Por: Juan Gargurivich

“Los candidatos deben tener en cuenta que la violencia social no se genera solamente porque exista pobreza, sino porque existe desigualdad”.

Quienes hacen esta afirmación son los Obispos del Perú, que a principios de año redactaron un valioso documento que, para variar, ha sido muy poco difundido y en parte porque para la extrema derecha tiene un tufillo izquierdista que molesta.

Pero debe recordarse que la Iglesia Católica, o por lo menos sus sectores progresistas, han insistido siempre en denunciar las desigualdades y en reclamar con firmeza que deben eliminarse y, es claro, desde el sitio de la democracia.

Los “Criterios éticos para elegir mejor a nuestras autoridades” que suscribieron los Obispos fue acompañado de otro documento todavía más enérgico de los Obispos de la Amazonía que, entre otras cosas, exigieron una reforma constitucional para proteger a los pueblos indígenas, incluyendo una ley de derecho a la consulta pública y otros reclamos con cara a la extrema conflictividad social de nuestro oriente. Se cuidaron de no mencionar el gas, el petróleo, la madera pero señalaron que hay necesidad de “cambiar las históricas relaciones de exclusión y conflicto entre el Estado, la clase política y los pueblos indígenas amazónicos”.

En suma, lo que la Iglesia reclama a los políticos es que tengan en cuenta la dignidad de la persona con todo lo que ello significa de necesidad de cambio para respetarla. Y aquí se comprende vivienda, alimentación, Educación, salud, seguridad…

El tema de la corrupción también fue abordado por los Obispos… “continúa socavando el desarrollo social y político de nuestro pueblo… ha faltado la voluntad tenaz y el compromiso ejemplar de nuestras autoridades”.

Ante estos importantes documentos habría que preguntarse si la Iglesia estaba haciendo política al procurar introducir estos temas para el debate previo a las elecciones que culminan mañana. Pero la respuesta es simple: los Obispos latinoamericanos tienen una encomiable y larga historia de lucha y de compromiso político desde hace mucho tiempo y tanto que hasta hubo quienes los motejaron de “rojos” y por supuesto hasta de subversivos.

No han cambiado. Siguen exigiendo y especialmente en nuestro caso peruano, que las difundidas mejoras económicas deben llegar cuanto antes a los más pobres y marginados.

El documento parecería redactado por un equipo de plan de gobierno de algún candidato comprometido con el cambio o la exigencia del cambio. Pero no, es la vieja Iglesia renovada desde el inolvidable Juan XXIII, el viejo Papa que mejor renovó el camino de la lucha contra la desigualdad.

Fuente: la primera

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