altisonantes, pero son sinceras. Este tipo de cine en Rusia solo puede ser concebido, filmado y actuado por personas realmente libres. Libres no dentro de las leyes y las reglas, sino libres de espíritu. ¿De qué trata el filme, me pregunta? Pues de lo que cada uno de nosotros guarda dentro del escaparate. De nuestros esqueletos escondidos. De nuestra vida íntima. Y todo ello, expresado con un humor finísimo. ¡Bravo!” 

Por lo visto, la energía sexual que los personajes no llegaron a gastar creó en la sala del Teatro de Invierno de Sochi una tensión tan grande, que durante la proyección dos veces se cortó la electricidad. A los espectadores esto les espoleó los ánimos: la gente se reía, daba muestra de alegría y esperan la continuación. La premier concluyó con una larga ovación del público. Aunque a decir verdad, el rostro severo del jefe del Comité de Cultura del Parlamento de la Federación Rusia, Stanislav Govorujin, no prometía nada bueno: aunque en su propio filme Weekend, limitado para un público mayor de doce años, él muestra en múltiples ocasiones y con lujo de detalles desnudos de actrices, resulta que lo permitido al maestro suele ser prohibido a los debutantes. Los autores y productores tienen por delante la obtención del permiso de exhibición, y se puede decir que tienen garantizadas desde ya las dificultades. Los desnudos, el lenguaje de adultos, la muestra de orientaciones sexuales no tradicionales que algunos personajes advierten inesperadamente, contrastadas con la ausencia de textos patrióticos o incitaciones al trabajo creador, son elementos que los feroces defensores de la moralidad y el vigilante ministro de cultura difícilmente aprueben. En cambio, los comités de inscripción de los festivales extranjeros que arribaron a medianías del festival Kinotavr, compartieron totalmente el júbilo de los primeros exportadores y compiten entre sí por invitar de primeros a los debutantes que ganaron el reconocimiento inmediato del público, y mostrar este filme en sus países. Allí donde estos temas por alguna razón no despiertan el malestar y el rechazo. 

—Yo no entiendo, por qué debemos apenarnos a la hora de hablar de temas de carácter íntimo, −señala Natalia Merkúlova. –Los problemas no se resuelven escondiéndolos dentro, la energía sexual es una de las más potentes, y aquel que la esconde bajo candado, corre el riesgo de fabricar una bomba de tiempo. Un día puede explotar, y hacerlo de tal modo, que no tenga remedio. 

Mientras, la explosión tuvo lugar en el festival Kinotavr. Es poco probable que Las partes íntimas puedan pretender siquiera al gran premio, pero ya resulta imposible ignorarlas. Si los jóvenes realizadores reciben el premio en la nominación de “Mejor debut”, este lauro será totalmente merecido. 

De las restantes cintas en concurso, lidera sin lugar a dudas La vergüenza, de Yusup Razíkov. El filme sobre las esposas de los marineros submarinistas, cuyos maridos quedaron atrapados en un submarino, nos remite inmediatamente a los trágicos sucesos del submarino “Kursk”. En realidad, semejantes tragedias son más frecuentes que lo que solemos enterarnos. Y al realizador no le inquietan solo estos sucesos dramáticos, sino el misterio de su heroína principal, Lena. Ella es ajena a la ciudadela militar, tiene un secreto que arrastra de su vida pasada, que le obliga a aislarse y ocultar tras una supuesta indiferencia su profundo dolor espiritual y sus sufrimientos. 

El director de fotografía Yuri Mijailishin logró imágenes excepcionales de los paisajes nevados de la península de Kolski, las mujeres condenadas a aguardar eternamente, sin perder sus esperanzas. La actriz de San Petersburgo María Semiónova, quien ejecuta el papel principal, nos remite con su físico y fundamentalmente su comedida pero sentida interpretación a la actriz inglesa Helen Mirren. Tras el cierre del festival Kinotavr La vergüenza participará en el concurso central del Festival Internacional de Karlovy Vary.

fs/kg/er

 

Fuente: La Voz de Rusia

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