El misterio de las piedras fundidas
Foto: cometasite.ru

El misterio del meteorito de Tunguska está a punto de ser revelado.

El investigador ruso Andréi Zlobin, del Museo Geológico Vernadski, publicó en el sitio web arXiv.org, especializado en presentar datos provisionales de estudios científicos, una colección de fotos en las que aparecen piedras con bordes fundidos y supuestos fragmentos de un cuerpo celeste. En su comentario, el geólogo sostiene que estos hallazgos comprueban que el cuerpo que cayó en la región de Tunguska en 1908 fue un cometa. La mayoría de los expertos estima que es prematuro hacer conclusiones a partir de estos “artefactos”, aunque no niega definitivamente la versión.

En su artículo, Andréi Zlobin dice que el cometa explotó en el aire y que la temperatura en la región no subió mucho. A esta conclusión llegó después de haber estudiado los anillos anuales en los cortes de árboles viejos. De ahí que las piedras no pudieran fundirse en el suelo. Y, sin embargo, encontró más de cien fragmentos de un posible cuerpo terrestre en el lugar de la explosión, en 1988. Algunos de estos fragmentos tienen bordes fundidos. Supuestamente, son de un cuerpo que ardía al pasar por la atmósfera. Y no fue un meteorito, sino un cometa de hielo. Esto explica la pequeña cantidad de los fragmentos hallados.

El cometa explotó en el cielo, cerca del río Podkámennaya Tunguska, en junio de 1908. La primera expedición científica llegó a esa remota región de la taiga tan solo diecinueve años después. Encontró un espacio de árboles caídos en forma de un círculo de cincuenta kilómetros de diámetro. No hubo cráter ni fragmentos de meteorito. Más tarde se encontró algo parecido a un trozo de vidrio transparente que finalmente se perdió sin ser estudiado. Ninguna otra huella del cuerpo espacial fue descubierta por la ciencia.

Y, de repente, un geólogo informa de que existen cientos de fragmentos. Las piedras de superficie fundida realmente pudieron haber venido del espacio. Pero esto no significa que haya relación entre ellos y la explosión de Tunguska, observa el director del Departamento de Física de Sistemas Estelares en el Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias de Rusia, Oleg Málkov:

—Me parece extraño que de repente aparezca un centenar de fragmentos, cuando han pasado tantos años desde las primeras expediciones de 1920 sin encontrar absolutamente nada. Si se insinúa que son huellas del meteorito de Tunguska, hay que presentar pruebas más rigurosas. Quedémonos con esta versión: se trata, probablemente, de un fragmento del núcleo de un cometa. Es justamente el caso en el que no debiéramos encontrar nada. Pero si algo se encontró, entonces habría que hablar de algo más sólido que un cometa, un cuerpo de piedra o de metal.

La caída del bólido provocó incendios forestales. Es decir, la temperatura en la zona de la explosión pudo haber subido mucho, acota el director del Departamento de Física y Evolución de Estrellas en el Instituto de Astronomía, Dmitri Vibe:

—Es imposible sacar conclusiones sobre la naturaleza y la procedencia de las piedras a simple vista. Hasta ahora no se ha publicado dato alguno de un posible análisis de las mismas. Sus propiedades, su composición química e isotópica siguen siendo un enigma. Primero, hay que someterlas a un análisis. Solo después podríamos sacar conclusiones acerca del cuerpo de Tunguska. Y si estas piedras tienen relación con el cuerpo de Tunguska o son huellas de otro meteorito.

Surge también otra pregunta: ¿Por qué Andréi Zlobin permaneció callado durante tantos años? ¿Y por qué habla ahora y decide publicar datos provisionales de su estudio, sin haber sometido los “artefactos” a un pertinente análisis? El director del Observatorio de Zvenigorod, Serguéi Barabánov, sostiene que la intención de Zlobin es publicitarse. Y agrega que lo más probable es que en Tunguska explotara un fragmento de cometa de unos cien metros de diámetro. Era de hielo y si tenía inclusiones más sólidas, todas ellas debían evaporarse.

Este verano, otra expedición científica viajará a Tunguska. Tal vez sea más afortunada para desentrañar el misterio de lo que realmente ocurrió sobre la taiga siberiana hace unos cien años.

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