Vie, 28/01/2011 – 05:00

.Por Rossina Guerrero
Psicóloga de Promsex*

Un tema controvertido en la crianza infantil es la práctica de bañarse junto con los/as hijos pequeños. Quienes en algún momento se han visto tentados a darse un baño conjunto, también pueden haberse enfrentado a las críticas ajenas o a los propios temores respecto a los efectos negativos que ello puede acarrear.

Pueden exponerse algunos puntos a favor de esta práctica, y uno de ellos es el de educar en ver y apreciar con naturalidad la desnudez del propio cuerpo y el cuerpo de los otros/as, lo cual puede ayudar a desechar mitos y prejuicios sobre el cuerpo y los órganos sexuales externos que tantas dificultades trae en la vivencia de la sexualidad y en el cuidado del cuerpo durante la adultez.

Si bien no existe una norma establecida, es importante considerar algunas medidas para que, de manera efectiva, el baño compartido resulte un espacio de aprendizaje y reforzamiento de vínculos, y no uno amenazante para el niño o niña. No podemos olvidar que son las principales víctimas de violencia sexual y lamentablemente por miembros de su familia.

Para que funcione como espacio de aprendizaje es importante que se instaure, desde bebés, el hecho de que el cuerpo se comparta con naturalidad y que los órganos sexuales se nombren sin prejuicios y sobrenombres ofensivos. Es algo que debe ocurrir a muy temprana edad. Asimismo, quienes deseen incorporar esta experiencia en su crianza tienen algunos retos, ya que deben estar preparados para absolver dudas y consultas y tener la capacidad para hablar de ello sin enojo o vergüenza. Se debe aprovechar para explicar la función de cada parte del cuerpo y las diferencias que son visibles en ese momento, todo con un lenguaje sencillo. Así se va preparando al infante a los cambios corporales futuros y a asumirlos sin vergüenza o desconcierto.

La consulta muchas veces es cuándo se debe parar, pues no hay que olvidar que, con el tiempo, las niñas y niños, en un proceso de búsqueda de su identidad, priorizan sus espacios de intimidad y privacidad, que incluyen por supuesto el deseo de autoexploración de su propio cuerpo, pues este es un indicador que puede ser útil para que el baño se transforme en un espacio privado.

Finalmente, es recomendable que sea mamá o papá quien comparta este tipo de espacios, no siendo recomendable extender esta autorización a otros/as miembros de la familia. El cuerpo desnudo debe ser poco a poco convertido en un espacio de placer que sólo puede ser mirado y tocado con autorización y consentimiento de las propias personas y eso es algo que también se debe interiorizar a edades muy tempranas.

*Centro de promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivo
rossina@promdsr.org

Fuente: larepublica.com.pe

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