De camino a Estados Unidos, muchas migrantes centroamericanas se quedan trabajando como servidoras sexuales en bares mexicanos, utilizando su cuerpo como ´bodycard´ o forma de pago.
Anna Karina Rosales y Marta Garrido
Es una triste realidad que, en algunos casos, supone una opción real y hasta aceptada, justificada por el cada vez más difícil logro del ´sueño americano´
Karen, antes de abandonar Honduras, ¿habías escuchado del camino, cómo era de duro?
“Bueno, sí, a mí me decían que era muy peligroso, que había ladrones… pero nunca me lo imaginé como lo he pasado.”
Fría, distante, como aquel que no quiere recordar pero tiene que hacerlo, Karen relata a un trabajador social en Youtube cómo fue violada por los Zetas en México cuando se dirigía a Estados Unidos.
Madre de dos niños y en búsqueda de empleo en el país del norte, Karen forma parte del 75% de las mujeres emigrantes que no son conscientes de los riesgos que deberán afrontar durante el trayecto centroamericano. “En el camino las mujeres están expuestas a cualquier tipo de abuso, no sólo de las autoridades sino también de personas del lugar por donde pasan, que ven en ellas dinero y también una mercancía sexual. Sólo este año hemos registrado 490 denuncias de violaciones sufridas por las migrantes”, dice Gemayel Fuentes, de la Oficina de Derechos Humanos de la Casa del Migrante en Tecún Umán en San Marcos, Guatemala.
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Anticonceptivos
Los peligros a los que se exponen guatemaltecas, salvadoreñas, y sobre todo hondureñas, son innumerables, y por ello algunas intentan tomar precauciones de antemano. Casi resignadas a que van a ser violadas o que tendrán que utilizar su cuerpo como mercancía, cada vez más mujeres se someten a tratamientos de anticoncepción antes de iniciar el camino. “Nuestro doctor aquí así lo dice, que vienen con dispositivos vaginales o con inyecciones de seis meses”, explica a Radio Nederland el Padre Flor Maria Rigani de la Casa Migrante Belén en Tapachula, México.
Descenso de migraciones
Sin embargo, “el número de migrantes a los Estados Unidos ha bajado debido a la caída del mercado laboral norteamericano”, comenta el Padre Flor María. “Además, ese país se ha vuelto más xenófobo y los emigrantes deciden regresar porque, como me decía un hondureño que pasó por aquí, ya en Estados Unidos uno no muere tanto por una bala sino por la discriminación y la soledad que te hace el sentir un animal apestoso.”
A pagar con ´Body card´
Estas razones explican que muchos migrantes centroamericanos decidan quedarse en México. Y las aspiraciones de algunos emigrantes, sobre todo mujeres, emprenden otro rumbo. “Muchas mujeres ya vienen con la idea de venderse en México. Psicólogas que trabajan de voluntarias nos han contado que muchas mujeres usan el ´body card´, es decir, no tengo pasaporte, no tengo credit card pero tengo un cuerpo que vale como una tarjeta de crédito”, dice el sacerdote.
¿De qué tipo de sociedad podemos estar hablando en la actualidad cuando uno prefiere salir de su país y prostituirse asumiendo conscientemente este tipo de situaciones? ¿Dónde están los límites de la pobreza? “Pienso que la mujer no tiene que llegar a esto, a vender su cuerpo para salir de la pobreza. Que unos tabúes caigan, estoy de acuerdo, pero que se utilice la prostitución como válvula de escape, personalmente no estoy de acuerdo”, opina Flor María.
Información y Prevención
Desde sus centros de atención a los migrantes, tanto el Padre Rigani como Gemayel Fuentes desempeñan labores fundamentales de prevención de enfermedades de transmisión sexual y salud reproductiva para quienes deciden continuar el camino. “Para contribuir a la erradicación de esa problemática, damos tres pláticas al día a los migrantes que están hospedados en la casa, les explicamos los riesgos y peligros de la migración y cómo pueden hacer valer sus derechos”, dice Fuentes desde Honduras. “Nosotros después de las charlas también les damos un par de preservativos y les hacemos el examen del VIH. Pero más no podemos hacer pues, aunque conocen los riesgos, se van de todos modos”, dice el Padre Flor María Rigani.
Un camino que, como el de Karen, no es fácil, pero que lamentablemente se ve justificado por una simple esperanza: un futuro mejor para ellas y sus hijos.
Fuente: radio Nederland