Las gamas (‘Dama dama’) no siempre eligen al macho dominante para aparearse. Tampoco necesariamente al más grande. Algunas hembras de esta especie valoran otras cosas aparte del tamaño y las grandes cornamentas. Eso al menos es lo que se desprende de un estudio del centro Queen Mary de la Universidad de Londres y del Hartpury Collegue.

Los investigadores han publicado los resultados de su trabajo en la revista digital ‘PloS ONE’ tras estudiar a una manada de gamos salvajes del Parque Fénix en Dublín. Concretamente, los investigadores centraron su atención en aquellas hembras que no recurrieron a los machos ‘estrella’ para emparejarse. Estas gamas en cuestión tenían entre 12 y 24 meses de edad.

Los expertos observaron que esas hembras podían juntarse con machos más jóvenes y peor posicionados dentro de la manada en comparación con las elecciones de sus congéneres de más edad. Las gamas más experimentadas se decantaron siempre por los machos más grandes y dominantes, y evitaron a los jóvenes. De hecho, las mayores se apartan de los candidatos poco deseables y se sitúan cerca de los gamos más grandes para intimidar a los menos dotados, temerosos de sufrir algún ataque.

Ligue entre gamos
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Pareja de gamos. | Dina El Tounsy-Garner
Los machos gamo ponen todo de su parte para conseguir pareja y cortejan a las hembras. Además, es normal que los animales intenten montar a sus congéneres femeninas varias veces antes de consumar el emparejamiento.

Sin embargo, la elección final corresponde a las gamas. “Si una de ellas no quiere relacionarse con algún macho, se aleja andando o sale corriendo. Pese a la intensa competición entre los gamos por las hembras en celo, la mayoría de los contendientes no consiguen aparearse”, explica a ELMUNDO.es uno de los responsables de la investigación, Alan McElligott, del centro Queen Mary.

Por el contrario, casi todas las hembras se emparejan anualmente y su vida media llega a los 20 años. Mientras, sus compañeros sólo alcanzan la década y no entran en plena ebullición sexual hasta los seis o siete años. “Tras cumplir los 9, es raro que algún gamo macho se empareje”, aclara McElligott.

Una perspectiva de género en el reino animal
La mirada tradicional de los investigadores que se preguntan por la selección sexual se podría resumir en la siguiente pregunta: ¿por qué los machos más grandes y dominantes están tan solicitados? Este estudio da la vuelta a la cuestión, adopta el punto de vista de las hembras e indaga en el proceso que siguen ellas a la hora de seleccionar compañero.

La oferta de machos disponibles es menor para las hembras jóvenesLas gamas sólo están en celo unas 24 horas, pero las hembras de más edad eligen pareja antes que las novatas, a mediados de octubre. Durante el estudio, las jóvenes de entre 12 y 24 meses tardaron ocho días más de media en entrar en celo y elegir compañero. Así, cuando las hembras jóvenes escogían macho, la oferta de candidatos disponibles era mucho más reducida.

Esta elección indirecta va más allá de la mera resignación y podría tiene una explicación evolutiva. Las hembras más pequeñas podrían ser conscientes de las dificultades añadidas de relacionarse con los grandes machos. En ese caso, tendrían que hacer frente a las amenazas de otras gamas y dedicarían más energías a la búsqueda de pareja. Asimismo, estas animales jóvenes tendrían más dificultades para llevar a término un embarazo si el padre de la cría es de gran tamaño.

Si las hembras evalúan a sus parejas potenciales, la sutileza de los machos es totalmente inexistente. Un gamo sólo podría permitirse el ‘lujo’ de escoger entre dos gamas si “tuviera la oportunidad de aparearse con dos hembras en celo en el mismo momento, y eso es muy raro”, afirma McElligott. “Si pueden, la mayoría de los machos se aparearán con una hembra en celo. Si no, tal vez no vuelven a tener otra oportunidad”, sentencia.

Fuente: elmundo.es

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