Los avances de la ciencia y las mejoras en la calidad de vida, en general, hacen replantear los esquemas no sólo a los gobiernos sino también a las empresas prestadoras de salud, AFP y aquellas enfocadas al adulto mayor: ¿Estamos realmente preparado para la revolución de las canas?

El envejecimiento de la población es un problema mundial que afecta a un número cada vez más grande de países en todo el mundo, especialmente en un momento en que el apoyo familiar y otras redes de protección tradicionales se volvieron mucho menos Seguros tras la crisis económica mundial. Este fenómeno mundial, ya llegó a América Latina, donde, por ejemplo, la esperanza de vida aumentó 22 años en los últimos 50 años. Otras características regionales es que en nuestra población predominan actualmente los adultos en edad laboral y tienen muchos menos hijos. Es por ello que la suma de todos estos factores da como resultados que la región enfrente la perspectiva de un rápido envejecimiento.

Un nuevo informe de la Red de Desarrollo Humano del Banco mundial advierte que los gobiernos y las comunidades de la región no pueden permitirse caer en la complacencia con respecto a la “revolución de las canas”, dado que los próximos 50 años serán muy diferentes al último medio siglo.

Según el informe titulado Envejecimiento de la población: ¿Está preparada América Latina?, el crecimiento económico de la región será más complicado en aquellas naciones con muchos ancianos y satisfacer las necesidades de atención de la salud, de pensiones y otras será especialmente difícil para los países de ingreso bajo y mediano. El establecimiento de políticas e instituciones adecuadas para adaptarse a los poderosos cambios demográficos será fundamental para salvaguardar el futuro social y económico de la región, dice la publicación.

Daniel Cotlear, coautor del informe y economista principal de la Red de Desarrollo Humano del Banco mundial, señala que “debería preocuparnos que el rápido envejecimiento ya no sea un fenómeno de los países ricos y que muchas naciones más pobres lo estén experimentando pero en gran parte sin el dinero y la planificación anticipada para enfrentar los desafíos sociales y económicos de este profundo cambio”, agrega.

¿Cómo pueden los gobiernos manejar el inevitable envejecimiento de sus poblaciones? Cotlear dice que pensiones o pobreza no son las únicas opciones: “Es necesario que comprendamos el ciclo de la vida económica, trabajo e ingresos de los ancianos, apoyo familiar, género y también el costo de la atención de la salud de los ancianos. A largo plazo, la cobertura de las jubilaciones debe extenderse a más personas, en especial a quienes trabajan en el mercado laboral informal donde simplemente no rigen las normativas y protecciones gubernamentales”.

En el documento se recomienda a los países y las comunidades desarrollar una serie de políticas que respalden una vida larga y productiva para sus trabajadores y mantengan a los ancianos saludables y móviles todo el tiempo posible.

Por ejemplo, serán fundamentales los sistemas de atención sanitaria que puedan brindar a las personas de la tercera edad una vida sana y servicios de salud primarios adecuados. Esto es especialmente importante debido a que la diabetes, la obesidad, las dolencias cardíacas y otras enfermedades no transmisibles atacan predominantemente a los ciudadanos en la mediana edad y mayores y pueden ser una fuente de dificultades financieras al verse obligadas a pagar su propio tratamiento.

Fuente: la primera

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