Por Anna Rosales
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“Mis amigas me hicieron cosquillas en todo el cuerpo mientras estaba inmovilizado, por supuesto de mutuo acuerdo, y las cosquillas recibidas en axilas, pecho, vientre y pies, me llevó a una fuerte erección”.
A los 18 años de edad Modesto M. disfruta de su cuerpo. Cosquillear y ser cosquillado es una ocupación de muchos jóvenes de su edad. En un e-mail enviado a Hablemos de Amor el joven comparte que, si bien aún no tuvo relaciones sexuales, llegó a la eyaculación y se preguntaba si era eso ´normal´.
“Todo parte por la piel”, comenta el doctor Adrián Sapetti de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad. El sexólogo explica que la piel es de los órganos más sensibles que tiene el ser humano, además de ser el órgano más extenso y erótico, por lo que no debe sorprender lo sucedido con Modesto.
“Tickling”
La práctica del cosquilleo o “Tickling”no necesariamente implica la culminación del acto sexual. Suele se practicada por jóvenes que aún no se sienten preparados para ´acostarse´ pero que quieren descubrir nuevas y placenteras sensaciones, explica Sapetti.
Conocidas son la páginas en internet donde jóvenes suelen mostrar la experiencia del cosquilleo entre amigos. Los escenarios varían un poco dependiendo del país donde se realice (Hablemos de amor encontró casos en EEUU, Gran Bretaña y México).
Todos tienen como elemento común un ambiente íntimo entre amigos, quienes utilizan cuerdas o panuelos para amarrar o inmovilizar al que va a recibir las cosquillas. El acto se da de mutuo acuerdo y, antes de empezar las cosquillas, se determina también cuál es la palabra “clave” para que, en caso de que el que reciba las cosquillas quiera realmente parar, sus amigos entonces sepan cuándo detener el cosquilleo.
Cuál es el límite
El doctor Sapetti es enfático al decir que, cuando se da de forma consensual o de mutuo acuerdo, el cosquilleo no debe implicar problemas. Pero cuando es una condición sine qua non, excluyente, única para el goce – es decir que uno se puede excitar solamente con cosquillas y nada más- sería una para filia. Se estaría hablando entonces de fetichismo de cosquillas o knismolagnia.
Sapetti es autor de varias publicaciones sobre sexualidad. En su libro “Confesiones íntimas” el médico recoge testimonios de personas que han pasado por experiencias de esta naturaleza y que normalmente no cuentan porque les da vergüenza.
“Les da vergüenza. En mi libro cuento yo un poco todas estar rarezas que la gente oculta porque tiene pudor de explicitar esto”. Sapetti explica que la actividad del cosquilleo es como una cuestión narcisista o de auto estimulación, semejante a la masturbación. Lo que no tiene por qué ser erróneo, siempre y cuando no se dé en exceso.
Cosquillas saludables
Conclusión: el cosquilleo entre amigos o amigas no tiene que ser visto de la forma tan anormal como algunos lo ven. “Todo lo que sea una cuestión tormentosa, angustiante excluyente y que produce malestar, que consulte”, dice Sapetti. Pero si no le incomoda y la pasa bien no sería necesario ir al médico.
Entre los beneficios del cosquilleo, Sapetti menciona el nivel de placer que se obtiene al hacerlo con mesura.“El cosquilleo genera una liberación de aminas en el cerebro que producen una cosa de goce, de excitación y también incluso de orgasmo”. Y a nivel emocional produce bienestar, sobretodo si se da en una relación de pareja.
Puede realizarse en cualquier parte de la piel: las axilas, las plantas de los pies, la parte posterior de las piernas, los glúteos. “En realidad en cualquier zona puede dar cosquillas. Eso ya depende de la conformación que tiene cada uno, del mapa de amor o erótico que cada uno tiene en su cuerpo”.
Hombres más “cosquillosos”
Sapetti reconoce que cuando recibe consultas sobre este tipo de temas, una gran mayoría es de sexo masculino. Se habla de las testosteronas, de la configuración cerebral y hasta de factores socioculturales, pero por alguna razón son más los hombres quienes suelen tener para filias o algún problema que altera su deseo y conducta sexual.
Sobre la creencia popular de que “los hombres suelen pensar con los genitales y las mujeres con las emociones”, Sapetti le encuentra cierto sentido, aunque todas estas cuestiones son aún objeto de estudio y tienen que ser aún comprobadas.
Fuente: Radio Nederland